Vista general desde el Castillo. En primer término el Sagrado Corazón |
En el área en la que las diversas
elevaciones del Arlanza medio dan paso a los pinares serranos, encontramos el
bonito pueblo de Hacinas. En sus calles encontramos buenos ejemplos de la
construcción típica de esta zona, caracterizada al exterior por su recia piedra
arenisca rojiza y las chimeneas troncónicas. También podemos resaltar una
perfectamente conservada picota de ajusticiamiento, construida a finales del
siglo XVI.
Picota. Tras ella el Centro del Árbol Fósil |
No obstante el elemento más
original y característico de Hacinas son los árboles fósiles que se han
encontrado en su término municipal. Algunos de ellos han sido colocados hace ya
varias décadas en diversos puntos del casco urbano; otros permanecen en su
ubicación original. Tal vez el más llamativo sea el fragmento de tres metros
que se encuentra enhiesto junto a la picota citada.
Uno de los árboles fósiles del pueblo |
Justo al lado se encuentra el
interesante y moderno Centro del Árbol Fósil, un edificio inaugurado hace unos
años para divulgar este valioso patrimonio. Actualmente sus horarios son
bastante restringidos, limitándose generalmente a los meses de verano. No
obstante también existe cierta posibilidad de concertar una visita. En todo
caso recomiendo utilizar los contactos que aparecen en su página web;
punto en el cual además podremos conocer más acerca de este singular
patrimonio.
Los árboles fósiles de Hacinas, probablemente
los más interesantes en su género de la Península, corresponden a unas coníferas de gran
tamaño que vivieron en el Cretácico (hace unos 130 millones de años). Algún
evento convulso (tal vez una fuerte tormenta) hizo que fuesen repentinamente
derribados y enterrados en las zonas arenosas en las que crecían. Unas
condiciones diagenéticas concretas permitieron la lenta sustitución del
material celulósico original por pequeños cristalitos de cuarzo; de manera que
el aspecto estructural original es perfectamente reconocible. Sucesivos fenómenos geológicos y, sobre todo, la erosión hace que afloren a la superficie algunos de ellos.
Además de los árboles
fosilizados, en Hacinas llama poderosamente la atención las grandes peñas que
rodean e incluso se integran en el casco urbano. Una de ellas es utilizada a
modo de singular campanario “auxiliar” de la parroquial de San Pedro (incluso
cuenta con su propio nido de cigüeñas). A mediados del siglo XX se instaló en
su parte alta una imagen del Sagrado Corazón; a sus pies se reunía antiguamente
el concejo del pueblo.
Dos planos del Castillo |
Pero el bloque rocoso más
importante es sin duda el que ocupaba el antiguo castillo. Hoy se nos muestra
con una forma moldeada por las diversas intervenciones humanas (algunos
especulan con un origen prerromano). Incluso un antiguo árbol fósil ha dejado
un hueco a modo de “molde”; formando la oquedad conocida como “Cueva de los
Moros”.
La "cueva de los moros" |
Peña Carazo desde el Castillo |
Fuente del Campo de los Muertos |
La “tercera pata” patrimonial de
Hacinas la constituye su importante legado de patrimonio inmaterial. Por una
parte tenemos su secular carnaval, uno de los más singulares de Burgos, en el
que la Tarasca juega un papel fundamental. Aún se sigue celebrando la característica
romería de Santa Lucía, aunque ha pasado de finales de diciembre (la fecha
natural) al tercer fin de semana de septiembre. Todavía más, parece que se está
en proceso de recuperación de la singular fiesta de El Reinado. Para saber más
sobre las mismas se puede consultar la página web del Ayuntamiento.
Ermita de Santa Lucía |
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