Habiendo pasado decenas de veces por el hayedo de Carrales, hace tiempo que me llevada rondando por la mente el preparar y realizar un trayecto que lo recorriera en toda o casi toda su extensión, puesto que el tradicional trazado propuesto por Enrique del Rivero dejaba con cierta sensación de quedarse a medias, amén de que presenta un tramo poco definido. Planeando el recorrido contacté con la gente de Rueda la Bota, más conocedores de la zona; y una cosa llevó a la otra y al final la realizamos juntos.
Este es el resultado de la puesta en marcha de este intento, realizado en la última fase del otoño, en cuanto a coloración de hojas se refiere.
Dificultad: Alta (por la distancia)
Orientación (sin GPS con cartografía o track): fácil
Belleza: Muy alta
Tiempo y distancia: siete horas y 24 kilómetros.
Situación.
Hay que salir de Burgos por N-623 dirección El Escudo hasta que pasados ochenta kilómetros llegamos a Cilleruelo de Bezana. En este cruce de carreteras tomamos la que surge hacia la izquierda, dirección Arija, pero casi consecutivamente otra pista de menor anchura que conduce en primera instancia hasta Quintanilla de San Román y, tras un kilómetro adicional, hasta Villamediana de San Román, aparcaremos el coche junto a la iglesia.
Puntos de Interés
Hayedos de monte Carrales. Arquitectura popular de Quintanilla y Villamediana. Cavidades rupestres de la Tía Isidora y El Horno. Vistas desde Pico Nava y en general desde la parte superior.
Descripción de la Ruta
Junto a la iglesia de Villamediana, al lado izquierdo de la Carretera, nacen dos caminos; una pista ancha que será por donde concluiremos el recorrido y otro estrecho de base herbosa que es el que tomamos. Frente a nosotros vemos el final del hayedo de Carrales en su parte occidental, bajo la sombra del pico Nava. En unos instantes llegamos junto al hayedo y lo bordeamos girando hacia la derecha. Al poco llegamos a una franja desprovista de arbolado con objeto de dejar espacio bajo el tendido de alta tensión.
En este punto dejamos el poco marcado camino para buscar alguno de los senderos que hacia la izquierda se introducen por esta franja. En todo caso la vegetación no es muy alta por lo que andaremos sin especiales complicaciones.
En breves momentos, nada más superar una torre de alta tensión, llegamos a un poco marcado camino que asciende hacia la izquierda. Tomamos el mismo mientras empezamos a disfrutar del paisaje que se abre al oeste de Carrales, pero que luego describiremos en mayor profundidad.
Tras un duro repecho llegamos sin más novedades a un vallado de alambre cuya portilla hemos de superar. Al otro lado se encuentra un pequeño prado más cuidado que los circundantes y al final del mismo el camino continúa en forma de una pista mucho más marcada.
Tras escasos metros, más bien en descenso, y en una curva del camino, llegamos a una zona más despejada. A la derecha observamos mesas y asadores para la merienda campestre y a la izquierda podemos descubrir una antigua iglesia o eremitorio rupestre conocido como cueva de la Tía Isidora. Si encontramos su puerta abierta podemos inspeccionar su reducido interior. Hace unos años este espacio ha sido acondicionado por los vecinos de Montejo de Bricia para realizar una romería anual.
Monte hijedo
Retomamos la pista que transcurre por esta área en el que se alternan prados abandonados y repoblaciones de pinos. Ascendemos un poco y, justo cuando la pista empieza a descender, localizamos hacia la izquierda un sendero indicado por el cartel “senda peatonal” (es probable que este cartel no dure mucho tiempo).
Tomamos esta senda suficientemente marcada que sigue ascendiendo un poco para luego descender bruscamente. Identificamos en este punto una nueva iglesia rupestre, el Horno, menos acondicionada que la anterior, cuya entrada se encuentra un tanto elevada, justo encima de unos dujos apícolas semiabandonados. Al parecer en los años cincuenta vivió aquí un pastor cuyo nombre encontraremos grabado en varios puntos. En realidad existen al menos otras dos cavidades de similares características en las cercanías, asociadas a un antiguo monasterio del que apenas quedan vestigios.
Una vez en la parte inferior de la cueva, donde crece un castaño, seguimos los últimos metros del sendero muy poco marcado y buscamos su continuación hacia la izquierda hasta que desembocamos bruscamente en una ancha pista.
Este camino heredero de uno tradicional, ha sido acondicionado para el ascenso y mantenimiento de las piezas del parque eólico que ahora ocupa la parte superior de Monte Carrales. Ascendemos por el mismo (estas serán las rampas más duras de todo el recorrido) hasta que llegamos a la especie de meseta superior, ocupada por un pinar de repoblación y el propio parque eólico.
Caminamos bajo el movimiento y el sonido de estos gigantes modernos hasta el último de ellos. De frente observamos una especie de anexo de la meseta, el pico Nava (1027 metros) en donde crece un pequeño bosquete de encinas. Observamos una franja de piedras que lo cruza de un lado a otro, lo que da claros indicios del posible uso de este lugar como castro prerromano. El muro de piedras habría sido levantado para defender el único lado débil de la fortaleza.
Caminamos hacia la especie de proa que forma el pico Nava con cierta precaución, pues a nuestros pies se abren los boquetes de varias simas potencialmente peligrosas. Llegados a final del mismo tenemos unas vistas espléndidas de un paisaje que ya se había venido anticipando desde el inicio del recorrido. Hacia el este el primer tramo del hayedo de Carrales y las tierras de Valdebezana. Bajo nosotros, el caserío de Villamediana, en realidad muy cercano, y más alejado la gran mancha del pantano del Ebro y las cumbres de la sierra del Escudo. Hacia el oeste, las tierras del Alfoz de Santa Gadea (con la mancha negruzca de la turbera Margarita en primer término) y la gran mancha arbolada de Monte Hijedo, con un cierre de paisaje ocupado por las cumbres de Alto Campoo.
Turbera Margarita
Volvemos sobre nuestros pasos retomando el camino de servicio a los aerogeneradores aunque de cuando en cuando nos desviamos hacia el cortado de la izquierda para observar el hayedo y el paisaje existente a sus pies.
Tras haber avanzado unos dos kilómetros desde el pico Nava el amplio camino traza una curva hacia la derecha (coincidiendo con la entrada en territorio cántabro). De frente tenemos un vallado ganadero con una portilla que franqueamos (entramos en Cantabria durante unos kilómetros). Al otro lado nace un sendero que nos permite continuar nuestro avance mientras que hacia la derecha el pinar se hace más espeso.
Recorrido otro kilómetro por este nuevo sendero (de nuevo es recomendable desviarse a la izquierda para disfrutar del hayedo) nos encontramos de frente con otra nueva valla de alambre. En este caso en lugar de franquearla la seguimos hacia la derecha, ascendemos un poco (este es el punto más alto del recorrido, 1137 metros) y descendemos bruscamente por una especie de cortafuegos hasta un camino situado unos metros más abajo. De frente tenemos sendas moles pétreas que corresponden a los Castros de Quintanilla y de Barrio (a este segundo ascendimos hace ya un tiempo en una ruta aquí descrita).
Tomamos el camino hacia la izquierda, incorporándonos con ello al pequeño valle formado por el arroyo del Pozo. Los prados en diverso estado de mantenimiento alternan con un bosque mixto de pinos (especie dominante), robles y hayas.
Descendemos con rapidez y facilidad por esta pista y al cabo de menos de un kilómetro llegamos a las construcciones de la semiabandonada granja de Vallujera. Tras un rápido vistazo continuamos descendiendo por el camino dos kilómetros más hasta acabar desembocando en la carretera que une Polientes con el Puerto de Carrales.
Como buscamos este último punto continuamos nuestro recorrido siguiendo la carretera en su ascenso. No mucho después volvemos a entrar en la provincia de Burgos, tal y como podemos ver por el camino de asfalto y la cartelería.
Cuando llevamos más de un kilómetro de avance por la carretera, ésta empieza a trazar la amplia curva que hacia la derecha le va a llevar a enlazar con la N-623. Hacia el final de esta curva, en el lado izquierdo, vemos que un prado semiabandonado da paso a un bosquete al que se puede acceder por una portilla.
Bordeando el bosquete por su lado izquierdo podremos identificar los restos de un antiguo camino, hoy apenas sendero herboso. Siguiendo los trazos de esta vereda giraremos hacia la derecha pasando por encima del bosquete y algo más arriba hacia la izquierda poniéndonos en paralelo a la N-623. Poco más adelante termina el camino junto a una alambrada que hay que superar justo a la altura del Puerto de Carrales.
Justo al otro lado de la carretera nace un marcado camino que será por el que sigamos; así que cruzaremos con cuidado la carretera y avanzamos por el mismo a la vez que nos vemos inmersos en el hayedo, que nos acompañará durante la mayor parte del resto de la jornada.
Avanzamos por el bello bosque en donde la especie dominante es sin duda el haya, con algunos ejemplares de buen porte. No obstante se distinguen algunos acebos e incluso algún pequeño tejo. Mientras afrontamos una suave ascensión durante aproximadamente dos kilómetros.
Llegamos con ello a un collado despejado de arbolado. Desviándonos hacia la izquierda llegaremos a un saliente desde donde tenemos una interesante vista de la parte más oriental del hayedo. En todo caso el recorrido continúa por el camino que empieza a descender de forma brusca.
Un brusco giro hacia la izquierda, justo a la altura de una desviación a la derecha, nos orienta hacia el oeste, empezando con ello el camino de regreso hacia Villamediana. Seguimos con ello disfrutando del bosque durante algo más de un kilómetro, al final del cual éste empieza a clarear bordeando algunos prados.
Instantes después alcanzamos la carretera que desde la carretera nacional comunica con Torres de Abajo. Tomamos la misma hacia la izquierda regresando con ello al hayedo. Un entorno de gran belleza nos conduce de nuevo a la carretera Nacional citada y casi enfrente, unos metros por encima de nosotros, observamos el inicio de otro camino similar al que hemos venido siguiendo.
Empezamos a caminar por este camino, conocido como Camino de la Calleja Bajera, el acceso más habitual al hayedo de Carrales, que asciende un poco e inicia un suave descenso que nos permite disfrutar con mayor deleite del entorno.
Serán unos cuatro kilómetros por este interesante camino hasta llegar hasta Quintanilla de San Román. Al llegar a las primeras casas nos encontramos con una bifurcación en la que seguiremos la calle de la izquierda. Vamos dejando atrás las separadas casas del pueblo hasta que unos doscientos metros después la calle asciende hacia la derecha para buscar la carretera que recorre el pueblo.
Poco antes de llegar a la misma veremos un camino de hierba que sale hacia la izquierda. Avanzamos por el mismo girando bruscamente hacia la izquierda y desembocando en una ancha pista de tierra. La seguimos en un nuevo giro, esta vez hacia la derecha mientras dejamos atrás las últimas casas de Quintanilla.
Durante la última parte de nuestro paseo habremos visto de manera cada vez más marcada el hayedo desde la parte inferior. Ahora lo vemos de manera más clara. Unos doscientos metros más adelante llegamos a una bifurcación en la que seguimos por la izquierda y al poco llegamos a un tramo recto al final desde el cual ya observamos Villamediana. Contemplando una vez más el último tramo del hayedo llegamos sin mayores problemas al pueblo.
Comentarios
Estamos ante una ruta larga aunque no especialmente dura. El desnivel entre el punto más bajo y el más alto no llega a los 250 metros existen sucesivos subes y bajas que aumentan considerablemente el desnivel acumulado.
Aunque creo que la belleza compensa la realización de la ruta completa, existen varias posibilidades para reducir su longitud. Tal vez la más obvia es eliminar la aproximación hasta el pico Nava, con lo que nos ahorraremos unos dos kilómetros. También podemos realizar por la N-623 el escaso kilómetro que separa el puerto de Carrales con el inicio del camino de Calleja Bajera, pero con ello se perderá la esencia de este recorrido, que es recorrer completamente este interesante bosque. Por último, resulta factible aunque incómodo ascender desde la cueva de la tía Isidora hasta el pico Nava, entre la cerrada vegetación.
Los cruces no representan en mi opinión mayor problema en cuanto a orientación. No existen fuentes en el recorrido. Track de la ruta: