El relato histórico tradicional de la construcción de Castilla como nación ha incluido dentro de su mitología la existencia de dos jueces que impartían justicia en los periodos iniciales de la creación de la identidad castellana. El fundamento de la institución vendría dado por el deseo de los habitantes de la zona norte de la actual provincia de Burgos de evitar los engorros derivados de la dependencia judicial de Asturias (traslados, costes, retrasos…).
Así, se habría conseguido obtener de parte de los reyes asturianos y leoneses una autonomía parcial en el ámbito judicial. Para ello los habitantes escogieron a dos prohombres: Laín Calvo y Nuño Rasura, para que administraran justicia basándose en la costumbre y en leyes orales de tradición visigoda e incluso prerromana.
Hoy en día parece demostrado que estos supuestos jueces (que tiene dedicados a su nombre varias calles y monumentos) nunca existieron. Su aparición en el relato histórico tiene su origen a finales del siglo XII, como parte del proceso de construcción de la identidad castellana. Así, los Jueces de Castilla se constituían como una justificación de la relativa autonomía de la que supuestamente había disfrutado desde antiguo el territorio. No sólo eso, estos dos personajes le daban “empaque” a su vez a los dos personajes más importantes de la primitiva Castilla: Fernán González y el Cid Campeador, que descenderían genealógicamente de los primeros.
Aceptada la falsedad del grueso de la leyenda, soy de los que prefiere meditar sobre la posibilidad de que contenga algo de realidad. ¿Por qué esta leyenda y no otra?¿Pudo existir algún tipo de organización judicial independiente en la zona en unos años (finales del siglo IX y principios del X) en los que el reino vivía años de confusión? En todo caso al autor de este blog lo que le gusta es más bien rastrear los rastros físicos que estos hechos (ficticios o reales) han dejado hoy en día.