La imagen que mostramos está
tomada desde el pueblo de San Martín de Losa. En primer plano aparece el suave
valle del río Nabón; y al fondo los montes de la Peña. En la parte inferior
derecha observamos un pequeño área sin cultivar rodeada de terrenos de cereal.
Se trata del emplazamiento del yacimiento romano de San Martín de Losa.
El yacimiento, conocido como “los
Casarejos”, data de la segunda mitad del siglo IV. A finales de 1972 se
encontraron en este lugar numerosas teselas y junto a los restos del mosaico
otros indicios de ocupación en época romana. En la excavación hecha en el año
1976 se descubrió una habitación completa donde se hallaba un mosaico de unos
70 metros cuadrados. Durante campañas posteriores desarrolladas en los años
1984 y 1985 se descubren más habitaciones de la villa principal, estando varias
de ellas cubiertas igualmente de mosaicos.
De hecho, la estructura de las
viviendas, con un espacio dedicado a baños de tamaño relativamente grande
respecto a las habitaciones privadas, hacen pensar en que se pudiera tratar en
algún tipo de establecimiento en lugar de una villa exclusivamente privada. No
en vano, junto a este yacimiento transcurría una vía romana.
Los trabajos continuaron hasta
principios de los noventa cuando, al parecer, problemas de entendimiento entre
las autoridades y el dueño de la finca malograron un estudio y restauración
completos de la villa. No he podido saber cuál es el estado y ubicación actual
de los mosaicos; aunque la idea original era volverlo a situar en su ubicación
primigenia una vez consolidados.
La temática de los mosaicos está
compuesta de temas animales, vegetales y, especialmente, geométricos de
relativa complejidad. Su estructura se basa en la repetición del octógono, situación
relativamente frecuente en yacimientos de la mitad norte peninsular.
Curiosamente, y tal y como hemos
comprobado en casos similares, un emplazamiento de origen romano es de los
primeros lugares en ser repoblado. En este caso la documentación se remonta nada
menos que al año 822. Sigo creyendo que estas villas romanas fueron lugares de
referencia durante los “siglos oscuros” y tal vez, sólo tal vez, no llegasen a
despoblarse nunca del todo.
Según un trabajo de investigación
titulado “Los orígenes de Castilla. Una interpretación”, publicado por Aniano
Cadiñanos en el año 2002, en este lugar podría ubicarse el denominado “área patriniani”. Se trata de una
denominación que aparece en el famoso documento del año 800 en donde se nombra
por primera vez la palabra Castilla, siendo una demarcación esencial en la
misma, tal vez la “capital” de esa primitiva Castilla.
El término de “área patriniani” aparece en otros
documentos de la primera mitad del siglo IX para desaparecer a partir de
entonces. Se trata, según estos documentos, de una ciudad medio arruinada y
rodeada totalmente de una muralla. El “área patriniani” sería el área de
Paterno y tal vez de aquí también venga también el nombre de Trespaderne;
(Traspaternum según un documento del año 1052). Es decir, el lugar situado al
otro lado, en el otro extremo del área de Paterno.
Siguiendo en todo momento el
trabajo citado, el nombre de Paterno era relativamente usual en el periodo
romano en la mitad norte. Aparece en femenino “paterna” en un ara votiva dedicada al dio indígena
velonsae o Velon “Satta”, hallada en Ranera. Además, En una las aras dedicadas
al dios Vurovius (que parece dar nombre a la Bureba) de Barcina de los Montes,
aparece el nombre de Paternus. No obstante, de acuerdo con otras fuentes el “área patriniani” pudiera estar ubicada en las
cercanías de la actual Espinosa de los Monteros o en la Merindad de Montija.