Desde Tobalina proponemos un importante cambio geográfico y paisajístico para acercarnos al este burgales. Y vamos a empezar una nueva serie de entradas con la villa milenaria por antonomasia, Sasamón, la antigua "Segisama" de los romanos.
En realidad la actual Sasamón ya fue con anterioridad la capital del poco conocido pueblo prerromano de los turmogos o turmódigos, que se extendió por el centro de la actual provincia de Burgos. De hecho, este dato hubiese sido probablemente desconocido sino hubiese sido conquistada por los romanos allá por el siglo II a.C. Años más tarde la metrópoli estableció en este lugar una importante base de operaciones en su despliegue por la península, aprovechando su ubicación estratégica en la vía que comunicaba Zaragoza con Astorga, dedicándola además a cuartel general de las expediciones contra los cercanos pueblos cántabros establecidos en Peña Amaya.
Durante estas campañas el lugar llega acoger unos 10.000 soldados, dirigidos en algunos momentos por el propio emperador Octavio Augusto. La intensa actividad militar supuso la ampliación de la ciudad, que llegó a poseer cuatro veces más superficie que el actual pueblo. Su eje principal tenía más de dos kilómetros de longitud, contaba con una tupida red de cloacas y alcantarillas, de las que se han descubierto varios tramos, y su noble y amurallado centro urbano (foros, templos, fuentes, baños y palacios) estaría situado en el entrono de la actual iglesia de Santa María.
Columnas, capiteles, mosaicos, esculturas – en especial el famoso falo de bronce de Sasamón – inscripciones, estelas, cerámicas, armas, monedas y joyas componen el cuerpo principal de los hallazgos. Asimismo se han encontrado los restos de un teatro y del acueducto, con cerca de cinco kilómetros de trazado, que abastecía la ciudad.
La mayoria de los restos que todavía salpican el paisaje de Sasamón se corresponden con las vias de comunicación que nacían o travesaban la ciudad. Se han conservado en buen estado dos puentes que cruzaban el rio Brullés. Uno de ello es el de San Miguel, que cuenta con tres vanos separados por Tajamares y una lápida incrustrada. Su construcción está relacionada con la via de carácter militar utilizada en las guerras cántabras, que desde Sasamón se dirigía a Amaya. Está situado cerca de la carretera a Sotregudo, junto a los restos del antiguo monasterio de San Miguel de Mazarreros, del que hablaremos en otro artículo.
El de Trisla, que es el que viene mejor indicado, tiene cuatro arcos apuntados, restos de la calzada empedrada y se vincula con la via entre Segisamo y Pisoraca, la actual Herrera de Pisuerga. Los dos puentes tienen un claro origen romano, pero han sufrido algunas modificaciones a lo largo de los siglos, siendo su apariencia actual claramente medieval.
También puede tener algún componente romano el puente de Puentenueva, por el que pasaría la via Aquitana.
En los alrededores de la iglesia podemos encontrar restos de columnas.
Y en su interior tenemos por ejemplo esta lápida.
o este mosaico, a la espera de un proceso de restauración.