lunes, 14 de julio de 2014

Escultura del agua: Los Borbollones

Quintanilla del Agua y Tordueles son a la vez dos localidades y el nombre completo de un municipio en el que ninguno de los dos pueblos ha querido ceder el protagonismo al otro.


En el inicio de la carreterita que conduce a Tordueles, muy cerca del Arlanza, encontramos un edificio bastante arruinado, apenas reconocible, que es lo que queda de la antigua ermita de la Torrecilla. A su lado se encuentra una finca de vides que nos recuerda que entramos en el territorio de la Denominación de Origen Arlanza.



Este entorno de colores un tanto apagados cambia completamente en el invierno e inicios de la primavera con las crecidas del Arlanza, cuando frente a la ermita se forma una bonita laguna. Estas crecidas fueron muy bien aprovechadas por el antiguo molino de los Borbollones, cuyas ruinas también pueden verse a tiro de piedra de la ermita.


Según parece, la ermita y el molino son los restos de una antigua población que se encontraba en este lugar, y que mantuvo actividad hasta los años 50 del siglo pasado. Por cierto, que hoy en día ambos edificios (que son expoliados sistemáticamente por los desaprensivos), se encuentran en terreno perteneciente a Castrillo Solarana.


Pero, ¿de dónde viene el nombre de “Los Borbollones”?. Pues resulta que a escasos metros rio abajo del molino existen una serie de surgencias, en general muy pequeñitas; pero una de ellas, la primera, bastante caudalosa, tal y como vemos en la siguiente imagen.


Los manantiales se encuentran tan cerca del cauce del Arlanza que, cuando el río crece, varias de ellas quedan por debajo del nivel del mismo. Ello hace que al brotar el agua forme una especie de hervideros (de ahí el nombre) que he tratado de captar en las siguientes fotos.







Según parece, buena parte del caudal de los Borbollones es aprovechado desde los años 20 del pasado siglo para proveer de agua a la localidad de Lerma.

2 comentarios:

Miguel Cantera dijo...

Qué curiosos los hervideros, gracias por darlo a conocer.

Montacedo dijo...

De nada, hombre