viernes, 25 de noviembre de 2011

Quecedo de Valdivielso

Como hemos visto en otros pueblos de Valdivielso, y como veremos en otros, Quecedo es también lugar de varios palacios y casas fuertes, lamentablemente en su mayoría en mal estado de conservación. El ejemplo más evidente es este Palacio de los Huidobro, originario del siglo XVI.  Presenta tres pisos y las almenas que la coronan están reforzadas por garitones en las esquinas. En uno de sus flancos aparece un palacio, que también está rematado por almenas.







Este otro palacio, conocido por varios nombres, entre ellos el de Palacio de los Gómez, presenta en su escudo la simbología del arzobispado. Se encuentra al borde del colapso.



Esta es la casona Esteban Arco


La estrecha calle principal de Quecedo


No podemos irnos de Quecedo sin acercarnos hasta su centenaria encina o hasta el singular y espectacular paisaje de "Los Cárcavos".

jueves, 24 de noviembre de 2011

Ruta de senderismo: El Pico San Millán por las Cascadas de Altuzarra (segunda parte)


Tras el merecido descanso es hora de emprender el descenso. Entre las varias posibilidades nosotros tomaremos un sendero que nace retrocediendo unos metros desde la cumbre. Sin mucha dificultad encontraremos la vereda que desciende hacia la derecha por la empinada pendiente, de modo que pasa bajo la vertical de la cima y continúa hacia el este. Con cuidado de no caer en este tramo descendemos paulatinamente en busca de una nueva arista. Alcanzaremos la misma tras asomarnos por un momento hacia el barranco del río Morales.




Girando paulatinamente hacia la izquierda volvemos al circo de San Millán y empezamos a descender por una pesada pedrera que nos obliga a no perder la atención ni un momento. Siguiendo los hitos montañeros vamos perdiendo altura con rapidez buscando el centro del circo.
 
Por momentos atravesamos espacios en los que las rocas aparecen cubiertas por una capa herbácea, pero en general el tramo complicado es bastante largo, mientras que paulatinamente junto a nosotros van naciendo los diversos manantiales que forman el río Urbión.

 

Durante la última sección de este complicado tramo dejamos el arroyo a la derecha, el cual forma ya alguna cascada. No será, en todo caso, hasta la cota 1600 cuando alcancemos las primeras hayas, que habremos estado observando bajo nosotros durante todo el descenso.
 
El hayedo va tomando paulatinamente fuerza mientras nos aproximamos al río, que cruzamos pasando de piedra en piedra, junto a una secuencia de pequeños saltos. Desde este punto nos vemos inversos de nuevo en el bosque y nuestro avance se hace más cómodo ya que en general el sendero es bastante liso y ancho, salvo en puntos encharcados y en las zonas en donde hay que vadear el río.

 

 
Es momento de solazarnos con los múltiples y preciosos rincones que nos depara el hayedo y el río al que se le van sumando más y más arroyos. Vamos así perdiendo altitud paulatinamente sin mayores novedades que las comentadas. En tramos algo más complejos tendremos la opción más monótona de alejarnos del río o más compleja e interesante de seguir junto al mismo aunque nos veamos obligados a hacer equilibrios entre piedra y piedra. Aquí va un pequeño muestrario de lo que nos espera.











 
En la cota 1225 encontramos una señalización de la senda Enrique del Rivero, que no es sino un cortísimo ramal que nos acerca al punto desde el que el periodista tomó la más famosa imagen de este hayedo.

 
Desde aquí aún nos queda un tramo de gran interés, el cual podemos dar por concluido cuando lleguemos a un rustico puente sin barandilla fabricado con troncos y tierra. Muy poco después llegamos al punto donde tomamos el sendero de las cascadas y desde aquí por un camino muy cómodo alcanzamos el área recreativa y nuestro vehículo.




Comentarios

Debido a su longitud, su desnivel (partimos de unos 1050 metros) y los tramos en los que el sendero obliga a esforzarnos la ruta puede considerarse como dura, aunque no complicada. En todo caso un mínimo de preparación y experiencia previa es necesario.

Nos encontraremos, especialmente en otoño, con bastantes personas que tan sólo remontan el río un par de kilómetros. Si lo que nos interesa es la senda de las cascadas podemos descender por el camino alternativo que hemos señalado en la descripción. Esta opción implica recorrer tan sólo unos diez kilómetros y la dificultad y desnivel son muy inferiores.

Entre las peculiaridades de este valle está el hecho de que guarda muy bien la humedad. En épocas lluviosas o de deshielo es muy complicado, por no decir imposible, con lo que lo más recomendable es buscar el verano y muy especialmente el otoño, cuando los hayedos estén en su plenitud cromática. En todo caso es prácticamente obligatorio utilizar calzado impermeable y con niebla o tiempo inestable se debe intentar evitar salvo que seamos conocedores de la zona.

Track de la ruta:


miércoles, 23 de noviembre de 2011

El Día de los Bosques Autóctonos

Me permitiréis que haga un pequeño inciso en mi descripción de la ruta al Pico San Millán para recordar que hoy es el día de los bosques autóctonos en España; englobado además en el año Internacional de los Bosques.

Aprovecho para hacer memoria de los bosques que os he mostrado en este blog en sus cerca de tres años de existencia, y aquí van algunos de ellos: Los hayedos del San Millán, Otero y Mencilla, los bosques del alto Pedroso, la Dehesa de Monasterio de la Sierra, las dehesas y rodales de Valdelaguna, los bosques de Juarros, los Hayedos de Ordunte, los Hayedos de Losa, los Pinares de la Sierra, la Hoya de Huidobro, Los Montes de Oca, El monte Hijedo, La dehesa de los Jaramillos, el hayedo de Carrales, el desfiladero del Ayuda, el bosque de Las Pisas, La Tejeda de Panizares, los pinares de la ribera del Duero, El robledal de Edilla...integrando además alrededor de una cincuentena de entradas dedicadas a los árboles singulares burgaleses.

Todos ellos, unos más humildes, otros más exhuberantes, invitan al caminante a introducirse en los mismos y disfrutar de ese mundo tan auténtico como es el bosque. Y lo mejor de todo es que aún quedan muchos por descubrir.


viernes, 18 de noviembre de 2011

Iglesia de San Pedro de Tejada

No voy mucho a San Pedro de Tejada, y ello pese a la inigualable belleza de este maravilloso templo. Tal vez sea porque sé que no necesita tanto ser difundido, tal vez por el dolor que supone el hecho de que la iglesia románica más interesante de toda la provincia sea propiedad privada.

Sí, ya sé que muy probablemente sin los Huidobro no se hubiese podido conservar, pero en ningún otro sitio tengo una sensación de humillación tal como la que transmiten los guías-propietarios del lugar. Nada que ver, por ejemplo, cuando visité Santa María de Bujedo.

Aquí tenemos la entrada, ahora protegida por una verja que impide la visión exterior; tal vez para evitar expolios, tal vez para evitar que la gente tome fotos del exterior y no pase por caja. El edificio lateral es posterior, destinado a la recogida del pago de los diezmos de las posesiones del antiguo montasterio.


Vista del templo con la sierra de la Tesla al fondo. Lo más destacado son las formas armoniosas y la altura conseguida, gracias sobre todo al empleo en determinadas zonas de la piedra de Toba.


La portada concentra el mayor interés escultórico.


Destacan los frisos de los apóstoles. En especial este en el que aparece Cristo con san Juan dormido y Judas comiendo de su mano a la vez que roba un pez.


Un león luchando con una figura humana.


Otra vista del templo. La torre prismática es excepcional.



Los canecillos tiene muy buena talla y su temática es interesante. Abundan los de simbología erótica y lúdica.


por esta puerta se conectaba el templo con las dependencias del antiguo monasterio.





Como habréis podido deducir, no se permiten fotos en el interior. Tampoco se permite la subida a la torre por unas supuestas obras que no acaban de llegar.

En la red y en publicaciones especializadas podéis encontar más información técnica sobre el templo. En todo caso quiero dejaros algunas informaciones más bien históricas y poco conocidas, aunque en realidad casi todo lo que rodea a la historia de esta iglesia y su antiguo monasterio está envuelto en cierto halo de misterio. Lo que escribo aquí procede en su mayoría del libro "San pedro de Tejada y su retablo". de Joaquín de la Iglesia Alonso de Armiño.

Existe un documento de cronología dudosa, posiblemente de hacia 860, denominado “pacto de Tejada” en el que se cita al rey Ordoño y al conde Rodrigo y que tradicionalmente se considera el documento de fundación del monasterio. En el mismo las principales parroquias del valle prometen sumisión al abad Rodanio. En todo caso se hace referencia a la existencia de una regla anterior, con lo que la fundación original podría retraerse hasta el siglo VIII. Como ya citamos a la hora de describir el colegio de niñas huérfanas de Quintana de Valdivielso, varios capiteles de origen mozárabe fueron encontrados junto a la iglesia hacia 1920.

La documentación existente estimula la teoría de que San Pedro de Tejada, como algunos otros lugares de temprana fundación, fue sede episcopal a temporadas, tras la dispersión de la primitiva diócesis de Oca tras la invasión sarracena. En 1011 pasa a depender de Oña, junto con todas sus posesiones. Esta situación tendrá unas consecuencias contradictorias: por una parte se cercenará la posibilidad de ampliar los dominios pero por otra se garantizará su mantenimiento bajo el amparo de un monasterio tan poderoso. Muy probablemente sin esta vinculación a Oña no se hubiese podido construir el templo de que hoy disfrutamos.

Se calcula que la iglesia se empezó a construir a finales del siglo XI y tiene influencias navarras, posiblemente relacionadas con la permanencia de San Iñigo (el más afamado abad de Oña) en san Juan de la Peña. Precisamente respecto a este monasterio se detectan ciertas similitudes, como el ajedrezado que hay en torno a los arcos, los entablados de los capiteles, la forma arquitectónica y, sobre todo, los arcos ciegos que adornan la parte baja del interior del ábside. También hay que tener en cuenta que Sancho el Mayor de Navarra fue enterrado en Oña.

En todo caso existe muy poca información de este monasterio más allá de lo que podemos observar en sus piedras. En 1580 se sabe que habitan monjes pero en 1616 no figura Tejada como lugar de vecinos. Es decir, en la primera mitad del siglo XVII Tejada se despobló de vecinos, aunque el monasterio podría seguir habitado. En 1670 es cuando Argáiz ve los muros medio derruidos. Posiblemente en esta fecha ya no tendrían residencia regular los monjes en este lugar, habiéndose trasladado a Oña; aunque se seguían recogiendo y almacenando los frutos de los diezmos, pues el edificio utilizado para tal fin, que aún vemos al lado de la iglesia, es posterior.

Precisamente respecto a la despoblación del monasterio existe una inquietante leyenda. Cuentan de una epidemia que asolaba los fértiles pueblos del Valle y los piadosos monjes en su intento por asistir a los vecinos, fueron cayendo uno tras otro hasta que sólo quedó uno. Este, notando su cuerpo muy débil, cavó su propia fosa y acostándose en la misma, esperó una muerte que tardó poco en llegar.

Otra tradición relacionada con este lugar es el supuesto fragmento de la Vera Cruz, traído según crónicas en 1603 a Tejada, desde un origen incierto. Un monje la custodiaba y los pueblos vecinos hacían donativos para acogerse a su protección. En el año 1845 se acordó llevarla a Quintana, por encontrarse el puente ruinoso, con la obligación de devolverla una vez reparado. El puente se reparó pero la imagen no volvió.

Y aún podemos mencionar un último tesoro semidesconocido de este monasterio. Se trata de un retablo gótico, mandado colocar por el abad de Oña, Fray Alonso de Madrid, entre los años 1506 a 1512. De su análisis se desprende que no estaba hecho para esta ubicación y ni siquiera formaba una unidad, tratándose más bien de un reaprovechamiento de diversos cuadros pintados con otro fin. De hecho para colocarlo hubieron de romperse algunos ajedrezados y capiteles, tal y como se puede ver aún observando el hueco dejado por el mismo. Aquí podemos ver una foto de hacia 1950, cuando aún estaba en la iglesia.


Las tablas del retablo se llevaron a Madrid en 1963, donde fueron restauradas en la Casona del Buen Retiro, y tras una serie de peripecias han acabado, por fortuna, en el Museo de Burgos, donde podemos observarlas con detenimiento.

El silencio sobre el devenir de San Pedro de Tejada se extiende más allá de su fin como lugar de culto. En 1840 fueron vendidas todas las propiedades a la familia Huidobro, que es la que aún las posee. Según lo leído en el libro junto con el templo pasaron a manos de la familia los capiteles mozárabes y el fragmento de la Vera Cruz, pero nada sé de su ubicación y propiedad actual. Obviamente otras piezas fueron a parar a destinos conocidos o desconocidos. El Museo Marés, de triste renombre en el ámbito del expolio castellano, posee un crucifijo del gótico más primitivo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Puente Arenas

Más allá de la sin par iglesia de San Pedro de Tejada, Puente Arenas ofrece, como muchos de los pueblos del Valle de Valdivielso, excelentes ejemplos de arquitectura señorial.




Estre estos palacios podemos distinguir el del Obispo Temiño. En 2011 fue abierto, tras una profunda reforma, como hotel y restaurante, pero a día de hoy (escribo esto a finales de 2015) no sé si permanece abierto.



En esta imagen vemos la parte trasera del Palacio, muy cercano a la iglesia, la cual muestra una sobria portada románica.



Entre el puente de acceso y la parte principal del pueblo existe un espacio bastante despejado en donde llama la atención un gran edificio de factura decimonónica. En realidad se trata de un proyecto hotelero realizado a instancias de don Telesforo Rodríguez, médico personal de Carlos María de Borbón, uno de los pretendientes carlistas al trono de España, a finales del siglo XIX. Al parecer fué usado como edificio de colonias en el siglo pasado.


A la salida del pueblo encontramos estos grupos escultóricos, que creo son del escultor Carlos Armiño, con taller en el cercano pueblo de Cereceda.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Iglesia de El Almiñé

El pueblo de El Almiñé tiene varios lugares e historias de interés etnográfico, pero hoy enfocaremos nuestro objetivo exclusivamente sobre su valiosa iglesia parroquial bajo la advocación de San Nicolás de Bari, un tanto eclipsada por la cercanía de San Pedro de Tejada, que conserva del románico todo el lado oeste y sobre todo su  maciza torre sobre cúpula



Trabajado ventanal del lado oeste, que hace las veces de rosetón.


Series de canecillos, en los que no escasean los de temática erótica.



Interior del templo con paredes y bóvedas cubiertos de policromía posterior.



Tuvimos la suerte de realizar nuestra visita coincidiendo con la semana, a finales de mayo, en la que la imagen de Nuestra Señora de La Hoz permanece en el pueblo. La talla es trasladada a hombros, en la ida y en la vuelta, desde su emplazamiento habitual en la ermita que se levanta en lo alto del páramo a lo largo del empinado y tortuoso camino del pescado.