miércoles, 3 de marzo de 2021

Regreso a los pueblos del Silencio: Loranquillo

 

La mayoría de los pueblos que conozco que alguna vez estuvieron deshabitados, evolucionan en alguna de estas dos direcciones: o bien son engullidos más o menos rápidamente por la vegetación o bien la mayoría de sus casas son más o menos rehabilitadas pasando a tener un aspecto más o menos convencional independientemente de que tengan población estable o no. Pero hay un tercer grupo de pueblos que parecen quedarse anclados en el tiempo, con la ruina evolucionando lentamente pero quizás más tristemente. 


Loranquillo está relativamente bien comunicado, se encuentra no muy lejos de la carretera que conecta Briviesca con Cerezo de Rio Tirón. Así hablaba del humilde lugar Madoz a mediados del siglo XIX:

"en un barranco rodeado de cuestas, donde reinan con especialidad los vientos N y O, y cuya circunstancia hace que el clima sea frío y que las enfermedades más comunes sean los catarros y las pulmonías. Tiene unas 20 o 30 casas, inclusa la consistorial, una escuela de primera educación concurrida por 12 o 14 niños, y dotada con 24 fanegas de trigo, una fuente de aguas salobres dentro de la población. Iglesia Parroquial (San Miguel) servida por un cura párroco y un sacristán, y una ermita (San Vítores) colocada junto al pueblo y el pié de una cuesta. El territorio es estéril, los caminos se hallan en mediano estado. La correspondencia se recibe en Belorado por medio de las personas que van a este pueblo y su diligencias. Los productos son cebada y trigo, ganado lanar merino y churro. " 
 
 
Como hemos visto en buena parte de los pueblos deshabitados recorridos por este blogero, Loranquillo tenía un factor adicional que dificultaba la ya de por sí dura vida rural: la circustancia de que las aguas no fuesen potables debido al carácter yesífero de los suelos. 
 

 
Así lo cuenta Elías Rubio en el libro que nos sigue de guía. También hace referencia a las diversas soluciones que empleaban los vecinos para solventar esta gran problemática; desde la recogida del agua de lluvia hasta la instalación de molinos de viento para extraer a mayores profundidades, pasando por su transporte desde los pueblos cercanos.
 
 
A la entrada del pueblo se localizan unas casi desaparecidas ruinas. Son lo que queda de un proyecto un tanto utópico para explotar un manantial localizado a tan sólo unos metros y llamado La Salina. La idea fue de un oriundo del pueblo llamado Fermín Saja, ya que las aguas supuestamente servían para curar el empacho en personas y animales. 
 



Para tal fin, con ayuda de sus paisanos, se excavaron una serie de galerías en el manantial salobre formando un gran depósito con un entramado de galerías subterráneas inundadas que quedaron abandonadas al poco tiempo. Hoy podemos ver una boca cubierta del característico color blanquecino y los signos de la actividad en la parte más externa de la cavidad.



Vista exterior de las galerías del manatial y singular concrección en su boca.


Dos hermanos ciegos fueron los dos últimos habitantes del lugar, ocupación que se extendió durante veinte años y terminó en 1996. Hoy se mantienen en estado habitable algunas casas, ocupadas en cortos periodos vacacionales y durante las labores del campo. Además los allegados al pueblo son lo que consiguen que el mismo se conserve en estado relativamente digno.


 
Y finalmente quizás la mayor singularidad del pueblo: las características puertas de madera con decoración incisa de su calle mayor. 






10 comentarios:

csc dijo...

Pues la verdad, es que despues de leer la historia de Loranquillo en el libro de Elias Rubio, me imaginaba que el pueblo iba a estar peor. Menuda sorpresa!!!!

Montacedo dijo...

gracias por el comentario

Abilio Estefanía dijo...

Hola Montacedo, una vecina tengo yo que es de Loranquillo. Vive en el piso de arriba.
La verdad es que es un lugar que has de ir aposta, ya que no pilla de paso, tanto que vayas hacia Cerezo o por las Lomas hacia Belorado.
Yo también me lo esperaba en peor estado.

Un abrazo

Pedro dijo...

Me encanta tu reportaje, huele a cocina de leña, con los sonidos de los pájaros y un ladrido lejano de un perro solitario y aburrido. es una gozada pasear por estos pueblos...
Un saludo

Anónimo dijo...

Gracias por este repaso a estos pueblos dle valle del tirón

Montacedo dijo...

Gracias por los comentarios. Efectivamente el estado no es del todo malo, pero veremos los efectos del tiempo.

Chema dijo...

Cuanto tardaran los amigos de lo ajeno en hacer de las suyas?. EL domingo paseando por Valdearnedo vimos que se han llevado hasta las tapas de las alcantarillas.
Sin embargo Loranquillo todavia resiste, esperemos que por mucho tiempo.

Montacedo dijo...

Gracias chema por tu contribución.

Gregorio dijo...

Decíamos en Cerezo:
Si Loranquillo de quema
Quintana llora
y las mocitas de Carrias
tocan a Gloria.

Todos los veranos voy en bici unas cantas veces al pueblo y se mantiene bastante bien.

Montacedo dijo...

Gracias por dejarnos estos versos. Aquí quedan como complemento al artículo