La “cotorrita” es uno de los “cinco grandes” dólmenes de la comarca de Las Loras. En realidad, hay muchos más, pero estos son los que han sido “puestos en valor” para su visita. Quizás este de La Cotorrita sea el más visitado, debido a la facilidad de su acceso.
El dolmen se encuentra muy próximo a la localidad de Porquera de Butrón. Siguiendo la carretera que une esta localidad con la capital del Municipio, Dobro, se toma el camino de concentración a la derecha que surge unos 400 metros después de abandonar el pueblo. Tras seguir este camino durante otros 400 metros, al llegar a una suave curva, dejamos el vehículo y continuamos por un camino menos marcado que continua un poco hacia la derecha. Tras pasar junto a un pequeño depósito enseguida ascendemos hacia la izquierda por una pequeña loma que nos deja inmediatamente junto al dolmen.
En el momento que se emprendió su excavación, en 1969, estaba totalmente arrasado, pero en su entorno se conservaban lajas de piedra dispuestas circularmente que parecían delimitar el perímetro. El corredor estaba totalmente hundido, y fue restaurado. En su interior se localizaron gran cantidad de huesos dispersos pertenecientes al menos a 15 individuos.
El hallazgo antropológico más importante de dicho túmulo es un enterramiento en posición fetal acompañado por un cuenco liso de cerámica, localizado en el punto de encuentro entre la cámara y el corredor. Asimismo, tenía un abundante ajuar neolítico compuesto por una colección de cuchillos de sílex, un punzón de hueso y dos hachas pulimentadas de ofita.
El dolmen muestra la estructura de corredor estándar así como la orientación este-oeste. Ha sido recientemente restaurado (año 2018) ya que se encontraba en estado bastante desangelado. Por cierto, parece que el nombre se le dio un vecino "sobre la marcha" durante la primera excavación, haciendo mención al "cotorro" o pequeña loma en la que se encuentra.
Hablando de Porquera de Butrón es necesario, aunque triste, hacer referencia a un expolio que sufrió hace no tanto. Hace y unos cuantos años unos vecinos me contaron que antiguamente en el pueblo existía un calvario que se vendió a cambio de un dinero para arreglar la torre y poner un reloj.
Efectivamente la torre luce un aspecto más moderno que el resto del edificio y si investigamos un poco nos encontramos con que en el Museo Marès de Barcelona (cuya sola mención hace tragar saliva a cualquier amante del patrimonio castellano) hay una pieza procedente de este pueblo. No se trata realmente de un calvario, sino de una imagen de Cristo descendido de la cruz por José de Arimatea.
Fuente: catálogo del Museo Marès. |
Por cierto, recientemente (año 2015) se procedió a restaurar un retablo del templo, lo que permitió descubrir unas pinturas murales góticas de cierto interés que se encontraban detrás del mismo. Usando técnicas avanzadas de restauración fue posible trasladar estas pinturas a un soporte, permitiendo que puedan ser vistas después de recolocar el retablo.
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