Tras las dificultades para superar la sierra de la Tesla y el desfiladero de la Horadada, el GR99 se toma un respiro (que como veremos no es definitivo) durante esta etapa. Toca recorrer el valle de Tobalina observando las montañas que lo cierran protegidos generalmente a la sombra del bosque de ribera; y con el excepcional complemento de la ciudad de Frías y otros pequeños pueblos.
Dificultad: Baja Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay bastantes cruces pero en general es bastante fácil orientarse y seguir las señales. Belleza: Alta. Tiempo y distancia: 5 horas (20 kilómetros)
Por primera vez desde su entrada en la provincia de Burgos el Ebro transita por un valle abierto; se trata del perfectamente definido valle de Valdivielso, salpicado de pueblos preñados de historia y arte( buen ejemplo de ello lo tenemos en la excepcional obra románica de San Pedro de Tejada). Tras caminar entre cultivos y rodales boscosos, mediada la etapa, el paisaje se vuelve de nuevo agreste.
La carretera ocupa el escaso espacio que deja el río junto a su cauce y el sendero se ve obligado a separarse sensiblemente del río que le da sentido. Atravesamos parte de la sierra de la Tesla, siguiendo la pista que enlaza los dos pueblos llamados Tartalés, ambos apartados, ambos atrayentes. Un descenso final nos acerca a Trespaderne, la única localidad de cierto tamaño (exceptuando Miranda de Ebro) que atraviesa el Ebro en nuestra provincia.
Dificultad: Media. Orientación (sin GPS con track o cartografía): fácil Belleza: Alta. Tiempo y distancia: 7 horas (29 kilómetros)
La séptima etapa del GR99 transcurre en su primera
mitad por la parte baja del estrecho valle Manzanedo. Encajonado entre la
sierra de Tudanca y el páramo de El Rojo, obliga a los pequeños pueblos a
ubicarse a media ladera. Tras el paso de Congosto el valle se abre, pero sólo
de manera momentánea para adentrarse en el singular desfiladero de Los Hocinos.
Al final del mismo comienza uno de los valles más homogéneos e interesantes de
toda la provincia, el valle de Valdivielso.
Dificultad: Baja.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Muy
fácil
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 3 horas y media (15 kilómetros)
Tras dejar atrás los espectaculares y transitados parajes de los cañones del Ebro la siguiente etapa discurre por lugares mucho menos conocidos pero, como veremos, no exentos de interés. Por el estrecho paso de Las Calzadas accedemos al casi despoblado y precioso valle de Zamanzas y desde allí, por el desfiladero de los Tornos, al igualmente ignorado valle de Manzanedo.
Dificultad: Baja. Orientación (sin GPS con track o cartografía): Muy fácil Belleza: Alta. Tiempo y distancia: 5 horas (18 kilómetros)
La etapa 5 del GR 99, Orbaneja del Castillo – Pesquera de Ebro, es la primera que transcurre íntegramente por tierras burgalesas; y, probablemente, la más espectacular al integrar los conocidos paisajes del cañón del Ebro. A ello hay que sumar el interés de varios pueblos con arquitectura de interés y bien conservada. En todo caso en esta descripción retrasaremos el inicio del recorrido al límite con la región de Cantabria.
Dificultad: Baja salvo por la longitud. El único ascenso significativo es el que se produce desde Valdelateja hacia el páramo. Orientación (sin GPS con track o cartografía): fácil. Belleza: Muy Alta Tiempo y distancia: 8 horas y 32 kilómetros. Implica una visita rápida a los pueblos, todos con gran interés.
Aunque con 930 kilómetros de
recorrido el río Ebro no llega a la longitud del Tajo, desde el punto de vista
del tamaño e importancia de su cuenca es sin duda el río más importante de toda
la península, a la que incluso ha dado el nombre.
Resulta por otro lado curioso
cómo probablemente pocas personas fuera de Burgos relacionarían a nuestra
provincia con el trazado de este río (de hecho en la Wikipedia le
dedican menos de diez palabras); y eso que son unos 175 kilómetros de tránsito por el norte
burgalés, quedando en este sentido únicamente por detrás de Zaragoza. Este
“olvido” resulta tanto más llamativo cuando podemos asegurar
que el tramo burgalés es uno de los que concentra más diversidad paisajística de todo
su recorrido.
Como el resto de principales ríos
de España, el río Ebro se encuentra acompañado de un Sendero Natural señalizado
por el Ministerio de Medio Ambiente dentro del programa de Caminos Naturales,
recibiendo en este caso el código GR-99.
Aunque en principio puede parecer algo
monótono caminar cerca de 200 kilómetros siguiendo un río veremos como, al
menos en el caso del tramo burgalés, esta sensación se ve mitigada en buena
medida: La montuosa geografía del norte provincial obliga al cauce a excavar
profundos cañones y desfiladeros, y su carácter de zona de transición
bioclimática ofrecen una variada mezcla de paisajes y flora.
Además, el paisaje del Ebro
burgalés está en general muy poco humanizado. La mayoría de los pueblos son muy
pequeños y son sorprendentemente cortos y escasos los tramos en los que nos
vemos obligados a caminar por asfalto. Tampoco dominan las anchas pistas,
siendo muy frecuentes los senderos que siguen bosques de galería o de ribera en
los que aquí y allí nos encontramos con preciosos rincones.
A lo largo de los próximos
artículos iremos describiendo el tramo burgalés del GR99 coincidiendo con las
etapas diseñadas oficialmente. En cierta medida, especialmente en las primeras
etapas, he aprovechado fotos y descripciones de rutas anteriores. No obstante
calculo que más de la mitad del trazado ha sido realizado en 2013 o con
posterioridad.
Relacionado con lo anterior, la
mayoría de los lugares de interés que se atraviesan en la ruta ya ha sido
descritos en este blog. Utilizaremos enlaces hacia los artículos específicos
salvo en el caso de nuevos emplazamientos, para los que existe la posibilidad
de que dediquemos algún artículo en el futuro.
Aunque para disfrutar de los
principales atractivos del lugar de Pancorbo hemos de subirnos a lo alto de su
sempiterno y conocido desfiladero, dejaremos esta exploración para mejor ocasión
limitándonos por ahora a una breve visita a su entorno urbano.
Paso casi obligado desde tiempos
inmemoriales para la comunicación con el resto de Europa, las sucesivas
culturas han ido dejando muestras de su estancia en este lugar.
En todo caso los primeros rastros
visibles aparecen en las imposibles paredes que aún pueden contemplarse unas
decenas de metros por encima del pueblo, y se corresponden con los restos del
castillo de origen musulmán de Santa Marta. Hasta las mismas se puede llegar
siguiendo un delicado sendero que por el momento declinamos tomar. Al respecto
es preciso indicar que este emplazamiento fue parte de la línea defensiva de la
primitiva Castilla ante el empuje de Al-Andalus.
Si uno consulta el nomenclátor de la web del Instituto Nacional de Estadística (INE) puede consultar la población de todos los núcleos de la provincia que no están abandonados... ¿todos? Buenos, todos no. Por ejemplo, no hay manera de obtener datos del pueblo de Silanes, lugar integrado dentro del municipio de Miraveche.
Y eso que, aunque el lugar está bastante escondido a las faldas de los Obarenes, no se puede decir ni mucho menos que esté abandonado. En las siguientes fotos vemos como dispone de huertas y casas bien cuidadas. Según los datos antiguos de población, en 1940 vivían en este pueblo 140 personas.
No podemos hablar tan bien del antiguo lugar de Ventosa de Miranda. El acceso se realiza desde la carretera entre Silanes y Villanueva de Teba, aunque de momento nos conformamos con esta lejana vista.
Más referencias de este lugar (ubicado en la zona en donde se encuentran esos grandes chopos) lo podemos obtener a partir de la web de Zález. Gracias a la misma podremos saber que apenas quedan unos restos de su antigua iglesia. Según el libro "Los pueblos del Silencio", de Elías Rubio, el pueblo fue abandonado en 1939.
En fechas relativamente recientes (año 2013) se inauguró una instalación en las cercanías del pueblo burebano de Miraveche para la difusión de los yacimientos autrigones de la localidad y, por extensión, de los de lugares cercanos. Los autrigones fueron el pueblo prerromano que ocupó la zona de la Bureba y áreas cercanas hace aproximadamente 2500 años.
Miraveche al pie de los Montes Obarenes
La instalación se ubica en el lugar en donde estuvo el antiguo poblado, a unos 500 metros al norte del pueblo y ya en las faldas del cordal de los Obarenes. Consta de una serie de paneles explicativos y, lo que resulta más curioso, varias siluetas de animales y personas vestidas a la manera de la época; formando un interesante encuadre en el marco circundante.
Aspecto general de la instalación
A través de los paneles podremos conocer más de este pueblo. Como dato llamativo podemos citar el hecho de que la necrópolis (que casi siempre viene a ser la zona en donde se encuentran más restos arqueológicos) se ubicaba exactamente en el mismo lugar en donde ahora se levanta la localidad (literalmente podríamos decir que Miraveche está construido sobre un antiguo cementerio).
parte de los restos encontrados y que se conservan en el Museo de Burgos. Fuente: www.museodeburgos.com
Por ello, no resulta extraño que ya desde los años 30 del pasado siglo ya se empezasen a encontrar restos arqueológicos, caracterizados por su abundancia y por su calidad, y que se descubrían en el formato de urnas funerarias en donde se depositaban las cenizas y el ajuar de los difuntos. Sin duda este yacimiento es uno de los más importantes de su especie de toda la Península Ibérica.
Miraveche nos despide con esta preciosa panorámica
El Pan Perdido, con sus 1238 metros, es la
elevación más alta de la Sierra
de Oña, la parte más meridional de los montes Obarenes. Hoy recorreremos una
parte del interesante cordal de esta humilde alineación montañosa, que nos
ofrece un importante contraste entre su vertiente sur, que domina la gran
planicie de la Bureba,
y la norte, desde se divisan buena parte de las numerosas elevaciones del norte
burgalés. Entre los atractivos adicionales del recorrido se encuentran las
interesantes iglesias románicas de Soto y Navas de Bureba, así como los lejanos
ecos del castillo altomedieval de Petralata.
Dificultad: Media.
Buena parte del recorrido por el cordal es incómodo, implicandocierta complejidad.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil en general. En el
cordal hay que prestar atención para seleccionar la opción más adecuada.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 4
horas y media (14,5 kilómetros) (sin
acceso al castillo de Petralata reducir en 1 km y media hora aproximadamente).
Situación
Para llegar hasta Quintanaelez,
punto de inicio de la ruta, desde Burgos tomaremos la N-I hasta Briviesca. Desde
aquí seguimos la BU-5108
hacia Oña. En Cornudilla enlazamos con la N-232, que tomamos hacia la derecha. Tras unos
cuantos kilómetros, llegando a Quintanaélez, con un poco de atención
identificamos la pista que se dirige hacia Soto de Bureba. Dejamos los coches a
la altura de las últimas casas de Quintanaélez siguiendo esta dirección.
Puntos de interés
Iglesias de Navas de Bureba y
Salas de Bureba. Vistas de la
Bureba, Algunos tramos del sendero de ascenso. Cordal
montañoso. Pan Perdido y vistas desde este lugar. Enclave del Castillo de
Petralata.
Descripción de la ruta
Tras aparcar el coche empezamos a
andar en dirección Soto de Bureba por la pista indicada, encontrando un panel
explicativo al principio del recorrido. Muy cerca observamos el pueblo al que
se dirige este ramal, pero a mitad de camino encontramos un cruce en el que nos
desviamos hacia la izquierda.
Entramos en el tramo más monótono
del recorrido, y ya que hay que recorrerlo preferimos hacerlo al principio de
la jornada. Se trata de un trayecto prácticamente recto de unos 3 km, con suaves toboganes, y que
se dirige hacia el oeste, ignorando todas las bifurcaciones que se le ofrecen.
Los elementos más interesantes de este tramo son las vistas hacia la sierra (a la
derecha) y hacia la llanura burebana (a la izquierda), cerrada esta última por
los picos de la Sierra
de la Demanda
(que aún tienen bastante nieve en esta época).
Vamos avanzando por el camino.
Primero dejamos un frontón algo a la derecha. Luego entramos en un tramo
asfaltado. Pasamos junto a un pequeño y recodito área recreativa y finalmente
llegamos a las cercanías de Navas de Bureba. Frente a nosotros aparece la
característica forma de la Mesa
de Oña y a lo lejos se puede distinguir Poza de la Sal, arremolinada en la ladera
del monte.
Entramos en el pueblo por la
carretera de acceso al mismo, justo a la altura del cartel indicador. Nos
dirigimos hacia la iglesia siguiendo la calle principal. Las casas no son
especialmente llamativas: en esta zona abunda la construcción a base de
ladrillo y revoque de cemento. Llegamos a la altura de la iglesia, que destaca
por su llamativo ábside, y de la cual ya hemos hablado en este blog.
Seguimos la calle que bordea el
ábside y pronto llegamos a la salida del pueblo. Al poco la pista asfaltada se
bifurca. Nosotros vamos por la izquierda y enseguida el asfalto desaparece;
justo a la altura de una nueva bifurcación en donde seguimos de nuevo por la
izquierda.
El camino, que ahora enfila
directamente hacia el monte, empieza a ganar altura. Poco a poco vamos dejando
atrás las últimas tierras de labor y nos acercamos a un encinar. A nuestras
espaldas tendremos todo el tiempo las amplias panorámicas de La Bureba, a las que no hacen
justicia las fotos que he tomado (en parte por la bruma).
Tras un tramo por el encinar,
hemos de prestar atención en una bifurcación al sendero secundario que nace en
el lado izquierdo, pues es el que deberemos tomar. Desde este punto el bosque
se cierra bastante más alrededor de un sendero que primero zigzaguea y luego
asciende por una fuerte pedrera.
Tras salir del bosque el sendero
acaba girando hacia la izquierda y suaviza su pendiente. De este modo el monte
queda a nuestra derecha y el valle a la izquierda. La vereda se ha convertido
en una senda montañera que ya va dejando a sus pies una parte de los macizos
rocosos. Las vistas siguen siendo privilegiadas.
Sin demasiado esfuerzo acabamos
llegando a una zona más abierta, en la cabecera superior de una cárcava. Desde
aquí es fácil distinguir el tramo que nos separa del cordal, que trascurre por
un suelo cubierto de matorral bajo. Recorremos este tramo que empieza con
suavidad y luego se va haciendo más y más duro; tanto que acaba con una serie
de eses. A nuestras espaldas aún observamos el pueblo de Navas, que queda casi 400 metros por debajo de
nosotros.
Ya en el cordal tenemos acceso a
contemplar unas amplias vistas de buena parte de las elevaciones del norte
burgalés: La continuación de la sierra hacia el oeste, el valle que divide los
dos sectores principales de los montes Obarenes, el macizo del Monte Humión, la Sierra de Árcena, Los
Montes de la Peña,
La Sierra de la Tesla, los montes de
Espinosa de los Monteros e incluso Alto Campoo.
Seguimos el cordal hacia el este,
primero con bastante facilidad. Bajo nosotros observamos el alargado caserío de
Barcina de los Montes. Tras descender a un pequeño collado el cordal se vuelve
bastante tortuoso ydeberemos estar
atentos tanto a las marcas de pintura como al lugar donde ponemos nuestros
pies.
En primer lugar el sendero tiende
a ir por el lado derecho de las rocas del cordal, muy pegado a las mismas.
Pasamos junto a un buzón montañero cuyo acceso implica una corta trepada. Al
poco el sendero vuelve a la parte más elevada, pero pronto la abandona para buscar
el pequeño hayedo del lado norte.
Los siguientes cientos de metros
transcurren por este hayedo, que muestra los primeros signos de la foliación
primaveral (hemos realizado la ruta en abril), algo por debajo del cumbral pero sin bajar demasiado. Cuando
termina la parte más quebrada de la cima el sendero vuelve a acercarse a la
misma, ya de modo definitivo. Frente a nosotros, no muy lejos, ya observamos el
macizo del Pan Perdido.
Tras recorrer una especie de
canal volvemos a una zona más abierta. Algo después afrontamos la parte final
del ascenso, alcanzando la cumbre (está marcada con vértice geodésico). En este
punto la ladera sur resulta ser mucho más abrupta que la norte. Observamos los
mismos paisajes ya descritos: destaca el gran lago verde de la Bureba en la que aparecen
los pequeños islotes de los pueblos. Al norte, cerca de la oscura sombra del
Humión, podemos distinguir incluso la ciudad de Frías.
Tras el merecido descanso
continuamos en la misma dirección descendiendo bruscamente hacia el este.
Frente a nosotros observamos una nueva cima compuesta de dos paredones rocosos
en paralelo. Es el lugar en donde se ubicaba el milenario castillo altomedieval
de Petralata.
Bajando con las debidas
precauciones alcanzamos el collado entre ambas cumbres. En el punto más bajo
del mismo se localiza el sendero que baja de nuevo hacia La Bureba. En todo caso tenemos la
posibilidad de sazonar la ruta ascendiendo hacia esta nueva cima. Para ello nos
dirigimos a la empinada canal que se encuentra entre ambos paredones (hay
marcas de una sencilla trocha).
La empinada ladera nos obliga a
extremar las precauciones (por momentos deberemos ayudarnos de las manos). Una
vez en la zona más alta de la unión de las peñas observamos una especie de
pozo, probable signo del antiguo castillo. Emprendemos una trepada por el lado
derecho y con un poco de precaución alcanzamos la cima: una especie de pasillo
de medio metro de espesor en el que se distinguen los restos de un muro. Más información sobre este lugar nos la ofrece un experto explorador de este tipo de enclaves: Zález.
Descendiendo con precaución
volvemos hasta el collado. El sendero de descenso, que primero va hacia el
oeste, es un tanto difuso; pero pronto gira y se observa claramente su
continuación. Perdemos altura poco a poco entrando en un pobre encinar. Un
tramo más adelante la pendiente se vuelve mucho más acusada. Mirando en
dirección a la montaña observamos unas curiosas elevaciones que recuerdan
lejanamente a los Mallos de Riglos oscenses.
Rápidamente alcanzamos la falda
del monte mientras que el sendero enlaza con un camino. Frente a nosotros
observamos la ubicación de Soto de Bureba y Quintanaélez. Seguimos bajando
ignorando todas las derivaciones. Nos obstante, ya muy cerca de Soto y a la
altura de una pequeña loma, tomamos un camino más difuso que surge a nuestra
izquierda. Pasamos junto a un depósito y pronto alcanzamos el citado pueblo. En
su escaso caserío destaca sobremanera el templo románico, también tratado específicamente en este blog.
Desde Soto tomamos la pista que
en un escaso kilómetro nos conduce al punto donde iniciamos nuestro recorrido.
Comentarios
El sendero descrito coincide con
el sendero de pequeños recorrido PRC-BU-218, incluido dentro de los señalados
en el proyecto de turismo ornitológico en Castilla y León (TRINO), y con
la propina del ascenso al Castillo de Petralata. La señalización en el momento de
realizar el recorrido (abril de 2014) es bastante buena.
Se trata de un recorrido de
cierta dureza, por el ascenso al cordal y el avance del mismo. Además hay
muchos puntos que exigen cierta atención y pericia; en los cuales las señales
de pintura serán nuestro mejor guía. En todo caso no es una ruta complicada
para las personas acostumbradas a la montaña.
Deberemos evitar realizar este
recorrido en momentos de mucho calor, al tratarse de una zona muy expuesta al
sol. Tal vez el mejor momento sea la primera mitad de la primavera, para
observar los cultivos con sus tonos más brillantes.