jueves, 31 de enero de 2019

Los pueblos inundados por el embalse de Úzquiza

Aunque es un caso menos conocido que el producido por otros pantanos, también el embalse de Úzquiza, el principal suministro de agua potable de Burgos, guarda bajo sus aguas los restos de, no uno, sino de hasta tres pueblos. Pude comprobarlo con mis propios ojos en el excepcionalmente seco otoño de 2017.

El primero de los pueblos es el que da nombre al embalse; Uzquiza. Era el más cercano a la actual presa, casi en la vertical del pequeño portillo de “El Matorro”. Como los otros dos pueblos, fue reducido a escombros tras el abandono definitivo. Y por ello sus restos son muy escasos. 

Restos del pueblo de Úzquiza. Al fondo se aprecia la presa del embalse.

lunes, 28 de enero de 2019

Repaso anual a la despoblación


ex-colegiata de Valpuesta

Como todos los años, aprovechando la publicación en el INE de los datos actualizados a 1 de enero de 2018 del censo de población desagregado por localidades, dedicamos a entrada de hoy a hacer un pequeño repaso a la despoblación de los pueblos burgaleses de menor tamaño; a modo de peculiar recuerdo a los mismos.


El primer dato que buscamos es el de núcleos que aparecen con cero habitantes, que tras intentar filtrar aquellos que realmente son barrios o granjas queda en 23, uno más que el pasado año (ya comentamos en su momento que en realidad hay unos cuantos más que ya no aparecen siquiera en el censo). Las variación consiste en que Hierro (Merindad de Cuesta-Urria) ha perdido el único empadronado que tenía.


Como en otras ocasiones, considero que tal vez sea más representativo el dato de localidades que no superan los 10 habitantes, que serían aquellos con probabilidad de no tener población "real" y en todo caso con alto riesgo de desaparecer. Siguiendo mis criterios de limpieza de aquellos que no pueden considerarse "pueblos", llegamos a la triste cifra de 268 pueblos o núcleos en esta situación. El pasado año eran bastantes menos, 254 (y en 2015; 237, así que continúa la sangría). De los poco más de 1200 pueblos de Burgos, la friolera de 961 tienen menos de 100 habitantes


En este sentido, las ampliaciones del censo entre los pueblos más pequeños son bastante humildes. Podemos citar a Peñalba de Manzanedo, que pasa de 1 a 3 habitantes, o el cercano Manzanedillo, que pasa de 2 a 4. Valmayor de Cuesta Urría, escenario hoy en día de un interesante proyecto de repoblación, sube de 2 a 5, Quintanilla-Colina de 4 a 7, San Esteban de Treviño de 4 a 9; o Encio de 9 a 13 habitantes. 


Por el contrario, las reducciones censales son bastante más frecuentes y bruscas. Podemos citar los casos de Villanueva-Rampalay, que pasa de 3 a 1. Campo (Villarcayo), de 7 a 3, Ranedo (Tobalina), de 10 a 6; Leva, de 11 a 6, o Paules de Lara, de 12 a 7. Especialmente triste es el caso de Valpuesta, cuna de nuestra lengua, que pierde 7 de sus 16 habitantes.


De los 371 municipios de Burgos, 289 tienen una densidad inferior a los 10 hab/km2 (tampoco la media provincial es para tirar cohetes unos 25 hab/km2, siendo la decimosegunda menos poblada de España). Estos 289 municipios representan más del 77% del territorio y menos del 13 % de la población.

jueves, 24 de enero de 2019

La fiesta de "Los Jefes" en Santo Domingo de Silos

Ya hemos reflejado en algunos artículos que Santo Domingo de Silos tiene una historia más allá de su afamado Monasterio, historia incluso en cierta medida opuesta (en su momento tuvieron incluso luchar para que se les permitiera construir una iglesia independiente de la abacial). Esta dicotomía es un hecho consustancial a las localidades que nacieron al calor de grandes monasterios. Y quizás el evento más famoso de Santo Domingo de Silos, la fiesta de los Jefes, tenga en su carácter profano uno de sus elementos más atrayentes. 

Las hogueras de sabina (enebro) forman parte fundamental de la fiesta

Cada año, el último fin de semana de enero la localidad se transforma y bulle de actividad: es la Fiesta de los Jefes. Aunque realmente tiene su comienzo algo antes, el día de Reyes, momento en el que se procede al sorteo de los cargos de Capitán, Cuchillón y Abanderado entre los varones casados del pueblo.

En la mañana del último sábado del mes de enero, el pueblo se reúne en la plaza. Es el momento de ir a buscar a Los Jefes a sus respectivos domicilios. Entre el gentío, observaréis como hay dos grupos de personas que destacan por su indumentaria. Los hombres vestidos con capa castellana son los comisarios de la fiesta y suelen ser todos los cabeza de familia de la villa. Los niños ataviados con chalecos y polainas de borreguillo y cargados con cencerros son la representación de los ganados que durante el incendio fingido de Silos se encargaran de provocar el mayor ruido y alboroto posible. Conducidos por el aire marcial del tambor, se procede a recoger al Cuchillón, al Abanderado y finalmente al Sargento. Completa la comitiva, se dirigen al Monasterio, donde la Comunidad los recibe en el patio de San José. Allí, el abanderado hace una demostración de su pericia y se entona repetidas veces el grito emblemático, una especie de “tantra”, de toda la fiesta: ¡Viva nuestra devoción al dulce nombre de Jesús y de María!

Los hombres con sus capas castellanas acompañan el recorrido nocturno

De nuevo en la plaza, tiene lugar la lectura del Pregón y, concluido éste se realiza una especie de presentación formal de los jefes del año. Todo el pueblo forma un gran círculo y en su interior cada uno de los jefes dará una serie de vueltas con aire gallardo y solemne, finalizado éstas con el consabido Viva.

A primeras horas de la tarde se celebra la Corrida de Gallos o Las Crestas, ritual antiquísimo en el cual los jefes, y posteriormente cualquier audaz jinete, habrán de intentar cobrar alguna de las prendas que cuelgan de una soga que es hábilmente manejada por un vecino para entorpecer las aspiraciones de los participantes.

Los jóvenes y niños portan chalecos y polainas de borreguillo; además de cencerros

Afortunadamente hace años que estas prendas sustituyeron a los antiguos gallos que dieron nombre al acto. Y tras Las Crestas, La Carrera de San Antón, ecuestre en la cual los jefes y otros vecinos competirán por alzarse con la victoria en un breve pero complicado circuito urbano.



Con la llegada de la noche, tiene lugar el que probablemente sea el acto más espectacular y llamativo de toda la fiesta: Silos en llamas, cuyas imágenes acompañan a este artículo. Se encienden hogueras por todos los rincones; los hombres, escoltando a los jefes, recorren varias veces el pueblo, portando teas e invocando los nombres de Jesús y María; los más jóvenes se cargan de cencerros y provocan la realista sensación de una desbandada general de animales domésticos. En la plaza, una gran pira sirve de punto de reunión de todos los participantes y en torno a ella concluye esta jornada.



El domingo está consagrado casi por completo a las Benditas Ánimas. Por la mañana se celebra una misa dedicada a todos los silenses difuntos. De una emotividad incomparable es el Rosario que se reza por la tarde. El luto de los jefes, las letanías acompañadas por el grave resonar del tambor, la austeridad de la procesión y el recogimiento general de la ceremonia conforman la antesala de lo que será el último de los rituales de la fiesta.



Como al principiar Los Jefes, la plaza es escenario de la postrera representación de la fiesta. Una a una, las mujeres de los jefes, vestidas de luto y hermosamente tocadas, tomaran el cuchillo e iniciaran un gracioso desfile, concluyendo el mismo con las mil veces repetida aclamación de los nombres de Jesús y de María.-

¡Viva nuestra devoción al dulce nombre de Jesús y de María!

Cuenta la leyenda que durante la invasión musulmana de la Península, un ejercito de moros puso sitio a la villa de Santo Domingo de Silos. Ante la desigualdad de las fuerzas encontradas, un vecino de la misma ideó una estrategia singular: simulando un incendio, y con él la destrucción de cuantos bienes hubiera en el pueblo, el enemigo daría por inútil cualquier intento de asedio. Y así fue. En la oscuridad de una fría noche castellana, ardiendo numerosas hogueras, resonaron gritos de alarma, retumbaron en todo el valle los ecos de cientos de cencerros en estampida y, por fin, el gran teatro del caos devastación dejó atónito al sitiador, quien optó por volver grupas y olvidarse de aquella villa arrasada por el fuego.



Sin embargo, la complejidad de la fiesta y la variedad etnográfica de los elementos que la componen nos hacen pensar que estamos en presencia de un ritual conformado a través de la superposición de diversas tradiciones; fundamentado en múltiples orígenes, algunos históricos, otros imaginados, y, en fin, dotado de una plurisignificación antropológica tan apasionante como intrincada.



Fuego, caos, hombres vestidos de animales, ruido carreras de gallos, ecos lejanos de un pasado moruno, acoso de nobles y resistencia de un pueblo comandado por un enérgico abad, jerarquías palpables, presencia de la comunidad de los muertos, protagonistas vestidos con indumentarias militares decimonónicas y señas inequívocas de la francesada y las guerras carlistas, advocación franciscana que combate la blasfemia, jefes que recuerdan una peculiarísima forma de organización político-administrativa de la Villa de Silos, son algunos de los fascinantes componentes que hacen de la fiesta de Los Jefes un mosaico irrepetible de tradiciones intercaladas y perfectamente compatibles.

Termino el artículo con un pequeño vídeo.




La mayor parte del texto ha sido tomado de http://www.santodomingodesilos.es/fiestas/fiestas-de-los-jefes 

lunes, 21 de enero de 2019

Diez años del blog "Tierras de Burgos"


Hace exactamente diez años se publicaba el primer artículo de este blog; una breve y tosca reflexión sobre las razones que impulsaban su puesta en marcha. Desde entonces muchas cosas han pasado, muchos momentos de mayor o menor lucidez, mayor o menor entusiasmo, mayor o menor tiempo de dedicación. 

Ha sido un camino largo y arduo, pero también apasionante, buscando escribir sobre todos los rincones y patrimonio de Burgos que a mi entender merecen la pena de ser conocidos. Pero es que, además, también ha cambiado la intensidad con que se habla de estos temas en internet en general; cada vez son más los trotamontes, e incluso los propios vecinos, que se animan a dar a conocer los centenares de lugares interesantes de nuestra variada provincia a través de internet.

En todo caso, creo que tiene su mérito haber llegado hasta aquí (no lo hubiera pensado en su momento) y demostrar además que hay contenidos variados como para completar más de mil cien artículos sobre la provincia de Burgos, renunciando además prácticamente a hablar de la capital y del resto de grandes localidades.

Sí, es verdad que muchos de los artículos tratan de temáticas que no interesan a mucha gente o muy localistas pero, no lo olvidemos, si nosotros, los burgaleses, no somos capaces de conocer este patrimonio no seremos capaces de apreciarlo, y si no somos capaces de apreciarlo no seremos capaces de preservarlo. Basta preguntarse, yo lo hago muchas veces, en qué condiciones estarían muchos de los lugares mostrados si estuvieran en otra provincia, en otra región.

Creo que si algún valor tiene este blog es el de integrar en un solo lugar información de diversas fuentes para que el lector pueda tener un primer conocimiento de las cosas. En mi opinión la falta de vertebración y visión global es uno de los defectos más importantes que arrastra la divulgación turística en nuestra provincia. 

Afortunadamente, sé que hay muchos sitios y páginas (la mayoría gestionados por aficionados que no se llevan ningún beneficio por ello) que van a mejorar y completar la información de que yo proveo. Sé que en mis artículos hay muchos errores, lagunas e inexactitudes, pero desde el mismo momento en que una persona me detecta un fallo, ya conoce al menos lo mismo que yo, y podrá contar la historia a otra.

Este camino me ha llevado a publicar cerca de 6000 fotos, la inmensa mayoría propias. He tratado de ilustrar cada una de las historias con imágenes, asociar lo que cuento con algo real y palpable, pero las fotos nunca han sido el fin, sino el medio para completar la narración. En general me he limitado a incluir exclusivamente las que creía necesarias para ello. De hecho, las últimas decenas de las rutas de senderismo publicadas no incluyen fotos, sino vídeos descriptivos. Estos vídeos son la mayor parte de los 158 vídeos propios a los que he enlazado desde el blog. 

Las 168 rutas de senderismo que aparecen en el blog cubren un total de 2500 kilómetros. No he incluido en esta suma los kilómetros adicionales por repetición de rutas, ni los andados hasta algunos de los lugares mostrados en el blog, en algunas ocasiones situados a varios kilómetros del lugar en donde dejé el coche. Por cierto, tampoco he contabilizado los kilómetros realizados con el coche, que han sido unos cuantos.

En los artículos he mostrado centenares de lugares. Entre ellos he escrito de forma directa o indirecta sobre cerca de seiscientos pueblos, muchos de ellos afectados por la despoblación y algunos deshabitados o abandonados. También se trata de gran cantidad de castillos, palacios, iglesias, ermitas, monasterios, restos arqueológicos, cascadas, manantiales y árboles, entre muchas otras cosas. 

Y, a partir de ahora ¿Qué? Bueno, pues de momento dispongo de contenidos para “aguantar” algunos meses más; aunque bien es cierto que de un tiempo a esta parte la mayoría de artículos son actualizaciones y mejoras de otros anteriores. En principio quiero seguir algo más en ese ámbito.

Últimamente también estoy dando algo más protagonismo a describir de primera mano eventos, actividades e iniciativas rurales relacionadas con la temática del blog (venciendo mi natural dificultad para interaccionar con la gente), también he aumentado los vídeos en el blog y es probable que me decida a hacer vídeos resumen por zonas…aunque no niego que la idea de dejar el blog siempre está rondando; un momento que llegará tarde o temprano. 

Hace algún tiempo el blog superó los dos millones de visitas. Bien es cierto que el ritmo de aumento ha decaído considerablemente los últimos años. Creo que la principal razón es que no le dedico suficiente tiempo; y la segunda que, como digo más arriba, cada vez más fuentes de información y de mejor calidad. En todo caso quiero daros gracias especialmente a todos los que habéis interaccionado conmigo estos años de una manera u otra (y que habéis tenido el mérito adicional de haberos leído toda esta chapa). Cada uno de los mensajes de reconocimiento han sido leídos con ilusión, pese a que muchos de ellos han servido para darme cuenta que hay bastante gente que sabe más que yo de la provincia. Siempre se echan en falta más comentarios, pero ya sabemos que no se puede mantener un blog de este tipo con la única motivación de recibir halagos y parabienes.

Y nada más, nos vemos en las TIERRAS DE BURGOS

jueves, 17 de enero de 2019

Cabañes de Esgueva: La hoguera de San Sebastián y el enebro de los Buitres

La fiesta de San Sebastián, muy cercana a la de San Antón, es una de las más importantes del calendario festivo tradicional de nuestra provincia. Interesantes ejemplos ya han sido mostrados en este blog, como los de Villasandino y Melgar.

Hasta donde he podido saber, parece que se aún se celebra esta festividad en lugares como Santa María Ribarredonda, Canicosa de la Sierra, Quintanar de la Sierra, Adrada de Haza y Caleruega, en la mayoría de los cuales se conserva la cofradía bajo el patronazgo de San Sebastián.

Caso aparte por lo original es el de Cabañes de Esgueva, pues se procede a la quema de la tradicional hoguera de San Sebastián. Los actos en honor de este mártir romano comienzan por la mañana del sábado más cercano a la fiesta; con la procesión del Santo y la bendición del enebro, que servirá de centro a la gran fogata.

Bendición del enebro y procesión del santo.
También se bendice el vino que se repartirá por parte del Ayuntamiento entre todos los que asistan a la quema de la hoguera. Este vino es embotellado específicamente para la fiesta. También se aprovecha el evento para la celebración de la matanza del cerdo al estilo tradicional. 


El enebro (que en realidad se corresponde con el árbol de la sabina) se recoge a partir de la poda de numerosos ejemplares los días previos a la fiesta (la “limpia del monte”). Este trabajo comunitario, en el que se llenan varias galeras, sirve para reforzar los lazos entre los vecinos. Terminado el trabajo las ramas son transportadas a la plaza, en donde permanecerán a la espera de su quema.




Durante la hoguera propiamente dicha, que empieza en torno a la medianoche del sábado al domingo, la pira inicial es alimentada continuamente con nuevas ramas aportadas por los asistentes, de modo que transcurren varias horas en consumirse todo el enebro cortado, desprendiendo ese característico olor.




No es muy conocido el origen de esta tradición ni los motivos de la misma, pero antiguos vecinos de esta localidad afirmaban que se empezó a celebrar hace muchos años -sin concretar- con motivo de una fuerte epidemia de peste que sufrió el pueblo. Esto obligó a encender una hoguera para quemar los enseres, ropas y pertenencias infectadas para evitar que se propagara el contagio... De aquel acto arrancó una costumbre que se sigue realizando en la actualidad y en Cabañes se tiene la convicción y así la practican de que para salvarse y librarse de la enfermedad cada uno de los asistentes tiene que arrojar por lo menos una rama al fuego. De hecho parece ser que incluso las personas impedidas que no podían ir a la hoguera quemaban una rama en la chimenea

Se desconoce la vinculación de la hoguera con la fiesta de San Sebastián. Pudo ser una coincidencia simplemente, pero lo más probable es que se hiciera en esa noche para pedir la protección de este Santo a quien el pueblo cristiano invoca como patrono contra la peste. Algunos creen incluso que el madero al que está atado en su iconografía habitual es un tronco de enebro.

El culto a san Sebastián ha estado ligado desde antiguo a los preservativos y remedios contra la peste. La tradición remonta a Roma, cuando en el año 680 fue golpeada por la peste y la erección de un altar a san Sebastián hizo que cesara de inmediato. El hecho cobro tanta fama, que con el correr de los años las desapariciones de las pestes en Milán en 1575 y en Lisboa en 1599 se atribuyeron a la intercesión del santo.

Lo cierto es que en pueblos y lugares cacereños o asturianos o incluso en enclaves pirenaicos se encienden hogueras en dicha fecha. Según parece, dentro de los actos de san Sebastián en Melgar de Fernamental, a los que hemos hecho referencia en este blog, se encendía la víspera una hoguera en la puerta de cada cofrade. También es enebro (sabina) lo que se quema en las hogueras de la Fiesta de los Jefes de Santo Domingo de Silos.

Resulta curioso que precisamente el mayor ejemplar de sabina de nuestra provincia (hasta la fecha y hasta donde llegan mis conocimientos) se encuentre precisamente en esta localidad de Cabañes de Esgueva; ya en la zona de Ribera del Duero y bastante alejado de los grandes sabinares burgalesas.

La sabina, llamada enebro en muchos pueblos, es un árbol muy frecuente en el curso medio del río Arlanza. No en vano da nombre a un Parque Natural en su zona habitual de desarrollo; en donde por momentos forma bosques de cierta entidad. Desde aquí llega a extenderse hacia el este, hasta entrar en conflicto con los pinares; y hacia el sur y el este en forma de ejemplares cada vez más aislados.

Es quizá en estos últimos emplazamientos en donde comprobamos cómo este árbol, que en general muestra un porte pequeño y hasta cierto punto raquítico; puede llegar a desarrollarse en forma de elegantes ejemplares sin se dan las adecuadas condiciones de suelo y humedad. Así, no es raro observar amplios campos de cultivos salpicados aquí y allá de estos venerables árboles.

Quizá las sabinas de buen porte fuesen más frecuentes hoy en día si no se hubiesen utilizado secularmente como elementos constructivos; dado su excelente rendimiento frente al fuego, la humedad y los insectos (su madera no se pudre).  Tampoco habrán ayudado los procesos de concentración y mecanización agraria.


El llamado "Enebro de los Buitres", recibe tal denominación porque según los vecinos no era raro encontrar a tales animales posados en sus ramas; en donde llegarían incluso a anidar. Lo primero quizás sea más factible de lo que parece, como lo demuestra esta imagen de unos buitres en la copa de un gran pino, pero lo segundo se me hace inverosímil. En todo caso se trata de un precioso ejemplar de unos quince metros de altura y cinco de perímetro a altura normal. 



Muestra signos de algunas podas lo que ha contribuido a la definición de su gran tronco. Está situado en medio de una finca, aunque más bien en un estrechamiento de la misma; que tal vez en origen fueron dos diferenciadas. De hecho, con un poco de atención se observa (en primavera, cuando yo lo visité), cómo los alrededores del árbol están un tanto encharcados. Es bastante probable que aquí existiera un antiguo manantial que ha ayudado a dar su vitalidad a este ejemplar.


Esperemos que el dueño de la finca sea una persona capaz de apreciar la belleza de este ser vivo. Seamos optimistas, el que no lo haya cortado hasta ahora es signo positivo. Lo cierto es que Cabañes posee unas 300 hectáreas de monte, conformado fundamentalmente por enebros, y las podas periódicas con ocasión de la festividad de San Sebastián sirven de limpieza para el mismo.

Quiero agradecer la información suministrada por la alcaldesa de Cabañes de Esgueva para la elaboración de este artículo. Las fotos de la poda y la celebración han sido aportadas por ella, así como parte de la información contenida en el mismo.


jueves, 10 de enero de 2019

Las loberas de Merindades

Una vez visitadas las loberas más conocidas de Merindades (seguro que hay alguna más que se le escapa al autor de este blog) vamos a hacer un artículo recopilatorio que ha de ser necesariamente breve. Aunque probablemente no sea necesario, queremos dejar bien claro que nuestro gran interés por este excepcional patrimonio etnográfico no supone ningún tipo de añoranza de esta salvaje manera de cazar animales que afortunadamente pertenece ya al pasado. 


Las loberas eran unas estructuras diseñadas para la captura de los lobos que consisten básicamente en dos paredes convergentes que acababan confluyendo en un foso. Para su uso es necesaria una batida del territorio de manera que se acorrale al animal entre los muros y no le quede otro remedio que caer en el agujero, en donde era abatido con piedras y, más recientemente con escopetas.


Este funcionamiento tan aparentemente simple guarda una serie de aspecto más complejos que pueden pasar inadvertidos. En primer lugar, había que escoger los lugares más adecuados tanto desde el punto de vista de lugares en los que pudiera transitar el lobo como para tender la emboscada. Era habitual aprovechar vaguadas naturales, así como ubicar las loberas cerca de riscos, lo que acrecentaba la superficie cubierta por la lobera y por lo tanto su efectividad.


Por otro lado, también era precisa la existencia de un procedimiento coordinado para el desarrollo de las batidas, regulado por las correspondientes ordenanzas, de manera que en cuanto alguien avistara al animal se pusiera en marcha lo más rápidamente el mayor número de personas. 


En la propia construcción de la lobera había una serie de detalles importantes. Había que dejar una serie de portezuelas en los muros para facilitar la entrada de los últimos cazadores, aquellos que evitaban que el lobo se pudiera dar la vuelta (y también para facilitar el tránsito en las épocas en que no se usaba la estructura). A tal efecto existían también las llamadas “cabañuelas”; pequeños cobijos formados por varias piedras en donde el cazador se escondía hasta que el animal superaba su ubicación.


Los muros (por cierto, todos construidos a base de “piedra seca”, ahora que está tan de moda) empezaban a una altura muy baja, para evitar que el lobo se diera cuenta del engaño, e iban ganando altura a medida que se acercaban al foso para evitar un último salto a la desesperada. También con este objeto, las piedras de las últimas filas de las paredes y foso estaban inclinadas hacia el interior; e igualmente se colocaban grandes piedras en el foso para dificultar que la fiera pudiera tomar impulso. Es preciso reflexionar incluso sobre el tiempo necesario para buscar, transportar y colocar esta ingente cantidad de piedras. 


El foso, para el cual a menudo se intentaba aprovechar una oquedad natural, estaba diseñado para que existiera un pequeño cambio de rasante inmediatamente antes del mismo, para evitar que el lobo pudiera visualizarlo antes de llegar al mismo. Para aumentar este efecto, a veces se colocaba una traviesa de madera o parapeto justo antes del hoyo, de manera que el cánido se veía obligado a saltarla encontrándose a continuación el vacío bajo su patas. En ocasiones el propio foso era camuflado con ramas. Por la parte exterior del foso y de la última parte de los muros existía a media altura una especie de repisa para que la gente se subiera y desde allí apedrear al animal. 


Y resulta que de estas excepcionales estructuras, de las que apenas quedan unas pocas docenas en toda la península, la mayor concentración la tenemos en el norte de Burgos, y especialmente en la zona de Losa. A continuación ponemos un mapa con la ubicación de las mismas. Posteriormente indicamos el enlace a los artículos correspondientes, en donde encontraréis detalles más concretos de cada una de ellas.


5. Toyo

De todas estas loberas, la situada a mayor altitud es la del Alto del Caballo, a 1248, y la menor es la de La Barrerilla a 825 metros. Se especula con la posibilidad de que todas, o al menos parte de las loberas de Merindades estuviesen diseñadas para funcionar como un sistema en red (de oeste a este) que ampliaría las posibilidades de que fueran capturados más lobos, mediante los efectos sinérgicos que permitirían poner en marcha una nueva batida si se había escapado el lobo de la anterior. 


De las ordenanzas para regular estas batidas, la más completa que se conserva es la del Valle de Losa, cuya primera versión se remonta al menos al siglo XVIII. En las mismas se describe pormenorizadamente las responsabilidades de cada pueblo en las batidas, así como las tareas de cada tipo de participante. La caza contribuía a reforzar la cohesión y solidaridad tanto entre los vecinos como entre los diferentes pueblos afectados. Los gastos ocasionados por las batidas eran costeados con los arbitrios o impuestos especiales que se recaudaban para financiar los gastos municipales, y mediante la contribución obligatoria de los propietarios de ganados foráneos trashumantes. Se cree que en algunas batidas se podía llegar concentrar cerca de un millar de personas. 


Podríamos transcribir aquí estas ordenanzas, pero nos parece aún más interesante recoger la descripción que realizó en 1787 el Corregidor de las Siete Merindades de Castilla, en respuesta a la Corona sobre las características de la comarca: 


hácese en esta Merindad de Losa mui buen queso de oveja y cabra, pero muy pequeños. Tienen la policía de perseguir mucho a los lobos y demás fieras, para lo que, en sus montes y hazia aquellos parajes en que suelen asistir y ocultarse estas fieras, tienen hechas oyas sumamente ondas; y de labios esteriores de ellas, dos paredes bastante altas a piedra seca que se ban abriendo, al paso que se prolongan hasta abrazar buena parte del monte. Sobre el labio interior del oyo, de pared a pared, esta puesto un parapeto de vardada como de cinco cuartas de altura para que impida a la fiera pueda reconocer el daño en que va a caer.


Las ordenanzas xenerales mandan que el primero que vea el lobo o alguna mortandad, si ha executado, pique las campanas de su pueblo en aquel modo que tienen determinado, y a la voz de ellas, inmediatamente todo vezino de la Junta en que sucede, es preziso que, dejando toda labor acuda a incorporarse con el resto de los habitantes de sus pueblos a quienes preside el rexidor o procurador síndico de ella o su teniente, en su ausencia.


Junta la gente, y manifestado el sitio en que se bio la fiera, se dispone la vatida. Los escopeteros se disponen cerca del oyo, resguardados de espaldonizos de piedra para que uno a otro no puedan ofenderse. Para poder tomar estos sitios sin ruido, tienen entradas por las paredes referidas que se cierran con pies derechos de árboles. Quando a los que toca ser batidores conozen que los escopeteros han podido tomar estos sitios, hechan su batida dirijiéndola a incluir su fiera entre las citadas paredes, lo que no es mui difícil. Los perros que llevan para ella hazen que corra con violencia. Luego que llega a los espaldoncitos, cada uno de los que los ocupan la debe disparar, pero con la precaución de que sea después de haber pasado de su sitio. Y como cada vez es más frecuente el fuego, tanto más se ciega la fiera y así, en llegando al parapeto se arroja a saltarle con lo que queda en medio de la hoya donde es imposible salga. Y de este modo, son pocas las que escapan sin ser luego muertas ni ocasionen daño


Sabiendo todo esto, no podemos más que entristecernos sabiendo el lamentable estado en que están la mayoría de loberas de Merindades, sin que parezca importarles en exceso a los que podrían tomar cartas en el asunto.

martes, 8 de enero de 2019

La lobera de Villabasil


Ubicación aproximada de la lobera en el monte Peñalba. Se señala también la situación del peculiar "As de Bastos".

La lobera de Villabasil se encuentra en el pequeño pero tupido hayedo de la ladera del Pico Peñalba que da hacia Losa; que tiene la peculiaridad de estar expuesto hacia el sur. Los fríos y nieblas de los montes de la Peña sin duda son la justificación de esta singular circunstancia. 


Dos imágenes del foso. Se colocaban a propósito grandes piedras en el centro del mismo para dificultar una carrera y posterior salto del animal. 


El acceso es relativamente fácil partiendo del citado pueblo, por camino, hasta la base de la ladera. A partir de ahí, aunque quedan apenas unos cientos de metros, deberemos disponer de información geográfica porque, si no, simplemente la lobera no se ve. 

Nótese que las piedras superiores sobresalen más; también para dificultar una posible huida.

Vistas desde el foso hacia las paredes
Efectivamente entre el espeso hayedo encontramos los restos de la lobera; cuyo signo más evidente es un gran foso casi circular de unos treinta metros cuadrados y unos tres de profundidad. Estas peculiaridades han llevado a especular sobre la posibilidad de que fuera usada también para capturar osos. 

Tramo de pared en relativo buen estado. Al fondo el foso.
Aparte del foso, el resto de la lobera se encuentra en unas condiciones lamentables. La longitud estimada es de unos 200 metros para la pared izquierda y unos 300 para la derecha.

Tramo mucho más deteriorado