miércoles, 29 de mayo de 2019

Subida de los pendones al castillo de Lara

La asociación Tierra de Lara es una entidad creada ya hace unos años y que viene haciendo ímprobos esfuerzos para mantener la vitalidad de esta comarca burgalesa basándose en el trabajo en común de los diferentes pueblos y personas que la componen. Su trabajo e iniciativas no han pasado desapercibidos, habiendo sido objeto de diversos reportajes, menciones y premios. Para saber más podéis consultar su página web: www.tierradelara.es

Entre los diversos actos de confraternización que desarrolla la asociación ocupa un lugar especial la subida anual de los pendones a las ruinas del emblemático castillo de Lara. Tiene lugar el primer sábado de junio, cumpliéndose este fin de semana la undécima edición. Las imágenes que acompañan a este artículo corresponden a la subida del año pasado.

El acto central comienza alrededor de las once de la mañana. Los pendones, casi en su totalidad de tradicional color encarnado, son de los que se utilizan habitualmente en las procesiones eclesiásticas. En los últimos años viene siendo habitual invitar al pendón de una localidad de otra comarca, el año pasado correspondió tal honor al pueblo leonés de Palacios de la Valduerna, provincia con mucha tradición en actos de este tipo. (este año será el pendón de Guardo, Palencia, el que se incorpore a la comitiva).


Al fondo, Peña Carazo

jueves, 23 de mayo de 2019

Ruta de Senderismo: El Valle de Valdivielso

Interesante ruta que combina las mejores vistas sobre el valle de Valdivielso y el desfiladero de los Hocinos, con el recorrido por los pueblos más conocidos del valle. Por el trazado y longitud implica cierta dureza y los continuos cambios de dirección pueden llevar a cierta confusión. 

Dificultad: Media/Alta. Debido al desnivel, pero especialmente a la distancia.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay algunas zonas complejas.
Belleza: Alta
Tiempo: 5 horas y media (18,5 kilómetros). Si decidimos pasear por los pueblos el tiempo se alarga.



Acceso.

Desde Burgos seguimos la C-629 en dirección a Villarcayo. Justo al finalizar el descenso del puerto de la Mazorra nos encontramos con las casas del Barrio Grande de Valdenoceda, en donde dejamos nuestro vehículo

Puntos de interés.

Vistas sobre el valle de Valdivielso, en especial desde los restos de San Cristóbal. Vistas sobre el desfiladero de los Hocinos. Bosques mixtos. Entorno del Puente del Aire. Pueblos de Puente-Arenas, el Almiñé, Quintana de Valdivielso y Valdenoceda.

Descripción.

El barrio Grande de Valdenoceda es poco conocido pero conserva un entramado urbano de cierto interés. Buscamos un puente de factura neoclásica que nos sirve para pasar por debajo de la carretera y tomamos un camino que empieza a ascender por el barranco de las Hoces. Ganamos altura con facilidad ignorando un primer camino que desciende a la derecha.

Al cabo de un kilómetro el camino gira a la derecha abandonando la parte más empinada del barranco. 300 metros después el camino empieza a descender y justo en este punto lo abandonamos para buscar un sendero que asciende por la ladera. Aunque un poco borroso al principio, al poco se muestra muy claro y lo seguimos en un largo ascenso con varias revueltas de 180 grados. En el kilómetro 3 llegamos al punto más alto, a nada menos que 1070 metros y con un desnivel superado superior a los 400.

Estamos en un saliente rocoso que se eleva unos metros sobre la planicie por la que continúa el recorrido, unos metros a nuestra izquierda aparece una especie de cercado de piedras que en realidad es lo último que queda de la antigua ermita de San Cristóbal. No podremos dejar de pensar qué razón llevó a edificar una ermita en un lugar sólo apto para las águilas.

Siguiendo las estacas de continuación del recorrido descendemos unos metros hacia una especie de planicie despejada, en dirección contraria al valle de valdivielso. Unos 300 metros después se llega a un nuevo saliente rocoso y las estacas nos indican que giremos hacia la derecha, en dirección a un aerogenerador que se ve en la loma del fondo. Continuamos así otros 500 metros hasta toparnos con un camino en el que únicamente se marcan las roderas de los vehículos. Tomamos este hacia la derecha de modo que nos volvemos a aproximar al Valle de Valdivielso y los Hocinos.

El nuevo camino discurre en dirección NE durante un kilómetro, hasta que en las proximidades de unos postes eléctricos desaparece. Aquí giramos hacia la derecha siguiendo las indicaciones del sendero de pequeño recorrido, primero hacia el SE y luego hacia el E en busca de un nuevo barranco que desciende directamente hacia los Hocinos. En esta nueva canal empezamos por el lado orientado al norte, pero cambiamos de vertiente justo cuando el sendero se empieza definir algo más y junto a una fuente que estará seca casi todo el año. Ignoramos una opción para descender y nos cruzamos con otra senda que asciende desde la parte baja y por la cual ascendemos. Podríamos tomarla hacia abajo y la ruta se reduciría unos 3 kilómetros.

Ascendemos por un curioso tramo por la roca desnuda. Al final del mismo continuamos sin cambiar de dirección unos 200 metros y siguiendo las indicaciones giramos a la derecha, todo ello por un cerrado bosque de carrasca. 900 metros después del último giro llegamos a un punto en el que se intuye un sendero que desciende entre encinas de mayor tamaño. Descendemos unos metros por este sendero y llegamos inmediatamente a un mirador natural que cae a pico sobre la parte norte del cañón de los Hocinos, con el Ebro 250 metros más abajo. Justo aquí se ha aprovechado una oquedad para ubicar un sorprendente aprisco (por el emplazamiento).

Volvemos a subir esos metros y continuamos por el sendero, cada vez más marcado, que gira paulatinamente hacia la derecha para volver al barranco. El sendero acabará volviendo a la vertiente húmeda de esta canal, en donde encontramos incluso algunas hayas, al punto en el que la senda se convierte en un camino más marcado. Lamentablemente el camino se ha visto convertido en una torrentera con el paso de los años, lo que dificulta un descenso que en caso contrario debería de ser cómodo. En todo caso cubrimos rápidamente el kilómetro y medio que nos separa del fondo del valle.

Encontramos el Ebro junto al llamado “Puente del Aire” y el área de esparcimiento aneja, aunque parece que el nombre más correcto es "Puente Nuevo". Cruzamos el puente, no sin antes echar un vistazo a la vista más típica del desfiladero de los Hocinos, y al otro lado localizamos un camino junto a una antigua ermita en ruinas (la ermita de las Ánimas) y que sigue en dirección sur. 

El camino sigue al borde del Ebro y deja a un lado otro camino que asciende por la izquierda. Poco después empezamos un suave ascenso. Si nos fijamos en el camino tallado en la roca observaremos algunos tramos empedrados. En realidad este es un tramo del llamado “camino del pescado”, que luego continúa ascendiendo La Mazorra. Llegamos a la altura de la antigua fábrica de Lanas y Penal de Valdenoceda. A nuestras espaldas tenemos unas excelentes vistas del Puente del Aire y Los Hocinos. De frente bellas estampas de Valdenoceda y Quintana de Valdivieso.

En este punto nos alejamos del Ebro caminando junto a campos de cultivo en dirección a Puente Arenas. Rechazamos un par de desvíos antes de llegar a este pueblo, el cual atravesamos por su calle principal. Veremos interesantes edificios entre los que se incluye un gran palacio convertido en establecimiento hostelero.

Llegamos al borde del Ebro y al poco a un puente por el que lo cruzamos. Al otro lado encontramos un camino de frente, que tomamos abandonando la carretera. Nos esperan unos dos kilómetros hasta El Almiñé. Caminamos primero por caminos de concentración entre cultivos, tomando un primer desvío a la derecha y otro a la izquierda.

Llegamos al borde de la carretera principal justo en el punto en el que nace la pista que da servicio a El Almiñé. Alcanzamos el pueblo que también tiene interesantísimos puntos de interés. El más importante es su iglesia románica, una de las más interesantes de la provincia.

Justo debajo de la iglesia encontramos una gran casa-palacio. Seguimos por el no muy definido camino que nace junto a la misma. Este sendero discurre junto a un muro de piedra hasta llegar a una plantación de nogales, que bordeamos. Llegamos a un camino mucho más marcado que tomamos hacia la izquierda pero que abandonamos hacia la derecha unos metros después.

Subimos un poco y aparecen ante nosotros las torres de todos los edificios singulares de Quintana, el primero la torre de Loja, algo separada del pueblo. Llegamos a la localidad y a la vera de la torre de San Martín, un alojamiento hostelero muy bien equipado. Junto a la misma giramos casi 180 grados hacia la izquierda y abandonamos el pueblo junto a un restaurado lavadero.

De frente encontramos una bifurcación tomando la opción izquierda. Unos metros después llegamos a un nuevo cruce tomando el camino de la derecha y un poco después otro de nuevo a la derecha. De esta manera llegaremos al punto desde el que ya se ve el barrio Grande de Valdenoceda. Poco antes de llegar hemos de tomar el camino que por la izquierda lleva al caserío. Una vez en el mismo sólo hemos de recorrer sus calles hasta el lugar donde dejamos el vehículo.
 

Comentarios

La ruta descrita se corresponde el sendero de pequeño recorrido PR-BU-186, incluido dentro de la red de senderos de la Merindad de Valdivielso, con una pequeña variante, pues el sendero propiamente dicho comienza y termina junto a la iglesia románica y torre de Valdenoceda, a unos 500 metros del Barrio Grande. Escogí esta opción para recortar un poco el trayecto, pero merece la pena ver estas dos construcciones.

Aunque la señalización es buena, la cantidad de cruces y cambios de dirección, y los tramos sin sendero definido, hacen que seguir el recorrido sea algo complejo, salvo que se disponga de GPS y track. Este aspecto dependerá también de cómo se mantenga la señalización y el sendero en el futuro.

La ruta es algo larga y hay un fuerte desnivel, pero tampoco es especialmente dura. La época recomendable es el principio de la primavera. Disponemos de fuentes en los pueblos. Todos ellos son de gran interés, tal cual podemos conocer en otras entradas de este blog.

Track de la ruta (pulsa en el círculo verde para más información)


Vídeo con imágenes del recorrido (grabado en sentido inverso al aquí descrito)

miércoles, 15 de mayo de 2019

Dolmen de la Cotorrita

La “cotorrita” es uno de los “cinco grandes” dólmenes de la comarca de Las Loras. En realidad, hay muchos más, pero estos son los que han sido “puestos en valor” para su visita. Quizás este de La Cotorrita sea el más visitado, debido a la facilidad de su acceso.



El dolmen se encuentra muy próximo a la localidad de Porquera de Butrón. Siguiendo la carretera que une esta localidad con la capital del Municipio, Dobro, se toma el camino de concentración a la derecha que surge unos 400 metros después de abandonar el pueblo. Tras seguir este camino durante otros 400 metros, al llegar a una suave curva, dejamos el vehículo y continuamos por un camino menos marcado que continua un poco hacia la derecha. Tras pasar junto a un pequeño depósito enseguida ascendemos hacia la izquierda por una pequeña loma que nos deja inmediatamente junto al dolmen. 



En el momento que se emprendió su excavación, en 1969, estaba totalmente arrasado, pero en su entorno se conservaban lajas de piedra dispuestas circularmente que parecían delimitar el perímetro. El corredor estaba totalmente hundido, y fue restaurado. En su interior se localizaron gran cantidad de huesos dispersos pertenecientes al menos a 15 individuos. 



El hallazgo antropológico más importante de dicho túmulo es un enterramiento en posición fetal acompañado por un cuenco liso de cerámica, localizado en el punto de encuentro entre la cámara y el corredor. Asimismo, tenía un abundante ajuar neolítico compuesto por una colección de cuchillos de sílex, un punzón de hueso y dos hachas pulimentadas de ofita.



El dolmen muestra la estructura de corredor estándar así como la orientación este-oeste. Ha sido recientemente restaurado (año 2018) ya que se encontraba en estado bastante desangelado. Por cierto, parece que el nombre se le dio un vecino "sobre la marcha" durante la primera excavación, haciendo mención al "cotorro" o pequeña loma en la que se encuentra. 



Hablando de Porquera de Butrón es necesario, aunque triste, hacer referencia a un expolio que sufrió hace no tanto. Hace y unos cuantos años unos vecinos me contaron que antiguamente en el pueblo existía un calvario que se vendió a cambio de un dinero para arreglar la torre y poner un reloj.




Efectivamente la torre luce un aspecto más moderno que el resto del edificio y si investigamos un poco nos encontramos con que en el Museo Marès de Barcelona (cuya sola mención hace tragar saliva a cualquier amante del patrimonio castellano) hay una pieza procedente de este pueblo. No se trata realmente de un calvario, sino de una imagen de Cristo descendido de la cruz por José de Arimatea. 


Fuente: catálogo del Museo Marès.

Por cierto, recientemente (año 2015) se procedió a restaurar un retablo del templo, lo que permitió descubrir unas pinturas murales góticas de cierto interés que se encontraban detrás del mismo. Usando técnicas avanzadas de restauración fue posible trasladar estas pinturas a un soporte, permitiendo que puedan ser vistas después de recolocar el retablo.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Ruta de Senderismo: Peña Amaya

Dominando el paisaje de un buen pedazo del oriente burgalés, a la gran mayoría le suenan los ecos históricos y legendarios de este enclave: Peña Amaya. Los ecos de su fama son razón más que suficiente para el asalto a esta enorme mole calcárea a modo de "tarta" o "barco invertido". Superando sus cejas rocosas y caminando por su altiplanicie aún podremos percibir algo de la esencia de su legado.

Dificultad: Media. La debida a la distancia y a los tramos de ascenso y descenso desde la parte más alta.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil en  general día despejado. No obstante hay que prestar atención en algunos puntos clave.
Belleza: Media.
Tiempo y distancia: 5 horas y 18 kilómetros





miércoles, 1 de mayo de 2019

Peña Amaya

Contemplada desde la distancia, la Lora de Peña Amaya semeja un inmenso casco de navío varado entre los trigales de la llanura. A pesar de que su relieve es el más llamativo de toda la comarca de las loras burgalesas y que en su entorno habita una variada comunidad de aves rapaces, la singularidad de Peña Amaya radica en su denso e importante pasado histórico.



Pese a todo, cuando los arqueólogos e historiadores quieren ampliar los conocimientos acerca de tan emblemático lugar; se enfrentan a tantas incógnitas como certezas. De alguna manera parece como si la importancia de Peña Amaya haya estado más vinculada a su simbolismo que al propio poblamiento del altiplano.

un buitre sobrevuela con "el Castillo" de fondo.

En este sentido, los indicios de ocupación o paso humano en Amaya se inician hace unos 3000 años, durante la Edad del Bronce. Posteriormente, y pese a lo que tiende a creerse, los pueblos cántabros de la Edad de Hierro apenas dejaron rastro de su paso por esta Lora, al contrario que el caso de otros castros cercanos como el de Peña Ulaña.

Probable muralla

Durante el periodo de dominación romana parece probado que existió algún tipo de destacamento de control, pero será posteriormente, en el reino visigodo, cuando Amaya alcanzaría su mayor protagonismo como capital (Amaya Patricia) de un vasto territorio o ducado al que se le dio el nombre de Cantabria. De este hecho procede, muy probablemente, su habitual y equivocada asociación con la capital de los cántabros prerromanos. La historia ha dejado constancia de la conquista de esta ciudad por parte de las tropas musulmanas, en uno de los hechos más notables del desmoronamiento del reino de Toledo.

Tiempo después (tendrán que pasar casi 150 años) será uno de los primeros baluartes del avance repoblador de la reconquista. Así en el 860 Rodrigo, el primer Conde de Castilla repobló – por mandato del rey asturiano Ordoño I – la ciudad.


Restos de la población medieval mirando hacia el castillo (a) y bajando desde "El Castillo" (b)

Son de este periodo medieval los restos más visibles que aún pueden contemplarse. En un área de 1200 por 200 metros pueden reconocerse las huellas de un importante núcleo de población. Un camino permite atravesar unos amontonamientos de piedras que recuerdan estructuras de casas y calles antiguas. Presidiendo todo el conjunto se alza la gran mole caliza conocida como el Castillo: verdadera acrópolis natural en la que los arqueólogos también han encontrado pruebas de la antigua fortaleza.

El impresionante "El Castillo".

Con el paso de los siglos la localidad iría perdiendo poco a poco su importancia, hasta quedar deshabitada antes de finalizar la Edad Media. Fue en esta época cuando los pobladores se trasladaron a la actual localidad que aún mantiene su nombre, al pie de la mole rocosa.

La actual localidad de Amaya vista desde el tramo final de ascensión.

Como en muchas otras ocasiones las autoridades no han sabido o querido escuchar a los expertos que han clamado por el estudio y la protección del lugar. Lamentablemente hoy Amaya también es símbolo del expolio ancestral e impune de sus restos.