miércoles, 15 de enero de 2020

La antigua villa fortificada de Haza

Aún puede percibirse desde la carretera Nacional Aranda-Valladolid el inconfundible carácter de pueblo-fortaleza de Haza, pese a haber pedido buena parte de los paramentos originales. Este lugar tiene como referencia histórica la fecha clave de 912, cuando los condes repobladores llegaban por primera vez hasta el Duero fortificando los bastiones de Aza, Clunia y San Esteban de Gormaz.

Acceso principal a Haza
Los tres enclaves quedaron a cargo de unas pequeñas guarniciones que no fueron capaces de resistir los contraataques musulmanes capitaneados sucesivamente por el califa Abd al-Rahman III, el caudillo Almanzor y el hijo de éste, Abd al-Malik. Hubo que esperar a la definitiva conquista protagonizada por el conde Sancho Garcés en 1011, para la instauración de una relativa seguridad en los valles del Duero y el Riaza.

 
En esa época Aza inició un imparable ascenso como centro de control administrativo al convertirse en capital de una importante Comunidad de Villa y Tierra, de la que dependían hasta 15 pueblos y aldeas de sus alrededores. Tras pasar por las manos de distintos señores feudales —quizá los más famosos fueron los Garcíez de Aza— a finales del siglo XIV entró definitivamente en la órbita de los condes de Miranda. 


Dos vistas de la torre del homenaje. El resto mejor conservado y que ha sido recuperado recientemente
A estos poderosos nobles, tan presentes en la Ribera del Duero, se debe la construcción de gran parte de las fortificaciones que se mantienen en pie. Una vez dentro del recinto amurallado, que sigue protegiendo las casas de la población, se encuentra una pequeña plaza de armas en la que se alza la torre del homenaje de la fortaleza. Con varias plantas y unos cimientos fechados en el siglo XII, es el resto más antiguo de todo el conjunto.
 


Varias vistas de Haza desde su entorno

Aquí podemos disfrutar de unas privilegiadas vistas de la fértil vega del Riaza, apenas unos kilómetros antes de unirse con el "padre" Duero.

De ese rancio pasado proviene una curiosidad geográfica. La mayor parte del deshabitado páramo de Corcos pertenece a Haza, pese a no existir continuidad territorial entre el pueblo y dicho páramo. Ello provoca además que este municipio sea uno de los menor densidad de población tiene de toda la provincia.

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