Sí lectores, aunque vivamos en una época en que la historia se intenta reescribir con frecuencia, hubo un tiempo en el que había vascos y catalanes que no sólo se sentían profundamente identificados con una patria llamada España, sino que ni siquiera consideraban que dicho sentimiento fuera excepcional.
Francisco Tomás de Anchía nació en 1783 en el caserío vizcaíno, aún existente, de Longa, y acabaría siendo conocido por dicha denominación. Era de condición noble, aunque no desahogada. Al no ser hijo primogénito tuvo que abrirse paso en la vida, aunque recibió de sus padres una educación superior a la media.
A finales de siglo trabaja en una importante herrería de La puebla de Arganzón, al pie del Camino Real hacia Francia. Allí va progresando tanto que en 1807 se casa con la hija del dueño. No pasaba penurias por lo que el dedicarse a la guerrilla parece deberse al sentimiento patriótico, o tal vez a alguna humillación sufrida por él y su entorno.
En 1809 organiza una primera operación para robar armas al enemigo. El plan es conocido por el enemigo y se presentan en la herrería, consiguiendo Longa fugarse. A partir de entonces desarrollará una de las principales cualidades de los jefes guerrilleros: tener siempre asegurada una vía de escape.
Pronto se pone en contacto con el Marqués de Barriolucio, que actuaba en la zona de La Rioja. A su mando asciende rápidamente y el marques le acaba dando permiso para organizar una nueva partida bajo su dirección. Longa se establecerá en principio en la zona circundante al valle de Cuartango.
Como otras guerrillas, se especializa en el ataque a correos, transportes de mercancías y pequeños destacamentos que transitan por el camino de Francia. Este tipo de ataques obligaba a los franceses a reforzar todos los envíos, consiguiendo con ello debilitar a sus ejércitos principales.
En verano de 1810 decide trasladar su cuartel general a la zona de Medina de Pomar, pues ya tomaba un tamaño importante como para poder refugiarse en el triángulo formado por los caminos reales a Bilbao y a Francia, aunque seguirá siendo la zona de actuación más frecuente.
Longa siempre se distinguió en su habilidad para proporcionarse suministros, para sí y para otros guerrilleros, aprovechando el conocimiento del terreno y su gran red de contactos en todas las localidades. Por momentos fue capaz de transportar equipamiento desde las costas cantábricas hasta el centro peninsular.
Su operativa era frecuentemente la siguiente: atacaba en los caminos y vías principales y rápidamente se refugiaba en el norte de Burgos. Allí no sólo conseguía escabullirse, sino que con frecuencia terminaba dando sorprendentes zarpazos a los que intentaban capturarle. Veremos unos cuantos ejemplos en el próximo artículo, en donde además comprobaremos el grado en que llegó a conocer nuestra geografía norteña.
A partir de mediados de 1811 el tamaño de la partida de Longa (que pasa a ser una división) aumenta considerablemente, estando en el entorno de 1200 hombres en total. Llegan incluso a estar uniformados aprovechando telas y material robado al enemigo.
En realidad, desde esos meses, las tropas imperiales tienden a retirarse más hacia las ciudades abandonando los pequeños destacamentos. Esto hace que las guerrillas vayan teniendo cada vez más tamaño, agrupándose unas con otras hasta formar pequeños ejércitos. En este sentido Longa progresó bastante en el escalafón, aunque no llegó a dirigir tropas tan importantes como las de Espoz y Mina o El Empecinado.
Como decimos nuestro guerrillero se adapta bien a la nueva forma de operar, estableciendo sistemas de reclutamiento e instrucción militar. Es nombrado responsable de una nueva división que recibe el nombre de Iberia. El ámbito inicial de actuación de esta división coincidía aproximadamente con el tercio norte burgalés. Esta división llegó a contar hasta con 6000 hombres. Longa, a diferencia de otras guerrillas, llegará a ser capaz de enfrentarse en campo abierto a pelotones expertos y organizados. A finales de 1812 llegará a fundir sus propios cañones.
A partir del verano de 2012 se dedica a controlar su territorio, ya sin presencia francesa, a realizar operaciones por encargo y a incorporar sus tropas a las grandes batallas. Fue protagonista en la importante toma de Castro Urdiales, cuyo baluarte se encargará de controlar y reforzar, pasando incluso a empezar a realizar acciones marítimas, con cierto éxito.
Longa tuvo una participación importante en la batalla de Vitoria de 1813. A partir de entonces se incorpora a las huestes que acosan a los franceses hasta que abandonan el país. Incluso llegó a participar en algunas acciones en territorio francés, en una especie de revancha en la que se saquearon algunas aldeas francesas. El tres de julio de 1813 es nombrado general aquel que cuatro años antes era un simple herrero. Meses después se disolvería su división aunque Longa continuó en la carrera militar.
Tras su exilio durante el trienio liberal volvió a España con las tropas de los llamados “cien mil hijos de San Luis”. Alcanzó el grado de Teniente General y ocupó diversos cargos terminando como capitán General de Valencia. En esta ciudad creó una flota propia que le generaría una rápida fortuna. Tras su fallecimiento, en 1831, dejó a sus hijos, además de una importante cantidad de dinero, una flota de 17 barcos y un hermoso palacio en Valladolid.
Los datos para la elaboración de estos artículos han sido tomados del libro “Francisco de Longa: de Guerrillero a General en la Guerra de la Independencia. Historia de una guerrilla”. José Pardo de Santayana. 2007. Es un libro muy recomendable para todo aquel que quiera saber más, no sobre la guerrilla de Longa, sino sobre el movimiento guerrillero en particular y sobre la guerra de la Independencia en general.
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