La ermita de Santa María Egipciaca (o de Egipto) se encuentra en un paraje realmente escondido del Valle de Mena, cerca de la localidad de Anzo y a los pies de los montes de La Peña. En un tupido rodal boscoso rodeado de prados, sin ni siquiera un camino de acceso se encuentra el templo semiarruinado de factura barroca, no especialmente interesante ni en cuanto a lo arquitectónico ni en cuanto a lo artístico. En realidad, si me he decidido a hacer un hueco en el blog a este lugar, más allá de su singular ubicación, es por la interesante historia de su advocación y de la propia ermita.
María de Egipto o Santa María Egipcíaca fue una asceta del siglo IV que se retiró al desierto tras una vida de prostitución. Es venerada como patrona de las mujeres penitentes y generalmente se la suele representar en dicha actitud. Es una advocación muy poco habitual en nuestro país, aunque entre las excepciones cabe mencionar las escenas de su vida representadas en un fresco de la iglesia de San Salvador de Oña, datado en el siglo XIV.
Quiere la tradición que en este lugar de Anzo se apareciera la virgen a un pastorcillo, Lázaro de Crisantes, de edad 13 años, en el año 1645. Pidió la santa a Lázaro que se edificase un templo en su honor. No creyeron a Lázaro en la primera ocasión, y le conminaron a que volviera a lugar a ver si se repetía el milagro. Así lo hizo y la santa volvió a aparecer. Para que fuese creído, tomó unos hilos del gabán del pastorcillo y con ellos formó una preciosa cruz.
Esta prueba fue tan impactante que los meneses no sólo construyeron la ermita, sino que convirtieron a la santa en patrona del valle. Una versión más detallada cuenta que los vecinos de Anzo intentaron construir la ermita en el mismo casco urbano del pueblo, pero los materiales de construcción desaparecían por la noche y aparecían milagrosamente en el monte la Revilla (el nombre del emplazamiento) .Y de nada servía el esfuerzo de los vecinos para evitar este misterioso traslado hasta que comprendieron que detrás de las palabras del pastor había un poder sobrenatural contra el que era imposible luchar.
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Bosquete en el que se oculta la ermita. Al fondo Castro Grande y el Fraile, siempre vigilantes. |
Entonces todo el vecindario se unió para cumplir con lo que se le había encomendado, accediendo al "mandato de María" como dice una de las estrofas del cántico a Santa María Egipciaca, que todavía se conserva por aquellos lares. Desde entonces al barrio más cercano también se le denomina de Santa María. Se construyó asimismo otra ermita dedicada a Santa María Egipciaca en el lugar, más accesible, de Mercadillo, aunque no muchos años después se recuperaría el patronazgo en exclusiva para Cantonad.