A tiro de piedra de
Hontangas, en el confín sureño de la provincia, se encuentra la localidad de la Sequera de Haza. Paramos aquí para ver su centenario moral, si bien desde hace tiempo no tiene un aspecto muy impresionante. Parece más bien un cocodrilo arrastrándose por el suelo.
Según los indicios existentes, el moral pudiera tener más de 300 años. El peso de sus ramas lo fue bajando poco a poco hasta tirarlo en el suelo. Además, hasta hace unas décadas era mucho más grande, pero un año hubo que cortarle las ramas porque al pasar los carros con la mies ocupaba toda la calle y no era posible pasar.
Según datos adicionales recogidos por Cesar-Javier Palacios, en su libro "Árboles singulares de la provincia de Burgos", en el pasado la recolección de sus abundantes moras estaba regulada. El gran moral tenía clavado en su tronco con la inscricpión “Vedado de Moras”. La tabla la ponía un herrero y el texto lo escribía el secretario del Ayuntamiento.
No es que no se pudiesen probar la moras, sino que lo que se trataba de lograr era un reparto igualitario. El 25 de julio se reunía a todos los chicos en la escuela; y a cada uno se le daba un bote o dos del suculento fruto. Se trataba de un importante aporte de vitamina en tiempos mucho más complejos que los actuales. Ahora hay moras de sobra para los pocos que se interesan por ellas, y los tordos dan cuenta del resto. Palacios denomina al moral como, "Moral de las Tormentas". Parece que tiene ese nombre porque con cierta frecuencia las tormentas de verano arramplaban con todo pero el moral resistía.
A escasos metros del moral "de las Tormentas" hay otro ejemplar, aunque este es de otra especie; un moral blanco muy sensible a las heladas (de hecho lo vemos con un aspecto más bien pocho). Cuando Palacios recorrió el lugar en la búsqueda de información encontró a un vecino que aún recordaba el momento en el que este ejemplar fue plantado por el secretario; hace unos 100 años.
No acaban aquí los elementos patrimoniales de la localidad. En un pequeño altozano en las cercanías del pueblo se localizan ruinas de la ermita de San Nicolás. Aparentemente apenas los muros descarnados de un edificio con elementos del primer románico, como así atestigua su ábside cuadrado con satera.
Sin embargo, como fruto de recientes campañas arqueológicas, promovidas por un profesor universitario oriundo de la zona, se han descubierto varios indicios de un poblamiento anterior, visigodo o prerrománico. En estas imágenes se observan los restos de silos.
Tambien se han descubierto varias tumbas antropomorfas.
Y tambien una estela altomedieval similar a estas que vemos sobre los muros del cementerio.
Y posteriormente a mi visita, en la campaña de verano de 2019, se ha localizado indicios de un horno de metales también altomedieval..
Desde las ruinas se tiene una interesante vista del "cotarro" de Moradillo de Roa, donde cursamos la correspondiente visita
hace ya algún tiempo.