miércoles, 18 de junio de 2014

Sendero GR85 etapa 6: Trespaderne - Puente Arenas



El marcado perfil del desfiladero de la Horadada y la gran brecha central de la Sierra de la Tesla nos dan acceso al interesantísimo valle de Valdivielso, un enclave que combina a la par valores patrimoniales y paisajísticos.

Dificultad: Media. La ascensión de la jornada y la propia etapa pueden hacerse algo largas.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil hasta Hoz. A partir de aquí hay muchos cruces entre caminos de concentración.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 5 horas (22 kilómetros). Si decidimos acceder a las cuevas de los Moros calcularemos media hora y un kilómetro largo adicionales.

 
 
 



Elementos de interés

Puente del ferrocarril Santander-Mediterráneo. Desfiladero de la Horadada. Vistas de la sierra de la Tesla. Cascada de Tartalés de los Montes. Arquitectura nobiliaria y popular de todos los pueblos que se atraviesan. Paisajes del valle de Valdivielso. Cuevas de los Moros (fuera del sendero principal). Iglesia románica de San Pedro de Tejada.

Descripción de la etapa

Dejamos la anterior etapa en un área recreativa a la vera del rio Ebro. Empezamos a caminar por el asfalto cruzando el citado rio y llegando a la vera de la N-629, que seguimos hacia nuestra izquierda. Con esta maniobra volvemos a compartir el trazado del sendero GR-99, circunstancia que se prolongará durante unos cuantos kilómetros.

Los siguientes minutos hemos de caminar con la precaución derivada de la cercanía del paso de vehículos. Tras dejar atrás el malogrado e irreconocible yacimiento altomedieval de Nuestra Señora de los Reyes Godos, y ya en pleno desfiladero de la Horadada pasamos bajo un robusto puente de hierro construido en 1929 para dar paso al ferrocarril Santander-Mediterráneo sobre el Ebro y que se conserva en estado sorprendentemente bueno. No mucho después vemos al lado derecho de la carretera un marcado camino que asciende por la ladera.

Tomando este camino pronto llegamos a la altura del Canal deTrespaderne, otra gran obra ingenieril del siglo pasado. En este punto el sendero afronta algunos zig-zags de fuerte subida que pronto se suaviza. Entre los relieves del desfiladero encontraremos, a nuestras espaldas, los restos recién recuperados del castilloaltomedieval de Tedeja.

Estamos transitando por el viejo camino entre Trespaderne y Tartalés de Cilla. Pronto llegamos a una bifurcación en la que nos decidimos por el camino de la izquierda. Las grandes vistas del desfiladero son estropeadas en parte por las líneas de alta tensión. El camino gira un poco hacia la derecha y ya da paso al valle de perfil montañoso donde se ubica la pequeña aldea de Tartalés de Cilla. Mientras llegamos al cercano pueblo, vamos tomando como referencia el camino que asciende  al otro lado del mismo y que será por donde continúe la ruta.

Esta pintoresca aldea presume de su atractiva ubicación y restos de arquitectura popular. Destacan los restos románicos de su iglesia y un lavadero con fuente recién restaurado. Abandonamos Tartalés por la ancha pista que conduce hacia el otro Tartalés, y que discurre por una brecha que divide en dos la sierra de la Tesla. Esta pista ha representado el acceso alternativo a Tartalés de los Montes cuando el precario acceso a este último pueblo quedaba inservible, cosa que ha ocurrido con cierta frecuencia.

Pero antes de afrontar el camino, metros después de dejar atrás la última casa, tenemos el sendero que asciende hacia la derecha (son tan solo unos minutos) hasta el eremitorio de San Pedro, lugar de visita más que recomendable. Volvemos al camino y empezamos el largo ascenso que hay que tomarse con tranquilidad (son unos tres kilómetros desde el pueblo y casi 300 de desnivel).

El largo ascenso nos permite analizar el paisaje de ambos cordales de la Sierra. Mientras que la solana, a la derecha, aparece ocupada por pinos, a nuestra izquierda los hayedos se hacen protagonistas, lamiendo los picachos en los que culmina la sierra. En el último tramo el recorrido es algo más sombreado pero no deja de hacerse largo y por ello duro.

Una pequeña caseta nos señala que estamos llegando al collado del alto del Cardal, lo que efectivamente hacemos poco después. Está ocupado por una amplia pradera que nos permite contemplar el valle situado al otro lado. Ignoramos el camino que se abre a la derecha y seguimos por el de la izquierda con la tranquilidad de haber superado la parte más dura del recorrido.

El descenso se hace relajado, siempre por un pinar no muy cerrado. Son más de cuatro kilómetros al final de los cuales observamos la estrechísima garganta que da paso al arroyo de Tartalés y al túnel de conexión con el resto del valle de Valdivielso.

Llegamos a Tartalés, que tiene un entorno y una arquitectura rural más interesante que la de su homónimo. Merece la pena ascender hasta la iglesia para contemplar una interesante ventana románica y dar un pequeño paseo por sus escasas calles. También encontramos una fuente donde saciar nuestra sed.

Apenas unas decenas de metros separan el pueblo del rústico túnel que le permite superar la garganta que le separa del resto del mundo. Antes de cruzarlo podemos ascender por su parte izquierda y asomarnos con cuidado a la caída de la cascada del arroyo de Tartalés. En realidad estamos sobre los restos del inverosímil camino que utilizaban los vecinos antes de horadar (por sus propios medios) el túnel.

Al otro lado del túnel podemos contemplar desde una perspectiva más amplia la cascada y el túnel, aprovechando un mirador habilitado a tal efecto. Descendemos por la inestable carretera (los hundimientos y reparaciones son relativamente frecuentes). A punto de alcanzar las primeras casas de Hoz de Valdivielso (antes de llegar a un lavadero con fuente) buscaremos a mano izquierda un camino poco marcado. Pasamos junto a los restos de la ermita románica de la Virgen de las Eras  y superamos gracias a una pasarela el arroyo de Tartalés.

Pronto entramos en el caserío del pueblo, pasando bajo a iglesia y llegando al palacio de los Ruiz de Valdivielso. Llegamos a una nueva carretera que nos permite salir del pueblo sin cambiar de dirección (con ello termina el tramo coincidente con el GR 99). Pasados unos 100 metros surge un claro camino hacia la derecha.

Tomado el mismo pronto llegamos a la ermita de San Roque, también en proceso de ruina, junto a un cruce múltiple. Seguimos el de más a la derecha, de modo que ya nos ponemos en dirección Noroeste, la que seguiremos durante casi todo el resto de la etapa, en paralelo a la sierra de la Tesla. Tras ignorar algunas opciones secundarias llegamos a un cruce en donde deberemos girar consecutivamente a la derecha y a la izquierda, para mantener la dirección.

Mientras tanto vemos ambas partes de unos de los valles mejor configurados de la provincia, cerrado por la sierra de la Tesla y el páramo. El entorno lo ocupan fundamentalmente los cereales, adornados por aislados pero robustos robles y encinas.

En una bifurcación seguimos hacia la derecha y ascendemos levemente por un tramo algo más boscoso. No tarda en aparecer la arruinada iglesia de Valhermosa, lo que junto a la aparición de huertas es indicio de que estamos llegando a dicho pueblo. Nos incorporamos a la carretera que recorre el norte del valle coincidiendo con la travesía de la localidad, que bien merece un paseo más detenido.

Unos 100 metros adelante del pueblo hemos de prestar atención para detectar el nacimiento de un sendero escoltado por una hilera de robles. En unos minutos el sendero acaba junto a una pista que seguimos sin cambiar de dirección. Tras superar una primera intersección llegamos a otra en la surge de nuevo otro sendero entre el arbolado de la derecha. Este segundo sendero, de gran belleza, nos conduce sin pérdida hasta Arroyo de Valdivielso, superando antes el cauce del que recibe el nombre.

Siguiendo la señalización alcanzamos la calle principal de este interesante pueblo. Junto a una de sus casas-palacio giramos hacia la derecha y unos 100 metros después hacia la izquierda, junto a una fuente. De esta manera termina el corto recorrido por el pueblo. Tras ignorar una variante hacia la izquierda llegamos a una intersección donde tenemos dos opciones: de frente continúa el sendero, pero a la derecha y a unos 300 metros tenemos el interesante enclave rupestre de las “cuevasde los moros”. Nos decidimos por visitar al mismo de modo que pasamos junto a una plantación de frutales (son relativamente abundantes en el entorno de los pueblos). El camino se convierte en un sendero ocupado por la vegetación pero fácil de seguir. De frente se encuentra la pequeña peña donde se encuentra el yacimiento, en un paraje que a primera vista parece inaccesible.

Siguiendo el sendero llegamos a un arroyo seco en el punto en que el mismo se abre paso entre dos peñas. Superamos la estrechez y seguimos el sendero que remonta por la parte trasera de la peña citada. Por este lado parece igualmente inaccesible, pero si andamos unos minutos llegamos a un punto elevado en el que la peña se rebaja permitiendo alcanzar su arista. Bajamos unos pasos por el otro lado y pronto encontramos el sendero que hacia la derecha permite seguir la ladera de la peña hasta el yacimiento. Además de su originalidad y su valor histórico, el enclave es un mirador de excepción sobre todo el valle.

Para continuar retrocedemos hasta el paso entre las dos peñas y a partir de aquí seguimos el sendero que continúa por el otro lado del arroyo seco. Pronto la vereda se convierte en un camino que desemboca en un cruce en el cual seguimos recto. Si no hubiéramos realizado la visita al yacimiento hubiéramos venido por el camino de la izquierda y nos hubiéramos ahorrado una media hora.

Enseguida llegamos a otro interesante pueblo, Quecedo, capital del municipio. Nos incorporamos a la calle principal en su descenso, pero tan sólo 100 metros adelante salimos de la misma por un sendero poco evidente que surge por la derecha y, al instante, por otro más a la derecha que pasa junto una rústica fuente. Con ello desembocamos en un camino más ancho que tomamos hacia el sur. Mientras observamos el quebrado paisaje de Los Cárcavos, encontramos un camino que nace a la derecha. Tomando el mismo volvemos a recuperar la dirección oeste.

Durante los siguientes kilómetros ignoramos los desvíos que nos harían cambiar de dirección hasta que el camino, después de un ascenso algo más marcado, gira hacia el sur al encuentro de la carretera en las proximidades del río Ebro. Andamos por la misma unos 100 metros hasta buscar un sendero que nace en el lado derecho, lugar desde el que ya se ve la iglesia románica de San Pedro de Tejada. Un próximo giro nos permite ponernos en dirección al templo, si bien antes de llegar al mismo deberemos seguir un tramo bastante lleno de hierba.

Llegamos a la poco estimulante valla que cierra el acceso a este templo. Por poco agradable que resulte el hecho de que esta maravilla artística sea de propiedad privada, es inexcusable su visita. En todo caso el recorrido continúa por la pista cementada que sin mayores novedades nos sitúa en Puentearenas. La etapa termina junto al puente que da nombre al pueblo, aunque este pueblo tampoco carece de valores patrimoniales.

Comentarios acerca de esta etapa

Esta etapa fue realizada a lo largo de tres momentos diferente, dos en 2013 y uno en 2011. El recorrido está en general bien señalizado, aunque existen numerosos cruces en caminos anchos y abiertos. Para intentar evitar despistes habrá que estar muy atentos a la señalización (marcas de pintura), muchas veces ubicada unos metros después de haber superado las intersecciones.

Casi todos los pueblos merecen una visita más detenida. Ver los enlaces indicados en el artículo.
 
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Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información).



Vídeo con imágenes del recorrido
 

1 comentario:

Julian Campo LLopis dijo...

Tartales de los Montes es nuestro shangri la de las Merindades, el valle donde se encuentra el pueblo accediendo como dices desde Tartales de Cilla es como un pequeño refugio apartado. Salir del mismo por la carretera, el tunel y la cascada a Valdivielso es transpasar un mundo secreto.