La siguiente escala se efectúa en
el pueblo principal del condado, Treviño. La localidad, de mediado tamaño, se
asienta en la ladera sur de un cerro, en cuya cima se alzaba el castillo desde
el que, en el pasado, se regían los designios de la comarca.
En el siglo XII el lugar fue
objeto de disputa entre los reinos de Navarra y de Castilla. Fue el rey de
Navarra Alfonso VI el Sabio el que fundó la villa de Treviño, aunque con
seguridad la localidad existía con anterioridad. Décadas más tarde es un rey de
Castilla, Alfonso VIII, en que otorga a Treviño un importante fuero. Este
hecho, junto con la ubicación del núcleo en un cruce de caminos, desarrolló la
localidad como nodo comercial.
La villa de Treviño permaneció
bajo la corona hasta su donación en 1366 al Adelantado Mayor de Castilla, don Pedro
Ruiz de Manrique, como premio a la colaboración con el rey Enrique II en la
victoria sobre su hermano Pedro I. Desde esa fecha Treviño y todas sus aldeas
pertenecieron al mayorazgo de los Manrique. Esta noble familia, en concreto don
Diego Gómez Manrique, recibiría, en el año 1454 y de manos de Juan II, el
título de conde de Treviño.
El pasado de Treviño se refleja
en la actualidad en un apretado caserío que deja espacio para unas estrechas
calles ocupadas por añejos edificios. Entre los mismos destaca la que en su día
fue el palacio de los Manrique de Lara, edificio del siglo XVI que actualmente
es la sede del Ayuntamiento.
Sobre los tejados de Treviño se
levanta la esbelta torre de estilo barroco riojano de la iglesia de San Pedro.
El templo es gótico del siglo XIII y En una esquina del exterior de la iglesia
se localiza una bella talla de piedra de la Virgen Blanca.