jueves, 30 de enero de 2020

Cascadas de Burgos: La Cencerrona

El río Cadagua, el único de los burgaleses que desemboca en el Cantábrico, tiene su nacimiento en un espectacular emplazamiento a los pies de los montes de la Peña, junto al pueblo al que da nombre.

 La violencia con la que brota el agua de la surgencia ha hecho que al lugar se le denomine "La Cencerrona". Es una lástima que no lo podáis apreciar en las fotos.


la cueva propiamente dicha ha sido explorada hasta unos cincuenta metros.


Se trata de un lugar en el que ponerse en contacto con las fuerzas de la naturaleza.


Otra foto.
 La última.

Para acceder dejamos el coche en una especie de plazoleta del lugar de Cadagua. seguimos por la calle principal hasta tomar un camino que desciende ligeramente. En la primera curva una indicación nos orienta hacia un prado que hay que atravesar... y ya estamos allí.

Vídeo del lugar, con el que nos podremos hacer una idea del sonido.

miércoles, 22 de enero de 2020

La Sequera de Haza

A tiro de piedra de Hontangas, en el confín sureño de la provincia, se encuentra la localidad de la Sequera de Haza. Paramos aquí para ver su centenario moral, si bien desde hace tiempo no tiene un aspecto muy impresionante. Parece más bien un cocodrilo arrastrándose por el suelo.


Según los indicios existentes, el moral pudiera tener más de 300 años. El peso de sus ramas lo fue bajando poco a poco hasta tirarlo en el suelo. Además, hasta hace unas décadas era mucho más grande, pero un año hubo que cortarle las ramas porque al pasar los carros con la mies ocupaba toda la calle y no era posible pasar.

Según datos adicionales recogidos por Cesar-Javier Palacios, en su libro "Árboles singulares de la provincia de Burgos", en el pasado la recolección de sus abundantes moras estaba regulada. El gran moral tenía clavado en su tronco con la inscricpión “Vedado de Moras”. La tabla la ponía un herrero y el texto lo escribía el secretario del Ayuntamiento.
No es que no se pudiesen probar la moras, sino que lo que se trataba de lograr era un reparto igualitario. El 25 de julio se reunía a todos los chicos en la escuela; y  a cada uno se le daba un bote o dos del suculento fruto. Se trataba de un importante aporte de vitamina en tiempos mucho más complejos que los actuales. Ahora hay moras de sobra para los pocos que se interesan por ellas, y los tordos dan cuenta del resto. Palacios denomina al moral como, "Moral de las Tormentas". Parece que tiene ese nombre porque con cierta frecuencia las tormentas de verano arramplaban con todo pero el moral resistía.

A escasos metros del moral "de las Tormentas" hay otro ejemplar, aunque este es de otra especie; un moral blanco muy sensible a las heladas (de hecho lo vemos con un aspecto más bien pocho). Cuando Palacios recorrió el lugar en la búsqueda de información encontró a un vecino que aún recordaba el momento en el que este ejemplar fue plantado por el secretario; hace unos 100 años.


No acaban aquí los elementos patrimoniales de la localidad. En un pequeño altozano en las cercanías del pueblo se localizan ruinas de la ermita de San Nicolás. Aparentemente apenas los muros descarnados de un edificio con elementos del primer románico, como así atestigua su ábside cuadrado con satera. 





Sin embargo, como fruto de recientes campañas arqueológicas, promovidas por un profesor universitario oriundo de la zona, se han descubierto varios indicios de un poblamiento anterior, visigodo o prerrománico. En estas imágenes se observan los restos de silos.




Tambien se han descubierto varias tumbas antropomorfas.



Y tambien una estela altomedieval similar a estas que vemos sobre los muros del cementerio.



Y posteriormente a mi visita, en la campaña de verano de 2019, se ha localizado indicios de un horno de metales también altomedieval..

Desde las ruinas se tiene una interesante vista del "cotarro" de Moradillo de Roa, donde cursamos la correspondiente visita hace ya algún tiempo.

miércoles, 15 de enero de 2020

La antigua villa fortificada de Haza

Aún puede percibirse desde la carretera Nacional Aranda-Valladolid el inconfundible carácter de pueblo-fortaleza de Haza, pese a haber pedido buena parte de los paramentos originales. Este lugar tiene como referencia histórica la fecha clave de 912, cuando los condes repobladores llegaban por primera vez hasta el Duero fortificando los bastiones de Aza, Clunia y San Esteban de Gormaz.

Acceso principal a Haza
Los tres enclaves quedaron a cargo de unas pequeñas guarniciones que no fueron capaces de resistir los contraataques musulmanes capitaneados sucesivamente por el califa Abd al-Rahman III, el caudillo Almanzor y el hijo de éste, Abd al-Malik. Hubo que esperar a la definitiva conquista protagonizada por el conde Sancho Garcés en 1011, para la instauración de una relativa seguridad en los valles del Duero y el Riaza.

 
En esa época Aza inició un imparable ascenso como centro de control administrativo al convertirse en capital de una importante Comunidad de Villa y Tierra, de la que dependían hasta 15 pueblos y aldeas de sus alrededores. Tras pasar por las manos de distintos señores feudales —quizá los más famosos fueron los Garcíez de Aza— a finales del siglo XIV entró definitivamente en la órbita de los condes de Miranda. 


Dos vistas de la torre del homenaje. El resto mejor conservado y que ha sido recuperado recientemente
A estos poderosos nobles, tan presentes en la Ribera del Duero, se debe la construcción de gran parte de las fortificaciones que se mantienen en pie. Una vez dentro del recinto amurallado, que sigue protegiendo las casas de la población, se encuentra una pequeña plaza de armas en la que se alza la torre del homenaje de la fortaleza. Con varias plantas y unos cimientos fechados en el siglo XII, es el resto más antiguo de todo el conjunto.
 


Varias vistas de Haza desde su entorno

Aquí podemos disfrutar de unas privilegiadas vistas de la fértil vega del Riaza, apenas unos kilómetros antes de unirse con el "padre" Duero.

De ese rancio pasado proviene una curiosidad geográfica. La mayor parte del deshabitado páramo de Corcos pertenece a Haza, pese a no existir continuidad territorial entre el pueblo y dicho páramo. Ello provoca además que este municipio sea uno de los menor densidad de población tiene de toda la provincia.

miércoles, 8 de enero de 2020

Escultura del agua: Cascada de la Mea y Quintanilla Valdebodres

A medio camino entre Puentedey y Quintanilla Valdebodres, pero ya perteneciente a este último lugar y por lo tanto a la Merindad de Sotoscueva, encontramos un sendero que en unos minutos nos conduce a la Cascada de la Mea.

 
Se trata de un bonito salto de curioso nombre que forma el torrente que recorre el barranco homónimo. Es el barranco más pequeño de los que componen el sistema de los Canales de Dulla.


Lo cierto es que debido a su estacionalidad apenas puede verse con agua unas cuantas semanas al año. La mayor particularidad de esta cascada es la posibilidad de poder acceder a su parte interna y contemplarla desde la misma.


 
A escasos metros de la cascada encontramos el pueblo de Quintanilla Valdebodres. Algo tiene este lugar; tal vez sea la rústica construcción en lajas sin cemento de sus edificios más tradicionales, tal vez sea su ubicación como salida natural de los originales Canales de Dulla, tal vez la cercanía a la Cascada de la Mea…




…tal vez por el profundo y enigmático Oozo del Infierno, en el mismo casco urbano del pueblo por el que se cuenta que una vez aparecieron una pareja de bueyes con el brabán enganchado y todo, que habían sido previamente engullidos en el Ojo del Guareña.




 Tal vez por el molino harinero construido precisamente para aprovechar las aguas de esta gran surgencia, y uno de los pocos recuperados en la zona.



 Pero en lo que probablemente no se fijen muchos de los, en todo caso escasos, visitantes del lugar es en la imagen policromada de la virgen que se encuentra en un pequeño altarcito a la vera de la carreterita.


La curiosa historia de esta imagen la narran en el el libro "Aguas abajo, Un recorrido por la cuenca del río Nela" y que paso a reproducir brevemente.

Al parecer esta imagen pertenecía originalmente al cercano pueblo de Brizuela y la tenían prestada en Quintanilla. Cuando fueron a devolverla a su lugar original los bueyes que transportaban el carro donde se llevaba, se negaron a cruzar el río Nela por muchos intentos que se realizaron, y con ello la imagen quedó para siempre en Quintanilla.

Cuenta también el libro citado que no hace mucho en la letanía cantada en misa de Brizuela algunos vecinos contestaban así al cura:

- Cura: “santa María"
- Iglesia: “está en Quintanilla”

Termino el artículo con un pequeño video de la cascada de la Mea.