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martes, 6 de septiembre de 2011

Ruta de senderismo: bosques de roble y piedra

Sencillo recorrido en el entorno de uno de los pueblos más aislados de la provincia: Monasterio de la Sierra. Conoceremos su dehesa de roble albar, la más interesante del sur provincial, y el lugar conocido por algunos como La Ciudad Encantada de Burgos.

Dificultad: Media
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media
Belleza: Alta
Tiempo: 3 horas y media (12 kilómetros)

Situación

Para acceder a Monasterio de la Sierra, punto de partida de este recorrido, tomaremos la N-232 en dirección a Soria hasta el núcleo urbano de Salas de los Infantes. Antes de cruzar el puente de Costana tomamos la carretera regional que, hacia la izquierda, conduce a Nájera. Pasados unos seis kilómetros encontramos el cruce a mano derecha que en nueve kilómetros nos lleva a Monasterio de la Sierra. Para hacer algo más corta la ruta podemos atravesar el caserío por su calle principal hasta llegar a un camino y casi inmediatamente a un cruce, junto a una antigua escombrera. Dejaremos el coche en este punto.

Puntos de Interés

Dehesa de robles albares. Árboles centenarios. Formas pétreas de El Castillejo.

Descripción de la Ruta

En este cruce tomamos la opción derecha, por la antigua dehesa comunal en la que los robles muestras las señas de las antiguas y sucesivas podas. Vamos descendiendo hacia el arroyo Valladares, alcanzando el puente al cabo de unos 500 metros. Al otro lado el camino gira hacia la derecha, pero nosotros tomaremos el camino algo difuminado que sigue de frente, ascendiendo por entre la dehesa de robles.


Con un poco de atención descubriremos, un tanto hacia nuestra izquierda un primera gran ejemplar de roble, de unos seis metros de perímetro nominal. Unos cincuenta metros más arriba se encuentra un roble aún mayor (éste figura en el catálogo de árboles singulares de Castilla y León), caracterizado por una oquedad. (ver la anterior entrada de este blog)

Muy poco después el camino se reencuentra con el camino más marcado que abandonamos poco antes. Recuperado este camino seguimos ascendiendo de manera constante pero llevadera. Tras un par de revueltas llegamos a una especie de mirador natural que nos permite contemplar el robledal a nuestros pies y la pendiente progresiva que conduce a la sierra de Neila.


Pasado el mirador la pendiente suaviza claramente. En unos doscientos metros podremos distinguir unas suaves rodadas que, saliendo del camino, giran hacia la izquierda. Tomamos las mismas hasta enlazar con otro camino, que va también hacia la izquierda. Si no encontramos las rodadas llegaremos a una bifurcación más marcada poco más adelante. Si siguiésemos el camino de la derecha llegaríamos al pico san Vicente, el punto culminante del bosque con sus 1357 metros, y caracterizado por tener una cruz en su cima.

Con los nuevos cambios nos encontraremos en un camino, algo menos marcado, que transita claramente en dirección este, por la parte alta de la loma y con suaves laderas a ambos lados. Como doscientos metros más adelante el camino principal desciende hacia la derecha, pero nosotros seguiremos las huellas de un antiguo camino, ahora sendero, que continúa en la misma dirección.


Sin apoyo de GPS puede ser un poco difícil no perder el sendero. Como referencia transitaremos siempre en dirección este y por lo general por la parte más alta de la loma. No obstante pasado unos quinientos metros el camino desciende un poco hacia la derecha aunque luego recupera su tendencia.


Caminamos por una zona de bosque en general bastante más aclarado. En el kilómetro tres y medio llegamos a una especie de planicie ocupada por grandes escobas y los primeros pinos del recorrido. El sendero la bordea por su parte derecha y por momentos tiende a desaparecer. Afortunadamente en el kilómetro 4,5 nos incorporamos a un camino bastante más marcado que viene por nuestra derecha, muy cerca de unos panales de abejas.
 
En apenas quinientos metros adicionales alcanzamos un amplio camino de tierra. Lo tomaremos hacia la izquierda, de manera que ahora caminamos en dirección norte. Nos hemos introducido en un denso pinar. Bajamos hasta el fondo de un pequeño vallejo. Al otro lado encontramos una bifurcación, en la que preferentemente tomaremos el camino de la izquierda (en todo caso ambos confluyen no mucho después).


Tras un suave ascenso nos encontramos con un nuevo vallejo, que se corresponde con el arroyo Valladares, el principal de esta zona. De frente observamos un original macizo de rocas cuarcíticas muy modelado por la erosión. En todo caso nosotros seguimos el camino, que pasado el arroyo vuelve a ascender.
 
Así seguiremos hasta los siete kilómetros de recorrido total, justo en el punto en el que el camino traza una curva de casi 180 grado en las proximidades de una cabaña. Tras el giro, se vuelve a girar hacia la derecha y llegamos a las proximidades de unas rocas con unas peculiares formas, tras las cuales se observa, en la lejanía, el perfil de peña Carazo.

 
Hacia el sur se encuentran varios macizos rocosos con más de estas peculiares formas. Es la zona conocida como El Castillejo, que algunos empiezan a denominar (de manera un tanto exagerada) como la ciudad encantada de Burgos. Antes de acercarnos hasta las mismas hemos de considerar que después tendremos dos opciones, o bien volver hasta el camino, o bien afrontar un tramo complicado y sin sendero como de unos 500 metros de longitud.



Nos decidimos por esta segunda opción (la primera se resumirá brevemente en el apartado comentarios). Vamos pasando de un macizo rocoso a otro, sin acercarnos al vallejo más pronunciado que aparece hacia la izquierda. Por momentos se va haciendo un poco más complejo avanzar entre las rocas y entre las escobas, pero ello no mitiga la belleza de estas peñas, a las que la imaginación popular ha querido dar nombres en función de sus supuestas formas.





Llegados al último macizo rocoso observamos hacia la derecha un suave vallejo ocupado por altas escobas. Como no queremos retroceder hasta el camino principal nos vemos obligados a bajar por el mismo directamente en dirección oeste (con un poco de suerte descubriremos los rastros de quienes pasaron antes que nosotros). Con cada vez mayor dificultad llegamos por fin al arroyo. Al otro lado aún hemos de avanzar un centenar de metros hasta localizar el camino de Peñalrayo. Es complicado pero tan sólo son unos cuatrocientos metros en línea recta entre el macizo rocoso y el camino.



Una vez en el sendero los libramos de los restos de vegetación que hemos arrastrado y lo seguimos en su descenso hacia la izquierda. A partir de este punto el recorrido es muy cómodo, sin apenas pendiente y por un camino limpio y bonito; avanzando entre esbeltos robles.
 
Tras haber transitado durante un kilómetro por este camino los robles empiezan a ser cada vez de mayor tamaño. Volvemos a entrar en la dehesa de Monasterio de la Sierra, que nos depara parajes muy bellos. El perímetro medio de los árboles ronda los dos metros, pero algunos pueden estar en torno a los cuatro metros.


En el kilómetro 11 de recorrido nos incorporamos a un camino más ancho, el cual tomamos hacia la izquierda. Desde aquí descendemos en pocos minutos hasta el cruce que mencionamos al principio del recorrido.

Comentarios

La ruta está basada en la publicada por Enrique del Rivero en Diario de Burgos en el año 1999. Precisamente la diferencia consiste en la opción seleccionada desde el lugar de El Castillejo. Del Rivero sugiere la ruta más conservadora, pero más larga. De regreso en el camino principal continuamos por el mismo, que tras llanear un poco desciende bruscamente mediante varias revueltas, pasadas las cuales el descenso se suaviza y nos internamos en el robledal. Ignoramos varios caminos secundarios que ascienden o descienden bruscamente y hacia el kilómetro 12 llegamos a una bifurcación en la que descendemos hasta llegar al cruce del principio de recorrido.

Como se puede ver hay un par de zonas conflictivas, especialmente la primera por su longitud. He intentado dar referencias pero si no nos podemos descargar el track o llevar cartografía pueden presentarse complicaciones. Salvo por esto la ruta es sencilla pues es corta y con desniveles llevaderos y de poca longitud.

Track de la ruta: (pulsa en el círculo verde para más información)



Vídeo con más fotos


4 comentarios:

  1. Solamente por su dehesa ya merece la pena una visita a Monasterio de la Sierra , la ruta es sencilla y muy agradable de hacer , si hay un par de veces que los caminos se pierden un poco pero con una minima orientacion es facil encontrar el camino . Las fotos me traen muy buenos recuerdos . Un saludo .

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  2. Muy difícil orientarse nos hemos perdido una pena

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  3. Muy difícil orientarse nos hemos perdido una pena

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  4. Ya lo siento. Espero que la experiencia no haya sigo muy desgradable. Este tipo de rutas lo mejor con GPS y seguir el track.

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