En la misma base del páramo de Corcos, en pleno valle del río Riaza, encontramos el pueblo de Hontangas. En el casco urbano se encuentra la ermita-santuario de la Virgen de la Cueva (sí, la de la famosa canción). Según parece por esta zona no llueve mucho, pero son relativamente frecuentes las tormentas.
Ermita de la Virgen de la Cueva. Al lado zona de bodegas y por encima se intuye la torre de la iglesia |
Fácilmente identificable por su llamativa espadaña de finales del siglo XVI, sorprende ver como el interior es una auténtica cueva, sujeta por varios pilares ante previsibles desplomes en la roca. En la parte más interior, protegido por una reja, se encuentra el retablito con la titular: una imagen de finales del siglo XIII o principios del XIV.
El culto a esta virgen está bastante extendido en la zona; no en vano es la patrona de la Comunidad de Villa y Tierra de Haza; una agrupación de origen medieval que hoy en día comprende dieciséis pueblos de Burgos y Segovia. No está muy claro cuando se inició el culto a esta imagen, aunque evidentemente se retrotrae al menos hasta la construcción de la espadaña.
La tradición es mucho más jugosa a la hora de explicar el origen de este culto. Se cuenta que los señores de Haza (o sus soldados, según versiones) divisaron desde su castillo una luz que salía de una cueva (de Haza y su castillo ya hemos hablado, y se sitúa a varios kilómetros). Al acercarse a ver de qué se trataba encontraron la talla de la Virgen, que quisieron llevarse a Haza en un carro de bueyes, quienes por más fuerza que hiciesen no conseguían mover el carro. Otra versión atribuye a los vecinos de Adrada de Haza el intento infructuoso de trasladar la imagen.
Así, decidieron crear allí mismo la ermita de la Virgen de la Cueva. Las personas que allí acudieron para admirar la virgen formaron el pueblo de Hontangas. De hecho, a unos 700 metros del actual casco urbano se encuentras los restos de la ermita tardorrománica de San Mamés. Es bastante plausible que en torno a la misma existiera un poblado medieval y que la imagen estuviera originalmente en dicho templo.
Pero esto no es todo. Como ya hemos visto en los casos de Fuentelisendo, Fuentemolinos o Adrada, estos páramos calizos favorecen la existencia de profundos manantiales de caudal relativamente estable. No es una excepción el caso que nos ocupa, pues junto a cueva existió desde siempre un manantial, ahora encauzado hacia una fuente alejada unos metros. Los vecinos acuden con frecuencia a recoger agua de la misma ensalzando su calidad. No en vano el propio nombre de Hontangas es alusivo a la abundancia de fuentes.
Imagen cedida por Amador Fuente |
Ahondando aún más; resulta que la pila de agua bautismal es en realidad parte del fuste de una antigua columna romana; por lo que no es descartable que estemos hablando de un antiguo santuario precristiano o incluso indígena. No en vano en la misma cueva se encontró un ara del siglo I A.C. con alusión al dios celtibérico AEIO DAICINO, divinidad de tipo acuático. En realidad, está constatado que el actual pueblo de Hontangas se ubica sobre un extenso yacimiento arqueológico.