Desde Villasana de Mena parten en
direcciones norte y este las dos carreteras principales del Valle de Mena (amén
de la que viene desde Burgos). La mayoría de localidades se agrupan junto a las
mismas o en la parte exterior. Sin embargo, en la parte interior de este ángulo
recto hay una zona con muy pocos núcleos de población, los cuales, además están muy
aquejados por la despoblación cuando no directamente deshabitadas (si
exceptuamos el caso de Artieta).
Es un área secularmente mal
comunicada. Con relieves tortuosos aunque no muy marcados, los cuales le dan un
carácter peculiar, con vegetación
muy variada. Todos estos factores convierten a este sector en idóneo para el
desarrollo de la ganadería extensiva. Los vallados y los rebaños que
los utilizan ocupan ahora el territorio donde antes se desarrollaba la difícil
vida en algunos pueblos.
Aquí se localizan algunos de los despoblados más notorios del valle de Mena, como son Berrandúlez, Rio de Mena, Llano de Mena y Opio. De hecho las distancias entre ellos apenas llegan a los tres o cuatro kilómetros. Eso sí, por caminos tortuosos cuando no directamente desaparecidos. De Berrandúlez ya nos ocupamos brevemente en el artículo anterior. Hoy trataremos sobre Rio de Mena.
Aquí se localizan algunos de los despoblados más notorios del valle de Mena, como son Berrandúlez, Rio de Mena, Llano de Mena y Opio. De hecho las distancias entre ellos apenas llegan a los tres o cuatro kilómetros. Eso sí, por caminos tortuosos cuando no directamente desaparecidos. De Berrandúlez ya nos ocupamos brevemente en el artículo anterior. Hoy trataremos sobre Rio de Mena.
Desde la carretera BU-552 parten
una carreterita en estado mejorable que da servicio a Viérgol. De camino
dejamos a un lado el pueblo de Ventades, otro despoblado en el que estaba
proyectado hace años un campo de golf, iniciativa que parece paralizada al
menos de momento. En Viérgol, encontramos cierta animación propia de un fin de
semana de verano, aunque no podemos evitar reseñar que sus escasas calles y
casas muestran los efectos de un progresivo abandono.
Viérgol, sin embargo tiene el
privilegio de ser uno de los pocos lugares del valle desde los que se pueden
ver simultáneamente los Montes de la Peña y la Sierra de la Carbonilla,
teniendo al Castro Grande justo frente a nosotros. Intentamos registrar una
imagen con esta panorámica y nos preparamos para caminar el kilómetro largo que
nos separa de los restos de Río de Mena.
Tras avanzar un pequeño tramo por
un bosquecillo en suave descenso encontramos una portilla ganadera y una fuerte
rampa descendente que nos encamina hacia lo que queda del lugar. Poco antes
cruzamos el arroyo del que recibe el nombre el pueblo, ahora prácticamente
seco. Ya junto a las casas observamos cómo las mismas están siendo poco a poco
devoradas por la vegetación.
Río de Mena es otro más de los
“pueblos del silencio” que recogía Elías Rubio en la publicación homónima. En
la misma, entre otros datos, consignaremos como cerca del pueblo pasaba una
antigua calzada medieval. Según el libro el pueblo se deshabitó en el año
1978. Treinta años antes aún contaba con trece habitantes.
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