jueves, 8 de septiembre de 2016

Itero del Castillo, lugar frontera

Glosa el poema de Fernán González que:

“Entonces era Castilla un pequeño rincón,
era de castellanos Montes de Oca mojón,
y de la otra parte Fitero el fondón,
moros tenían a Carazo en aquella sazón.”
 
Los dos edificios principales de Itero; la iglesia y la torre

Nos vamos en el artículo de hoy a ese Fitero; actualmente Itero del Castillo Si bien se trata de un texto escrito ya en el siglo XIII, existe constancia de la existencia de ese Itero en el siglo X, en época de Fernán González, documentando dentro de las posesiones del conde Fernán Armentález, fundador de la cercana localidad de Melgar de Fernamental.


Puente Fitero, paso de peregrinos camino de Santiago
 
La misión de esta torre, existente sin duda desde la fundación del lugar, era vigilar los territorios circundantes, y en especial el importante vado de Puente Fitero. Más tarde mantendría su importancia dentro de este territorio muchas veces escenario de las batallas entre castellanos y leoneses. 
 
 

La torre actual, construida en sillarejo, data de finales del siglo XIV. Es de planta cuadrada ligeramente irregular, de unos 10 m de lado, levantando unos 25 m. En el lienzo SO se abre la puerta de arco apuntado, al interior de medio punto, localizándose en este muro y el O, en la zona superior, una ventana geminada también apuntada. En los otros lienzos se abren saeteras. Dispone de una abertura de mayor tamaño a media altura, que probablemente se corresponda con un antiguo acceso a través de una escalera. A principios del siglo XV don Juan Fernández de Velasco adquirió Itero, y ya se menciona en esa compra la torre. Posteriormente el castillo pasó a manos del conde de Haro, y en el siglo XVII era propiedad del duque de Lerma.
 


El edificio presentaba importantes grietas, cuyos efectos aún son visibles pese a la restauración integral llevada a cabo en el 2005. Esta restauración ha implicado la creación de una estructura interior en madera y metal de tres niveles, aunque probablemente en origen existieran cuatro. Los espacios son ocupados por maquetas de edificios y espacios de la zona, realizados por artistas locales, así como fotografías antiguas de la localidad. Al parecer en ocasiones se han desarrollado exposiciones temporales de diferentes temáticas.
 
 
 
 
En la puerta de acceso hay un teléfono de contacto para las visitas. Me comentan que tienen un porcentaje relativamente alto de visitas de extranjeros, debido al camino de Santiago, si bien la mayoría de los peregrinos no afrontan el pequeño rodeo que significa llegar hasta el pueblo. Las explicaciones que recibiremos no serán muy técnicas pero por el contrario estarán más pegadas a la tradición popular. Así sabremos sobre la posibilidad de que esta edificación no sea más que la torre del homenaje de una estructura defensiva de mayor tamaño, cuyas murallas llegarían hasta el actual arco del Ayuntamiento. 
 
 

Sabremos también cómo en la parte trasera de la casa del cura existía un pasadizo que según la creencia popular llegaba hasta la torre, espacio hoy atravesado por bodegas; las diversas teorías sobre el lugar en donde están los restos del conde Fernán Armentález…pero probablemente la anécdota más “jugosa” la conocemos al detenernos ante una foto antigua en la que aparecen dos personajes de cierto nivel a lomos de cuadrúpedos. Se trata de los antiguos cura y secretario del pueblo.
 
 
 
Según parece hasta hace unas cuantas décadas existía una curiosa tradición en este pueblo. El día de las cruces de mayo (el 3 del mes) estos dos representantes populares realizaban un trayecto por todo el perímetro del término municipal clavando cruces a intervalos regulares. La jornada terminaba con una comida popular en la que los que más provecho sacaban eran los niños. La creencia era que este rito protegía a las cosechas frente a las tormentas, y para enriquecer la anécdota mi interlocutor me dijo que supuestamente un año que no se cumplió con la tradición hubo un apedreo que acabó con toda la cosecha. 

Pero lo más conocido hoy en día de Itero del Castillo es muy probablemente su alargado puente sobre el río Pisuerga, que se constituye como lugar de paso de peregrinos jacobeos y límite con las tierras hermanas palentinas. Ubicado a tiro de piedra del núcleo urbano, fue construido en tiempos del rey Alfonso VI, a principios del siglo XII y sobre otro puente anterior que es mencionado en el Codex Calixtinus. Sucesivas riadas obligarán a frecuentes reparaciones, perteneciendo el grueso del puente actual a los siglos XVI y XVIII.

Presenta un perfil alomado con 11 arcadas u ojos, algunas apuntadas y otras de medio punto, con tajamares triangulares aguas arriba del Pisuerga y cuadrangulares aguas abajo. Este puente, siempre perteneciente a Itero del Castillo, tuvo una gran importancia estratégica, por lo que fue muy disputado en el Medievo, al ser el límite del condado de Castilla, y que actualmente se perpetúa como frontera de las provincias de Burgos y Palencia.

Es de los puentes más bellos y largos de todo el camino, y aquí finalizan los 114 kilómetros en los que el trazado cruza la provincia de Burgos.


Unos 200 metros antes de llegar al puente, el Camino de Santiago pasaba junto a la iglesia de San Nicolás, antes en ruinas y hoy completamente restaurada; esta iglesia era el templo parroquial de un pueblo, que todavía en el siglo XVI existía junto a ella, llamado Puente Fitero.

De ese despoblado hoy sólo queda parte de su iglesia parroquial, conocido con el nombre de ermita de San Nicolás, hoy completamente restaurada por una cofradía italiana (Confraternità di San Giacomo di Compostela in Perugia), que desde hace diez años, altruistamente, abre sus puertas (de mayo a septiembre) como albergue de peregrinos, conocido como hospital de San Nicolás de Puente Fitero.

Este es un lugar especialmente acogedor para los peregrinos que deciden descansar en él, ya que bajo el maravilloso ábside medieval podrán presenciar el recuperado rito del lavatorio de los pies. En la Edad Media, dentro de la atención sanitaria que se le ofrecía al peregrino, cabía destacar el lavatorio de pies, una práctica higiénica y necesaria, así como cargada de simbolismo cristiano.
 

Lo que nos ha quedado de este templo de San Nicolás de Bari es un pequeño edificio de factura protogótica del tercer tercio del siglo XII, compuesto por una bella capilla de bóveda de crucería con arcos apuntados, columnas pareadas en el intradós del arco que da acceso al ábside, y algún capitel con decoración de fina talla vegetal.

El resto es una sola nave con material pétreo diverso que denota épocas distintas en su construcción y cerramiento, así como arranques de bóvedas que nos hacen pensar en un edificio más alto y con una prolongación hacia el sur. Se accede al templo por una sencilla puerta de arco apuntado con tres arquivoltas en su intradós. El alero presenta sencillos canes, así como restos de un tejaroz para cubrir la entrada principal.

Como curiosidad indicaremos que poco antes de la ermita se encuentra una fuente conocida como Fuente del Piojo, lugar en el que según la tradición los peregrinos se libraban de tan molestos acompañantes.

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