Santa Olalla es un barrio de Espinosa de los Monteros separado de la capital municipal, aunque a tiro de piedra del maltrecho castillo de los Velasco. En el disperso casco urbano encontramos algunos edificios de interés, como esta casa con dos escudos.
Sin embargo, si nos hemos acercado al lugar es para hablar de su pequeña iglesia de Santa Eulalia. Su modestia exterior no hace sospechar que nos encontramos ante uno de los edificios más sorprendentes de todo el románico burgalés. Y es que nada más franquear la portada nos encontramos con el cuerpo de la nave románica, interiormente articulados sus paramentos por altas arquerías decorativas de arcos de medio punto sobre pilastras prismática.
La extrema simplicidad y la excepcional articulación del muro han hecho suponer orígenes prerrománicos para este templo, relacionándolo incluso con el arte asturiano. Y es que aun cuando pudiera parecer desatinado derivar de la arquitectura del reino astur (Santa María del Naranco, Santa Cristina de Lena) esta articulación muraria, no encontramos ni geográfica ni cronológicamente más claro referente para este templo de Santa Eulalia, sin menoscabo de una posible inspiración aragonesa.
Sorprendería, en cualquier caso, esta recurrencia a modelos altomedievales en un templo consagrado en la tercera década del siglo XII, como constata la inscripción grabada en un sillar y parte de otro del exterior del muro meridional de la nave, hoy incluido en la sacristía. De caracteres algo descuidados, recuadrados por una incisión y dividida en siete renglones, reza:
ERAMCLXFVITCONSECRATA EC(c)L(esi)AS(an)C(t)A EVLALIA NOTVMDIE IDVS MARCII GUNDISALVVSPR(e)SB(ite)R ET PEREGRINVS AB EP(iscop)OMICHAEL TIRASONA FECIT CONSESECRARE
La traducción de esta consecratio sería: “En la era de 1160(año 1122) fue consagrada esta iglesia de Santa Eulalia, en el señalado día de los idus de marzo (15 de marzo). Gonzalo, presbítero y peregrino la hizo consagrar por el obispo Miguel de Tarazona”.
Aunque resulta una incógnita el motivo por el que se recurrió a un obispo aragonés para la consagración del templo, es probable que la causa radique en la cierta violencia impuesta en el reino y su obispado principal por Alfonso I el Batallador en estos años, constando además la intervención del impetuoso aragonés en diversas donaciones a San Salvador de Oña y otros monasterios del norte de Castilla. Miguel fue el primer prelado, entre 1119 y 1151, de la recién recuperada Tarazona.
Conserva el edificio otras dos inscripciones. La primera, inacabada, se grabó en la zona alta de la pilastra entre el tercer y el cuarto tramo de la nave y en ella leemos: +TELLU/ ABA FU, es decir “el abad Tello (¿fundó?)”. La otra inscripción, más completa pero de difícil lectura, se grabó en un sillar del mismo muro septentrional, sobre la pilastra que divide el segundo y el tercer tramo. En ella acertamos a leer, con muchas reservas:
+ TELLUABAPETRUSPASCANTOMA(g)IST(e)R FUN/AV... DAVE
La clara alusión a un abad llamado Tello del anterior epígrafe se completa aquí con otra a un maestro Petro Pascanto, por lo que encuentra nuevos argumentos un origen monástico del templo, anterior a la consagración de 1122.
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