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miércoles, 27 de mayo de 2020

Cillaperlata y el antiguo monasterio de San Juan de la Hoz


La localidad y municipio de Cillaperlata tiene dos accesos por carretera: uno directamente desde la N-629 y el otro desde el pueblo de Palazuelos de Cuesta Urria. Esta última opción obliga a superar un estrechísimo paso sobre un pequeño embalse de suministro hidroeléctrico. Remontando unos metros río arriba del Ebro tenemos una curiosa visión parcial de la localidad, incluyendo dos pequeñas oquedades bajo el casco urbano.





Una de las mismas “La Cueva” tiene acceso desde las casas del pueblo, si bien es la otra “El covanuto” la que presenta mayor indicio de actuación humana en un lejano pasado, en relación con otras oquedades cercanas como las del entorno de Tartalés de Cilla. Quien sabe si las mismas tienen alguna relación con la tradición de que el semilegendario duque Pedro de  Cantabria (el de la Batalla del Negro Día) fue enterrado precisamente en Cillaperlata.



 
Visitando el pueblo observamos algún edificio de interés. Por el contrario la iglesia pasa casi desapercibida, semioculta por una vivienda. Sin embargo, en el atrio de acceso encontramos algunos sorprendentes elementos: Una pila bautismal usada a modo de fuente, un escudo de castilla y León, una portada románica embutida y algunos capiteles románicos descontextualizados.







¿De dónde provienen estos elementos? Pues fundamentalmente de una iglesia desaparecida hacia los años veinte del siglo pasado, la del también desaparecido Barrio de Arriba. Afortunadamente conservamos algunos documentos gráficos que atestiguan esta vinculación. Cabe decir que otras piezas, en concreto algunos interesantes capiteles, acabaron en el Museo de la Catedral de Burgos.




Imágenes del Archivo de la Diputacion Provincial de Burgos. Este último capitel, de excelente factura, se encuentra actualmente en el Museo de la Catedral.
 
Sin embargo, tampoco la iglesia del Barrio de Arriba era el emplazamiento originario de todos estos restos escultóricos. Todo parece indicar que aquella perdida iglesia se alimentó, al menos en parte, a su vez de otra desaparecida construcción: el antiguo Monasterio de San Juan de la Hoz.

El monasterio se encontraba en las cercanías del Barrio de Arriba, al sur del pueblo. Aparece cerrado el paisaje por unas altas agujas, que en realidad esconden un angosto desfiladero u Hoz, recorrido por el arroyo del Coto, y por un antiguo sendero que conducía a Villanueva de los Montes.

Aquí, oculto por “lutos de hiedra y zarzamora” (como dijo el poeta) tenemos olvidado lo poco que queda del antiquísimo monasterio de San Juan de la Hoz. El nombre de la Hoz proviene lógicamente de su ubicación.

Es probable que como continuación del profundo proceso eremítico de la zona se crease este centro monacal y esta es la razón de un antiguo barrio alto de Cillaperlata, lugar cuya existencia es con toda probabilidad anterior a la del monasterio y ha de establecerse en relación con el legendario alfoz de Petralata. (cillaperlata: el monasterio de Petralata). De hecho, a unas docenas de metros de estas ruinas podemos localizar lo que queda de una interesante aunque algo desgastada necrópolis altomedieval.







 
Podemos acercarnos a su historia y leyenda de manos del libro de Inocencio Cadiñanos sobre el Valle de Tobalina. La primera cita documental data nada menos que de 790 (aunque algunos historiadores dudan de la autenticidad del documento), fundado o reconstruido por el abad Alejandro Quellino, posiblemente un mozárabe. Esto le convertiría en el segundo monasterio documentado más antiguo de Castilla, si exceptuamos el de San Miguel de Pedroso, también en Burgos. La leyenda dice que aquí fue enterrado el rey Fruela, tercer rey de Asturias.

Precisamente de aquí partieron las monjas, en 1011, para la fundación, como monasterio dúplice, del muy histórico Monasterio de San Salvador de Oña, con su abadesa Tigridia a la cabeza. Este traslado implicó que San Juan de la Hoz pasase a depender del monasterio recién fundado por el conde Sancho García.

La planta y los escasos restos actuales corresponden a la iglesia edificada en torno al siglo XII, aunque las investigaciones arqueológicas han corroborado una construcción altomedieval (y posiblemente visigoda) anterior. En estos estudios también se encontraron numerosos restos óseos de dichas épocas así como vestigios de las construcciones anexas.

El núcleo principal de Cillaperlata, se encuentra alejado unos dos kilómetros de este cenobio, pero durante toda la pervivencia del mismo vivió en continua tirantez para afirmar su autonomía frente al mismo. Entre las narraciones recogida por Inocencio Cadiñanos, podemos destacar la obligación que tenían los vecinos de acudir a misa a la Iglesia del monasterio en las principales festividades.

El antiguo convento acabaría pagando esta prepotencia en sus últimos años y ya tras su desaparición. En 1810 fue saqueado por el guerrillero Francisco Longa, por supuesto colaboracionismo del prior con los franceses. Tras su abandono el templo fue destrozado definitivamente durante la primera guerra carlista.

Podemos aún imaginarnos la primitiva estampa del antiguo monasterio, al pie de los picachos, con las huertas y cultivos a su vera. Debía ser ciertamente impactante. Lo único que nos queda ahora son estos tristes restos abandonados a una suerte muy poco digna para la historia que encierran.






 
Durante las excavaciones de los años ochenta se encontraron algunos capiteles románicos y prerrománicos, que hoy se encuentran depositados en el museo de Burgos.