A medio camino entre Villarcayo y Medina de Pomar nos encontramos el desvío que
conduce al campo de Golf de Villarías. Observando el entorno cuesta imaginarse
que hasta hace unas décadas aquí existió un pueblo.
De hecho el primer documento en
el que se refiere este lugar es nada menos que el documento fundacional del
monasterio de Oña, de 1011, en el que aparece nombrado como como “villa Aresi”
o “villa de Ares”. El dominio del monasterio duró varios siglos, y se realizaba
a través del monasterio intermedio de San Pedro de Tejada. La iglesia
parcialmente románica que ahora observamos y de la que hablaremos más adelante proviene
de esta época.
Vista del campo de Golf
En 1392 García Sánchez de Arce
adquiere las propiedades de la zona intercambiándolas por otras con el monasterio
de Oña. Desde entonces el lugar se convertiría en un mayorazgo que permanece en
poder de los Arce hasta 1631, cuando que es vendida a Luis Ladrón de Guevara y María
de Padilla, y luego acaba en 1739 en Sebastián de la Cuadra, secretario de
Felipe V, que la necesitaba para cumplir las condiciones para la fundación de un marquesado, que recibe precisamente el nombre
de Villarias. Es en este momento cuando el marqués edifica el palacio conocido
como “Casa Grande”.
Vemos por tanto como durante toda
su historia los vecinos de Villarías no fueron propietarios, sino simplemente
arrendatarios de unas tierras que no fueron suyas. La propiedad del marquesado
se extiende hasta 1968, cuando tres familias se ponen de acuerdo para comprar
la propiedad al marqués.
La "casa Grande", hoy restaurante.
Los demás vecinos, que ya para entonces no eran muchos, tuvieron
que irse. Los nuevos propietarios iniciaron un proceso de modernización y concentración
parcelaria que se llevó por delante todos los edificios menos la “Casa Grande” y
la iglesia, quedando no obstante esta última en estado de abandono.
En el año 1990 la familia Alonso-Arenaza compró toda la
propiedas, constituyendo la sociedad "Villarías 90, S.L.", e inició
el proyecto denominado "Complejo residencial deportivo Villarías".
Vista de la urbanización un viernes de junio. El único coche que se ve es el mío.
En un primer momento se le da a la finca un uso cinegético.
En 1992 se restaura la "casa grande", en cuya planta baja se instala
un restaurante. En octubre de 1996 se
inauguró un campo de golf, con un
recorrido inicial de nueve hoyos, ampliable a dieciocho. Simultáneamente se
restaura la iglesia, proceso que termina en el año 1997.
El proyecto urbanístico hasta ahora ha llegado a la construcción
de aproximadamente un centenar de viviendas, aunque los planes de los
propietarios son más ambiciosos. Por el momento, en el año 2013 se ha
inaugurado un museo de bicicletas en las instalaciones de la hostería.
De los edificios existentes el más interesante sin duda es
la iglesia, que conserva del periodo románico una portada muy sencilla y el ábside.
Apenas se han conseguido salvar unos pocos bienes del patrimonio mueble, entre
los que destaca una pequeña imagen románica de la Virgen sedente con el niño.
Varias tomas de la iglesia, felizmente restaurada
En definitiva, bajo el prisma del que les escribe,
sentimientos contrapuestos. Por una parte resulta alentador que aún no se haya
cerrado el libro de la historia de este pueblo; convirtiéndose en un proyecto que mira al futuro; y por otro produce cierto
rechazo el que se haya convertido en foco de una actividad que sigue siendo,
queramos o no, bastante elitista.