martes, 30 de septiembre de 2014

Pineda de la Sierra

Nos desplazamos hacia otra de las zonas montañosas de la provincia, más en concreto a la villa de Pineda de la Sierra, enclavada en plena sierra de la Demanda. Esta localidad, montañera como pocas en la provincia, se sitúa en el alto Arlanzón, bajo la sombra de los picos Mencilla y San Millán.
 
Localidad de Pineda de la Sierra a los Pies del Pico San Millán, techo provincial

A la belleza del entorno se suma la de la propia localidad, caracterizada por un homogéneo casco urbano dominado por la piedra arenisca roja. En el mismo, son frecuentes las recias casonas de los siglos XVII y XVIII, fruto de la riqueza ganadera que generaban los pastos que abundan en su extenso territorio. Las fotos que aparecen a continuación ofrecen una pequeña muestra.





 
Pero la construcción que añade más valor patrimonial a Pineda de la Sierra es sin duda su iglesia de San Esteban. Levantada utilizando la misma piedra arenisca roja, es una de las iglesias más interesantes del románico burgalés, pese a que muestra importantes añadidos postmedievales.


El elemento más característico de esta iglesia es la galería porticada que se abre en su lado sur, formada por once arcos más el vano de acceso. Los capiteles están decorados con estilizados motivos vegetales que contribuyen a la armonía del conjunto. Parece estar elaborada con posterioridad al edificio por algún maestro del taller de Silos.


 
La portada que protege el pórtico es aparentemente sencilla. Formada por cinco lisas arquivoltas, la decoración se centra en los capiteles. Los motivos representados son variados y muestran una rica iconografía de interpretación compleja. Una de las escenas más llamativas es la de una sirena de doble cola a la que un centauro lanza una flecha.
 


 
Por lo que respecta al ábside, está formado por cinco paños con tres ventanas ligeramente abocinadas. Como suele ser habitual los artistas centraron su trabajo en los canecillos y capiteles, que muestran interesantes motivos de calidad más que aceptable, abundando las cabezas zoomorfas y antropomorfas. También vemos una hilera de canecillos a la altura de lo que fuera cubierta original, que han quedado por debajo por el recrecido efectuado en el siglo XVI.




 
No podemos dejar de mencionar la habilidad del maestro del siglo XII para levantar un edificio tan robusto y a la vez elegante en un emplazamiento con una considerable pendiente. En todo caso, para un conocimiento más detallado de las obras de este templo podéis consultar el extenso artículo que le dedica la web románico digital.
 
 
Paseando por las calles de Pineda es imposible abstraerse a la oscura presencia del pico Mencilla. No dejaremos pasar la oportunidad de subir a su cumbre, y de ello daremos cuenta en nuestro próximo artículo.

2 comentarios:

José dijo...

Interesante el reportaje sobre Pineda de la Sierra, me ha gustado mucho.
Gracias

Miguel Cantera dijo...

La piedra arenisca roja da una sensación de robustez bestial. Precioso Pineda, un lugar con mucho encanto. ¡Gracias por el reportaje!