Acabo de terminar la lectura de este libro editado por la Diputación de Burgos en el año 2001 que comenta, más bien en un formato catálogo, todas las fiestas de la provincia.
El texto, si bien ya queda un pelín desfasado en cuanto a actualidad y tampoco presta una especial atención a lo etnográfico, sí que nos permite obtener un panorama general de lo que representa la fiesta para esta tierra considerada por lo demás injustamente como sosa y anodina.
Fijándonos en los aspectos de mayor interés para el autor de este blog, en lo primero que me fijo es que los pueblos del sur tienen mayor número de festejos y estos son más espectaculares y más ricos desde el punto de vista etnográfico. Desde mi punto de vista, esto no tiene tanto que ver con la peculiaridad de esta zonas como con el hecho de que han resistido con mucha mayor facilidad los embates de la despoblación de la segunda mitad del siglo XX.
Otro aspecto a resaltar es la gran voluntad en la celebración de las fiestas en los pueblos pequeños. Parece que desaparecidas las escuelas, los médicos y los servicios de todo tipo, incluso los religiosos, la fiesta del patrón es la única seña de identidad a la que agarrarse. Las fiestas se hacen incluso aunque no haya personas suficientes para llevan las andas del santo.
Finalmente, y pese a una creciente tendencia a la homogeneización y la modernización, a la realización de actos donde prima el espectáculo, la abundancia de celebraciones es tal que sigue habiendo centenares de singularidades locales, desde la existencia de canciones y bailes endógenos a la realización de ritos de difícil explicación cuya antiguedad se pierde en la noche de los tiempos.
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