martes, 25 de enero de 2011

Mil años en la historia burgalesa a través de una abadía (VI)

En el siglo XIII ya se planea la sustitución del templo románico por otro gótico que formará el esqueleto de la iglesia actual. Se incrementa la altura de la nave central y se construye un primer crucero. En ese periodo se construye también la llamada Capilla de la Cruz, destinada al oficio litúrgico para los ciudadanos del Oña, evitando con ello un excesivo contacto con los benedictinos. Aunque el cualquier caso al poco se iniciará la construcción de la iglesia de San Juan, dejando con ello San Salvador de ejercer como parroquial del lugar.

Adosada a esta Capilla de la Cruz y por orden del entonces rey Sancho IV el Fuerte se construye en 1284 la capilla de la Virgen. El deseo del monarca es que este lugar sea destinado a panteón de sus antepasados, que como indicamos permanecían en el atrio de la iglesia. También dos de sus hijos, fallecidos jóvenes, serán enterrados en este panteón.

La advocación a la virgen no es casual. Presidiendo esta capilla estaba la imagen de la conocida como Virgen de Oña, con fama de milagrera. Cuenta la tradición que aquí trajo la reina el infante Fernando (luego Fernando III el Santo), que padecía de una grave enfermedad, habiendo agotado los recursos de la medicina de aquel entonces. Así lo cuenta Barreda a finales del siglo XVIII:

Lo cierto es que el rey santo, siendo niño, padeció una enfermedad muy grave que le puso en los umbrales de la muerte, desesperados ya los médicos de su salud. Pero la piadosa madre, doña Berenguela, destituida ya del poder humano, se acogió al divino. Oyó esta gran reina los muchos milagros que Dios obraba por medio de la imagen de María, la milagrosa de Oña, y determinó pasar con su hijo a visitar a esta emperatriz de los cielos, confiada en su piedad divina, que la había de conceder lo que pedía. Llegó esta señora a Oña y al punto puso a su hijo, ya moribundo, sobre las aras de esta gran reina, suplicándola con lágrimas y tiernas oraciones la favoreciese en aquel conflicto. Jamás pudo dormir el santo niño en su gravosa enfermedad, despidiendo continuamente de sí multitud de gusanos que la atormentaban por extremo. Pero fue cosa maravillosa que luego que le pusieron sobre el ara de María se quedó dormido. Pensaron todos que estaba muerto, mas despertando, al punto pidió de comer y de beber, lo que en grande manera aborrecía. Comenzó el joven a cobrar salud y a los quince días gozó la madre de su santo hijo tan sano y tan fuerte como si nunca hubiera padecido tal accidente”.

Un abuelo Alfonso VIII fue en peregrinación a Oña, e incluso Alfonso X el Sabio (hijo de Fernando III) acabaría dedicando una de sus cantigas al milagro y el nieto de Fernando, Sancho IV, edificaría como decíamos esta capilla en agradecimiento. Por cierto Sancho IV es el cuarto “Sancho” relacionado con este monasterio.

El siglo XIV es una centuria difícil para toda Castilla y también para sus monasterios; la guerra y las enfermedades asolan el territorio. La fortaleza de abadía de Oña le permite sobrellevar algo mejor estas penurias. En 1338 se celebra un capítulo provincial y una visita a varios monasterios. Podemos conocer a través del mismo la situación de varios monasterios, entre ellos Oña. De los monasterios referidos, Oña es el que recibía más rentas, más de 80.000 maravedís y 25.000 fanegas de renta, continuando como el más rico en cuanto a ingresos de todos los monasterios españoles. No obstante este dinero se repartía en buena medida entre los principales cargos, con lo que el estado del común de los monjes era en general pobre.

Adicionalmente, pocos años después Oña sufre un desgraciado episodio del que tal vez nunca conoceremos su verdadera dimensión. Narrado brevemente, diremos que a mediados de siglo se desarrollaba la guerra fraticida entre Enrique de Trastámara y Pedro I el Cruel. Ambos bandos se valieron de ejércitos mercenarios para intentar conseguir sus objetivos. Pedro llamó en su ayuda al Príncipe de Gales, conocido también como el príncipe Negro.

Acabada la contienda, o al menos alguna de sus batallas, los ingleses exigieron su paga y como quiera que Pedro no pudo o no quiso pagarles, arrasaron en su retirada todo lo que de valor encontraron, y quiso la mala suerte que entre otros sitios encontrasen Oña (también Santa María de Obarenes y Vileña, lugar este último donde fueron violadas sus monjas). Cuentan las crónicas que desaparecieron varios retablos en plata, y entre ellos, una magnífica arca de oro y piedras preciosas, llena de reliquias, regalo de Sancho el Mayor.

Tal debió ser la conmoción, que apenas recuperado el monasterio se ordenó la fortificación de todo el perímetro, contribuyendo ello a la imagen no demasiado estética que nos ofrece el templo en la actualidad. El portalón de entrada (con las figuras de condes y reyes), el cubo del reloj y las torres cuadradas que presiden la entrada principal del monasterio datan de aquella época. Este aspecto de fortaleza se conservará al menos hasta el siglo XVI. En el siglo XVII aún quedaban en pie varias torres y cubos de aquella época. A continuación tenéis unas fotos actuales y una recreación (que debemos a Nemesio Arzalluz, de como pudo verse la muralla en época).





1 comentario:

desdelaterraza-viajaralahistoria dijo...

Vaya, vaya con el infante, además de recobrar la salud, hizo lo mismo con el apetito. Interesante y amena tu forma de contar las cosas. Un saludo cordial.