La Piedra; así de contundente es la denominación de uno de nuestros pueblos, que recibe su nombre de la gran peña que da sombra al pueblo. Este lugar es por otro lado ejemplo de la construcción típica de la zona de páramos burgalesa: edificios macizos de piedra caliza hechos generalmente de mampostería reforzada con sillares en las esquinas y en los vanos, estos últimos por lo general pequeños.
El primer documento escrito referente a este lugar data del 7 de Julio de 1029, y aparece en el cartulario de san Juan de la Peña (Huesca). En él Doña Oneca enumera los bienes que posee en Castilla indicando, entre otros: “
la villa que dicen Rivadevías íntegra, con su monasterio que está en territorio de La Piedra".
La Piedra fue durante la alta Edad Media capital de uno de los pequeños alfoces (coincidiendo aproximadamente con la cuenca del alto Úrbel) en que se organizó la primitiva Castilla. Cuenta la tradición que esta fue una de las plazas que recuperó Diego Laínez (el padre del Cid) de manos Navarras tras la batalla de Atapuerca de 1054.
Ya en el pasado más cercano, La Piedra y los pueblos cercanos fueron famosos por la calidad de su ganado equino, tanto de yeguas como de mulas, fruto de la combinación del frío y de la existencia de pastos de mejor calidad que en otras zonas de la comarca, y que eran muy valorados en las ferias que se celebraban en lugares como Villadiego o Polientes. No debemos olvidar, por otro lado, que un ramal de la cañada de las merinas tenía su destino de verano precisamente en estas tierras.
El edificio más notable es la parroquial de Santa María la Mayor, y más en concreto, su ábside de periodo románico tardío, con los arcos de las ventanas ya ligeramente apuntados. Los elementos más artísticos: capiteles, canes, columnas y ventanas, presentan un tono más claro, lo que indica un origen diferente del material y el hecho de que fueron encargados a otro maestro,
Esta afirmación, que se ve corroborada por la reseñable calidad de la labra (incluso los fustes de las columnas están tallados). El ábside se configura en tres paños separados por columnas. La vegetación fundamental es de roleos vegetales y elementos geométricos. Al interior, las arcadas ciegas quedan ocultas por el retablo. No obstante aún pueden verse unos cuantos elementos románicos dispersos de gran interés, dentro de una estructura general que ya corresponde al siglo XVI.
Estos datos, así como otros más cercanos y humildes, podemos registrarlos a través de la lectura del sencillo libro "La Piedra, piedra sobre piedra", escrito por antiguos vecinos del lugar. A lo largo del mismo podremos acercarnos a aspectos como la geografía, historia, arquitectura popular, arte, fauna y flora, economía, fiestas y tradiciones, usos y costumbres, juegos y diversiones de este lugar; siempre con una mirada al pasado y por otro lado, tan similares a los de muchos otros pueblos.
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Aspecto general del interior del templo y personaje masculino. Fotos cedidas por Pedro Lozano. |
Por citar un ejemplo, traigo aquí las leyendas relacionadas con el despoblado de "El Embid", que estaba situado a unos dos kilómetros al norte del núcleo actual. La tradición cuenta que en origen era un pueblo moro, y que durante la reconquista los pobladores tuvieron que abandonarlo precipitadamente, pero aún teniendo tiempo de enterrar un pellejo lleno de oro (nos suena, ¿verdad?) y poner encima una gran roca que aún existe y conocida por "El Peñón". Aún se puede contemplar en la base de la roca una serie de hendiduras, supuestamente producidas por las sogas de los cristianos en sus infructuosos esfuerzos para hacerse con el botín.
Muchos años después, el poblado de El Embid estaba próximo a su fin; sólo quedaba una mujer que se disponía a trasladarse a un pueblo cercano para evitar la soledad. Su intención inicial era trasladarse a Santa Cruz del Tozo, pero una riada le obligó a cambiar de planes e ir a La Piedra. Según la tradición, este hecho significaba que La Piedra tenía derecho a hacerse con el terreno correspondiente al antiguo pueblo. este tipo de leyendas son muy comunes, y nos remiten al periodo de restructuración y agrupación de núcleos de población desarrollado en la baja Edad Media.