Estas suaves ondulaciones, estribaciones de la sierra de la Demanda, cubiertas de incipentes bosques de robles, fueron durante más de cien años y hasta hace unas pocas décadas escenario de una intensa actividad minera.
Hasta 14 restos de minas se pueden localizar en el área comprendida entre San Adrián y Brieva de Juarros.
La actividad comenzó a mediados del siglo XIX para suministrar carbón a varias empresas de Burgos. La mina Esmeralda, la única perteneciente a Brieva, fue una de las primeras en explotarse y una de las más peligrosas, por el exceso de agua y los hundimientos. En Burgos el carbón se utilizó en dos fábricas de papel, una de hilados, en alfarería y en calderas. Las lavanderas lo usaban para calentar el agua. La compañía inglesa Ferrocarriles y Minas fue la que explotó la concesión los primeros años. A finales de los 60 la propiedad pasó a ser de IBERCOMINSA.
Desde entonces, la producción de las minas sufrió fuertes oscilaciones, en función del precio de los carbones extranjeros. La mina más conocida fue la Juarreña, que llegó a producir 5000 quintales anuales y fue la primera en España en usar dinamita.
En 1970, cuando se extraían 8000 toneladas anuales, las minas se vieron obligadas a cerrar por falta de rentabilidad, lo cual supuso un fuerte mazazo demográfico para los pueblos de la zona.
Las entradas a las minas se realizaban por pozos verticales o por socavones cuando existía un desnivel en el terreno. En los primeros casos el acceso se realizaba mediante un caldero que servía de ascensor. Las condiciones de trabajo eran muy malas: trabajo con pico y pala, empuje de vagonetas, silicosis, problemas de visión por deslumbramientos de lámparas, respiración de los gases de las máquinas de vapor…aunque fueron mejorando algo con la progresiva mecanización.
La mayoría de los mineros durante los años 40-50 eran de la comarca pero también llegaron de otras zonas de España, en su mayoría huyendo de las miserias del campo. Su sueldo por aquel entonces era de 3 pesetas diarias y se trabajaba de lunes a sábado. En los años 50 llegaron a trabajar 200 mineros. Los mineros jubilados permanecieron en parte en la zona, aunque otros se trasladaron a La Ventilla y Gamonal.
Asociadas muchas veces a la minas se encontraban las caleras. La calera es un horno donde se calcina la roca caliza para obtener cal. Tiene forma de pirámide truncada y construido aprovechando la ladera de la montaña. Por las bóvedas de la parte inferior (“hornachas”) se introducía el combustible que alimentaba el fuego durante las horas que eran necesarias para transformar la roca en cal viva.
Se alimentaba el fondo con carbón menudo que salía de las minas, que era menos interesante para comercializarlo, y con leña obtenida de los bosques de la zona.
Se alimentaba el fondo con carbón menudo que salía de las minas, que era menos interesante para comercializarlo, y con leña obtenida de los bosques de la zona.
Desde la chimenea se colocaban las piedras de roca caliza de manera que permitían el paso entre ellas del aire caliente. Las piedras enfriadas se transportaban en carros hasta el lugar donde se molían. Se machacaban primero con mazas y luego pasando por encima con las ruedas de un carro.
La cal ha tenido desde milenios muchos usos: En albañilería, pintura y decoración, como corrector de suelos y como fundente en la extracción de metales. El avance de los procesos industriales provocó la desaparición de estas caleras.
Textos resumidos y adaptados de los paneles explicativos del Sendero Minero. Para saber más os remito al segundo tomo de "Burgos en el recuerdo", de Elías Rubio.
2 comentarios:
Me gusta la calera y solo conozco otra en Ordejon de Arriba,la pena es que esta en un estado lamentable.
Lo que tú no conozcas, jeje... Me quiere sonar alguna más que he visto, pero ahora no lo recuerdo.
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