El Pan Perdido, con sus 1238 metros , es la
elevación más alta de la Sierra
de Oña, la parte más meridional de los montes Obarenes. Hoy recorreremos una
parte del interesante cordal de esta humilde alineación montañosa, que nos
ofrece un importante contraste entre su vertiente sur, que domina la gran
planicie de la Bureba ,
y la norte, desde se divisan buena parte de las numerosas elevaciones del norte
burgalés. Entre los atractivos adicionales del recorrido se encuentran las
interesantes iglesias románicas de Soto y Navas de Bureba, así como los lejanos
ecos del castillo altomedieval de Petralata.
Dificultad: Media.
Buena parte del recorrido por el cordal es incómodo, implicando cierta complejidad.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil en general. En el
cordal hay que prestar atención para seleccionar la opción más adecuada.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 4
horas y media (14,5 kilómetros) (sin
acceso al castillo de Petralata reducir en 1 km y media hora aproximadamente).
Situación
Para llegar hasta Quintanaelez,
punto de inicio de la ruta, desde Burgos tomaremos la N-I hasta Briviesca. Desde
aquí seguimos la BU-5108
hacia Oña. En Cornudilla enlazamos con la N-232 , que tomamos hacia la derecha. Tras unos
cuantos kilómetros, llegando a Quintanaélez, con un poco de atención
identificamos la pista que se dirige hacia Soto de Bureba. Dejamos los coches a
la altura de las últimas casas de Quintanaélez siguiendo esta dirección.
Puntos de interés
Iglesias de Navas de Bureba y
Salas de Bureba. Vistas de la
Bureba , Algunos tramos del sendero de ascenso. Cordal
montañoso. Pan Perdido y vistas desde este lugar. Enclave del Castillo de
Petralata.
Descripción de la ruta
Tras aparcar el coche empezamos a
andar en dirección Soto de Bureba por la pista indicada, encontrando un panel
explicativo al principio del recorrido. Muy cerca observamos el pueblo al que
se dirige este ramal, pero a mitad de camino encontramos un cruce en el que nos
desviamos hacia la izquierda.
Entramos en el tramo más monótono
del recorrido, y ya que hay que recorrerlo preferimos hacerlo al principio de
la jornada. Se trata de un trayecto prácticamente recto de unos 3 km , con suaves toboganes, y que
se dirige hacia el oeste, ignorando todas las bifurcaciones que se le ofrecen.
Los elementos más interesantes de este tramo son las vistas hacia la sierra (a la
derecha) y hacia la llanura burebana (a la izquierda), cerrada esta última por
los picos de la Sierra
de la Demanda
(que aún tienen bastante nieve en esta época).
Vamos avanzando por el camino.
Primero dejamos un frontón algo a la derecha. Luego entramos en un tramo
asfaltado. Pasamos junto a un pequeño y recodito área recreativa y finalmente
llegamos a las cercanías de Navas de Bureba. Frente a nosotros aparece la
característica forma de la Mesa
de Oña y a lo lejos se puede distinguir Poza de la Sal , arremolinada en la ladera
del monte.
Entramos en el pueblo por la
carretera de acceso al mismo, justo a la altura del cartel indicador. Nos
dirigimos hacia la iglesia siguiendo la calle principal. Las casas no son
especialmente llamativas: en esta zona abunda la construcción a base de
ladrillo y revoque de cemento. Llegamos a la altura de la iglesia, que destaca
por su llamativo ábside, y de la cual ya hemos hablado en este blog.
Seguimos la calle que bordea el
ábside y pronto llegamos a la salida del pueblo. Al poco la pista asfaltada se
bifurca. Nosotros vamos por la izquierda y enseguida el asfalto desaparece;
justo a la altura de una nueva bifurcación en donde seguimos de nuevo por la
izquierda.
El camino, que ahora enfila
directamente hacia el monte, empieza a ganar altura. Poco a poco vamos dejando
atrás las últimas tierras de labor y nos acercamos a un encinar. A nuestras
espaldas tendremos todo el tiempo las amplias panorámicas de La Bureba , a las que no hacen
justicia las fotos que he tomado (en parte por la bruma).
Tras un tramo por el encinar,
hemos de prestar atención en una bifurcación al sendero secundario que nace en
el lado izquierdo, pues es el que deberemos tomar. Desde este punto el bosque
se cierra bastante más alrededor de un sendero que primero zigzaguea y luego
asciende por una fuerte pedrera.
Tras salir del bosque el sendero
acaba girando hacia la izquierda y suaviza su pendiente. De este modo el monte
queda a nuestra derecha y el valle a la izquierda. La vereda se ha convertido
en una senda montañera que ya va dejando a sus pies una parte de los macizos
rocosos. Las vistas siguen siendo privilegiadas.
Sin demasiado esfuerzo acabamos
llegando a una zona más abierta, en la cabecera superior de una cárcava. Desde
aquí es fácil distinguir el tramo que nos separa del cordal, que trascurre por
un suelo cubierto de matorral bajo. Recorremos este tramo que empieza con
suavidad y luego se va haciendo más y más duro; tanto que acaba con una serie
de eses. A nuestras espaldas aún observamos el pueblo de Navas, que queda casi 400 metros por debajo de
nosotros.
Ya en el cordal tenemos acceso a
contemplar unas amplias vistas de buena parte de las elevaciones del norte
burgalés: La continuación de la sierra hacia el oeste, el valle que divide los
dos sectores principales de los montes Obarenes, el macizo del Monte Humión, la Sierra de Árcena, Los
Montes de la Peña ,
La Sierra de la Tesla , los montes de
Espinosa de los Monteros e incluso Alto Campoo.
Seguimos el cordal hacia el este,
primero con bastante facilidad. Bajo nosotros observamos el alargado caserío de
Barcina de los Montes. Tras descender a un pequeño collado el cordal se vuelve
bastante tortuoso y deberemos estar
atentos tanto a las marcas de pintura como al lugar donde ponemos nuestros
pies.
En primer lugar el sendero tiende
a ir por el lado derecho de las rocas del cordal, muy pegado a las mismas.
Pasamos junto a un buzón montañero cuyo acceso implica una corta trepada. Al
poco el sendero vuelve a la parte más elevada, pero pronto la abandona para buscar
el pequeño hayedo del lado norte.
Los siguientes cientos de metros
transcurren por este hayedo, que muestra los primeros signos de la foliación
primaveral (hemos realizado la ruta en abril), algo por debajo del cumbral pero sin bajar demasiado. Cuando
termina la parte más quebrada de la cima el sendero vuelve a acercarse a la
misma, ya de modo definitivo. Frente a nosotros, no muy lejos, ya observamos el
macizo del Pan Perdido.
Tras recorrer una especie de
canal volvemos a una zona más abierta. Algo después afrontamos la parte final
del ascenso, alcanzando la cumbre (está marcada con vértice geodésico). En este
punto la ladera sur resulta ser mucho más abrupta que la norte. Observamos los
mismos paisajes ya descritos: destaca el gran lago verde de la Bureba en la que aparecen
los pequeños islotes de los pueblos. Al norte, cerca de la oscura sombra del
Humión, podemos distinguir incluso la ciudad de Frías.
Tras el merecido descanso
continuamos en la misma dirección descendiendo bruscamente hacia el este.
Frente a nosotros observamos una nueva cima compuesta de dos paredones rocosos
en paralelo. Es el lugar en donde se ubicaba el milenario castillo altomedieval
de Petralata.
Bajando con las debidas
precauciones alcanzamos el collado entre ambas cumbres. En el punto más bajo
del mismo se localiza el sendero que baja de nuevo hacia La Bureba. En todo caso tenemos la
posibilidad de sazonar la ruta ascendiendo hacia esta nueva cima. Para ello nos
dirigimos a la empinada canal que se encuentra entre ambos paredones (hay
marcas de una sencilla trocha).
La empinada ladera nos obliga a
extremar las precauciones (por momentos deberemos ayudarnos de las manos). Una
vez en la zona más alta de la unión de las peñas observamos una especie de
pozo, probable signo del antiguo castillo. Emprendemos una trepada por el lado
derecho y con un poco de precaución alcanzamos la cima: una especie de pasillo
de medio metro de espesor en el que se distinguen los restos de un muro. Más información sobre este lugar nos la ofrece un experto explorador de este tipo de enclaves: Zález.
Descendiendo con precaución
volvemos hasta el collado. El sendero de descenso, que primero va hacia el
oeste, es un tanto difuso; pero pronto gira y se observa claramente su
continuación. Perdemos altura poco a poco entrando en un pobre encinar. Un
tramo más adelante la pendiente se vuelve mucho más acusada. Mirando en
dirección a la montaña observamos unas curiosas elevaciones que recuerdan
lejanamente a los Mallos de Riglos oscenses.
Rápidamente alcanzamos la falda
del monte mientras que el sendero enlaza con un camino. Frente a nosotros
observamos la ubicación de Soto de Bureba y Quintanaélez. Seguimos bajando
ignorando todas las derivaciones. Nos obstante, ya muy cerca de Soto y a la
altura de una pequeña loma, tomamos un camino más difuso que surge a nuestra
izquierda. Pasamos junto a un depósito y pronto alcanzamos el citado pueblo. En
su escaso caserío destaca sobremanera el templo románico, también tratado específicamente en este blog.
Desde Soto tomamos la pista que
en un escaso kilómetro nos conduce al punto donde iniciamos nuestro recorrido.
Comentarios
El sendero descrito coincide con
el sendero de pequeños recorrido PRC-BU-218, incluido dentro de los señalados
en el proyecto de turismo ornitológico en Castilla y León (TRINO), y con
la propina del ascenso al Castillo de Petralata. La señalización en el momento de
realizar el recorrido (abril de 2014) es bastante buena.
Se trata de un recorrido de
cierta dureza, por el ascenso al cordal y el avance del mismo. Además hay
muchos puntos que exigen cierta atención y pericia; en los cuales las señales
de pintura serán nuestro mejor guía. En todo caso no es una ruta complicada
para las personas acostumbradas a la montaña.
Deberemos evitar realizar este
recorrido en momentos de mucho calor, al tratarse de una zona muy expuesta al
sol. Tal vez el mejor momento sea la primera mitad de la primavera, para
observar los cultivos con sus tonos más brillantes.
Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quierasTrack del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)
Vídeo con imágenes del recorrido.
1 comentario:
Las vistas desde el Pan Perdido son muy bonitas. Y si después de la caminata decides darte un homenaje en Oña, redondeas el dia. Aitor
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