(viene del anterior artículo)
precioso arco de ingreso al patio
Por un zaguán en ligero desviaje se accede, entre columnas de nobles materiales, al patio central del palacio. Obra amplia y armónica, tiene una planta inferior con esbeltas arquerías de medio punto sobre pilares apilastrados, mientras la planta segunda tiene altura menor y lanza una serie de arcos deprimidos apoyados sobre columnas, teniendo en sus enjutas medallones de personajes históricos y mitológicos.
A un lado está la escalera, con tribuna, ricamente adornada con motivos renacentistas, donde se comienza a apreciar la riqueza de los interiores del palacio. Llama sobremanera la atención el impresionante artesonado de madera tallada que arranca de un friso de yesería mudéjar.
La escalera es una obra excepcional
Artesonado formado por 2 partes de abajo a arriba: cornisa inferior plateresca con prominentes bustos, cornisa con mocárabes y una tercera línea de cornisa renacentista, sobre todo este sistema apoyan luego grandes paneles trapezoidales casetonados, ornamentados con medallones heráldicos sostenidos por pares de angelotes y rematados a su vez por tres fajas ornamentales a modo de cornisa.
Artesonado de la escalera, protegido de las palomas por una malla.
Las habitaciones, sobre todo las del ala que da hacia la plaza (la zona visitable), están caracterizados por su abundancia de techumbres de madera y yeserías de tradición mudéjar. Entre las estancias destaca la denominada Salón de Embajadores.
Diversas esculturas romanas (algunas hoy en el Museo de Valladolid), tapices, techumbres y otras riquezas de que hay constancia, se dispersaron por el abandono y otros usos del palacio. Cabe decir que el origen de estos tesoros viene dado por condición del Conde de Miranda como Virrey de Nápoles, lo que le valió numerosos regalos del Vaticano.
En el año 1948 el Estado expropia el palacio y lo destina a formación de la conocida “sección femenina”. Este acto sirve para salvar de la ruina a este valioso patrimonio, si bien se decide adosar un ala moderna en una zona por otra parte ya por entonces bastante arruinada del palacio.
Más recientemente la Junta de Castilla y León se hizo cargo del edificio y lo dedicó a actividades varias, entre ellas algunos cursos de la Universidad de Burgos. El edificio cerró hace más de un año y el Ayuntamiento y la Junta están en negociaciones para que al menos pueda procederse a la visita turística (yo al menos tuve la suerte de poder visitarlo en una apertura puntual que se produjo la pasada Semana Santa).
La ex-colegiata de Santa Ana, que se eleva frente al palacio de los Zúñiga, fue fundada en 1605 por D. Francisco de Zúñiga y Avellaneda, séptimo conde de Miranda y primer duque de Peñaranda, Virrey y Capital General del Principado de Cataluña y del reino de Nápoles.
Su diseño y trazado, de atrevidas líneas, se atribuyen a Rodrigo Gil de Hontañón y a Pedro de Resines, y llama la atención por el contraste que ofrece su gran altura y sus débiles elementos sustentes. La portada fue diseñada por fray Pedro Martínez en un estilo barroco clasicista, de tipo columnario, a semejanza de un retablo, con nichos y diversas imágenes de santos. En la parte superior aparece la imagen de Santa Ana, la titular de la parroquia, y los escudos de los Zúñiga y Avellaneda.
El acceso viene precedido por una escalinata con ocho columnas de mármol de estilo renacentista traidas desde Napolés por el Sexto Conde de Miranda, Juan de Zuñiga y rey de Napolés, asi como los tres bustos de los tres emperadores romanos que se hallan en la fachada. Los elementos del interior en cierta medida desmerecen la ambición del proyecto, probablemente porque los sucesores demostraron menor interés o disponían de menos recursos que el fundador. Llama la atención no obstante una curiosa colección de reliquias, dispuestas en retablos neoclásicos, traídas de Italia con motivo del paso de los condes por esas tierras
Dentro del conjunto histórico de Peñaranda de Duero, declarado el 25 de abril de 1974, destaca por su singularidad la Botica, farmacia de principios del siglo XVIII, que se ha ido manteniendo y custodiando por ocho generaciones de farmacéuticos de la familia Jimeno, y que en la actualidad, sigue en activo conservando la tradición de otros tiempos y todo en ella ofrece un sabor añejo e incluso misterioso. Las visitas han de realizarse previa reserva. (cabe decir que, al menos el día que estuve yo, a las propietarias no parecía hacerles mucha gracia el tener que enseñarla).
La fachada conserva la inscripción de "Botica" y en el enrejado de una ventaja puede verse la típica simbología farmacéutica. En su interior se conserva una interesante colección de tarros de cerámica, que han venido siendo utilizados de forma habitual en esta farmacia, así como originales piezas de vidrio, algunos de ellos contenedores de antiguos medicamentos, como la famosa Triaca Magna de andrómaco, hoy medicamentos exóticos que en su día fueron de uso cotidiano.
Otra de las dependencias indispensables en toda farmacia, es la rebotica, situada detrás de la farmacia y que sigue conservando todo el encanto de siglos pasados, presenta una serie de cajoneras dedicadas a conservar plantas medicinales. A continuación se dispone el antiguo laboratorio, en el que se pueden contemplar diversos artilugios, así como una interesante y práctica colección de libros, algunos del siglo XVI. Al fondo, un pequeño jardín, en su día utilizado como huerto de cultivo de plantas medicinales, que no se daban de forma espontánea en la comarca castellana como adormideras, saúcos, ricinos, rosas rubras y de Alejandría, belladona, beleño, estramonio, violetas, jacintos, etc...
Entre tanto elementos de interés de la localidad puede pasar desapercibido el precioso rollo gótico que se encuentra en un lateral de la irregular plaza. Sin embargo se trata sin duda del más interesante de la provincia, y no en vano ya en 1931 fue declarado monumento. Al parecer hasta hace no mucho se encontraba en el exterior del recinto amurallado, junto a la carretera. Pero en 1959 fue trasladado a la plaza de la villa. Este rollo proclamaba la jurisdicción de los Zúñiga-Avellaneda, que tenían aquí el centro de sus estados y la residencia de un tribunal de apelación.
El astil o fuste es cuadrado, con una serie de baquetones adosados, animando la superficie y dando esbeltez a la obra. Unos escudos mostraban las armas de los Zúñiga, aunque hoy se han borrado. Algunos salientes corresponden a animales y otras formas que servían para la exposición de penados o el simbolismo jurisdiccional. En la culminación hay nuevos elementos tardogóticos, sobre gárgolas, con cogollos que rematan en el pináculo. Su construcción parece, a juzgar por la morfología tardogótica de sus elementos, propia de los primeros decenios del siglo XVI.
En la oficina de Turismo os podéis informar sobre los diferentes edificios visitables de Peñaranda de Duero. Cabe decir que la botica al parecer sólo se abre los días laborables. ver www.penarandadeduero.es.
3 comentarios:
Sin comentarios , puuuf estoy abrumao , muy bonito .
Hola. Soy Peñarandino. En la primera edición de Espasa Calpe se ha cometido un error genealógico. La colegiata fue iniciada por doña María de Cárdenas Enríquez, viuda de don Francisco de Zúñiga y Avellaneda (III conde de Miranda, virrey y capitán general de Navarra). Juan de Zúñiga, primer duque de Peñaranda, casó con su sobrina María de Zúñiga, sexta condesa de Miranda; fue virrey de Nápoles, en representación del rey Felipe III.
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