miércoles, 25 de marzo de 2020

ruta de senderismo: Peña Carazo desde Carazo

En esta ruta subimos esta emblemática altiplanicie del tercio sur burgalés siguiendo una variante respecto a la que publicamos hace unos cuantos años. Además de las vistas desde la cima se disfrutan de otros elementos de interés que desgranaremos a lo largo de la descripción

Dificultad: Alta. Aunque lo más complejo resulta ser el descenso desde San Carlos hasta la zona del “cementerio de Sad Hill”. 
Orientación: Fácil en día claro, salvo en el tramo indicado en que hay que guiarse por la intuición. 
Belleza: Alta. 
Tiempo y distancia: 15 kilómetros y medio y cinco horas. 








Situación. 
Saldremos de Burgos en dirección sur por la A-1 y la carretera de Soria. Pasados unos sesenta kilómetros y la altura de Hacinas nos desviamos hacia la derecha por la carretera de Santo Domingo de Silos. En unos cinco kilómetros alcanzamos el pueblo de Carazo. Dejamos el coche en una especie de plazoleta que encontramos a mano derecha, nada más llegar al pueblo. También podemos seguir un poco más girando hacia la derecha y continuando por un carreteril asfaltado hasta llegar a un parque infantil y un puentecito. 

Puntos de Interés 

Sabinares. Robledales. Ermita de la Virgen del Sol. Fuente de la Mora. Escarpes de Peña Carazo y San Carlos. Vistas desde la cumbre. Rodal de tejos. Restos defensivos de San Carlos. Enclave cinematográfico de Sad Hill. 

Descripción de la Ruta 

Durante los últimos kilómetros del recorrido hemos ido bordeando la mole de Peña Carazo; que en realidad se compone de dos cimas: La propia Peña Carazo o Soncarazo; y San Carlos, separados por un amplio collado. Soncarazo, visto desde una imagen aérea, semeja una especie de riñón o judía en lugar del óvalo que sería de esperar en una altiplanicie. El estrechamiento es el lugar en donde nace el río Mataviejas o Ura, y la zona hacia la que nos dirigimos y que aprovecharemos para subir a la cima. 

Para ello tomamos el camino de la derecha nada más pasar el puentecito sobre el río Mataviejas. Nos dirigimos a una ermita con una curiosa advocación, Virgen del Sol, aunque de las historias y leyendas de Peña Carazo hablamos en otro artículo (LINK). El edificio aparece recostado en la ladera de Peña Carazo, rodeado de las sabinas que serán casi omnipresentes en la ruta de hoy. 

Una pequeña rampa nos permite alcanzar el sencillo edificio, por la parte trasera surge un sendero que nos permite bajar de nuevo a la zona del cauce justo en el lugar donde nace el mismo, la fuente de la Mora. Desde aquí comienza el ascenso a la peña, siguiendo un canal por el que en algunos periodos del año baja de agua. El sendero es algo confuso, aunque en realidad no tiene pérdida y está apoyado en algunos puntos con los clásicos hitos de piedras. 

De hecho, tras un primer tramo de ascenso descubrimos un lugar donde en momentos determinados cae una cascada. Dejamos este punto atrás siguiendo por el duro ascenso. Pasamos una zona de pedrera fina y por fin alcanzamos la parte alta del Peña Carazo. Si nos damos la vuelta veremos amplios paisajes: los sabinares de Arlanza, Peña del Águila y por detrás incluso las cumbres aún nevadas del Sistema Central. 

La meseta está también cubierta de sabinas, más ralas debido a la pobreza del terreno. De hecho es un poco pesado el avance por esta zona debido al lapiaz que ocupa buena parte de la altiplanicie. Seguimos más o menos rectos buscando el otro lado de la meseta; zona que alcanzamos en unos pocos minutos. Desde este punto las vistas aún son más amplias: los cordales de las Sierras del Mencilla y Neila, la zona de pinares, el Gayubar. 

Por debajo de nosotros hay una importante buitrera que podemos apreciar con precaución e incluso un sorprendente e insólito bosquete de tejos jóvenes que analizamos en otro artículo (LINK). Avanzamos hacia la izquierda (hacia el noroeste) siguiendo más o menos la línea de la cumbre. Tras un buen tramo que se hace algo largo alcanzamos el límite de la peña. Enfrente aparece la Peña de San Carlos. Aunque la bajada parece compleja, si estamos atentos vemos un hito montañero que nos señala el lugar de un estrechamiento por donde podemos bajar sin excesiva dificultad. 

Llegados al collado entre peñas, afrontamos la subida al San Carlos, cuyo trazado ya se percibe desde esta zona. La subida es durilla pero relativamente rápida. Esta segunda meseta, bastante más pequeña, está salpicada de los restos de viarias torres defensivas cuya última refortificación proviene del periodo de las guerras carlistas (de ahí también el nombre de la cima); aunque su primera habitación se remonta a la época prerromana. 

Desde aquí tenemos unas vistas similares, aunque se aprecian mejor otros paisajes como el Pico Valdosa, el desfiladero de la Yecla y, en un plano más cercano, el “cementerio de Sad Hill”, lugar acondicionado para la escena final de la película “El Bueno, el Feo y el Malo” y que en los últimos años ha sido objeto de un original proyecto de puesta en valor por parte de los aficionados de la saga (LINK). 

La parte donde las fortificaciones son más extensas es el extremo oeste. Bajamos por aquí sin sendero definido y con precaución, siendo los próximos kilómetros los más complicados a nivel de avance y orientación. Tomamos como referencia un mogote rocoso que se sitúa en un plano bastante inferior, al final de la arista de la montaña. Nos aproximamos poco a poco hasta el mismo; lugar desde el que se tiene otra buena perspectiva de Sad-Hill. 

Observamos la pista que accede al lugar desde el cercano pueblo de Contreras. Entre nuestra ubicación y la pista una especie de pradera. A nuestras espaldas una especie de roderas hacia las que bajamos pero que pronto abandonamos para buscar la parte inferior del “mogote” y acercarnos hacia la pradera. Sin sendero y en descenso aún bastante abrupto superamos un vallado ganadero y nos vamos poco a poco acercando al lugar. 

Llegados a la pradera las cosas se simplifican considerablemente, aunque deberemos prestar atención al cruzarla ya que hay zonas encharcadas. Superamos un arroyo y llegamos a la pista, cubriendo la distancia que nos separa de “Sad-Hill”. Antes de entrar en la pradera donde se encuentra prestamos atención a la bifurcación que se localiza al llegar a la misma; ya que posteriormente deberemos continuar por el camino de la izquierda. 

Dedicamos unos minutos a recorrer este peculiar cementerio. La limpieza ha sido patrocinada por docenas de colaboradores a cambio de poner su nombre en alguna de las simuladas cruces. A la belleza del lugar contribuye un verdor derivado de la relativa humedad del suelo. Buscamos el camino indicado y nos alejamos del lugar. En esta primera zona la citada riqueza del terreno ha permitido la existencia de buenos y plásticos ejemplares de sabina. 

Durante un tramo los cruces de caminos generan algo de confusión. Ante las dudas nos situaremos en los que se sitúan más hacia la izquierda, pero sin dirigirnos hacia la peña sino recuperando todo el recorrido que hicimos anteriormente por la parte alta. Este largo trayecto de regreso se puede hacer algo monótono, pero no deja de tener una belleza especial este amplio valle intermedio desprovisto de cultivos e incluso de ganado. 

Superamos un paso canadiense y seguimos por el bosque, en el que las sabinas van siendo sustituidas por un robledal de ejemplares esbeltos. Afrontamos una moderada subida y alcanzamos otra portilla. Al poco empezamos a descender, pasamos junto a una nave ganadera y alcanzamos la bifurcación inicial del recorrido. 

Comentarios. 

Recorrido durillo, más que por el desnivel acumulado, que también, por el esfuerzo implicado en los tramos más abruptos. Considero recomendable realizar esta propuesta a finales del invierno o a principios de primavera, evitando los periodos más cálidos.

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Vídeo con imágenes del recorrido.


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