Imagen de maqueta en la que se reconstruye virtualmente el estado original del monasterio. Realizada en cartón reciclado. Autor: Fernando de Miguel. |
Pasada la localidad de Salas de los Infantes el río Arlanza entra en un tramo más tranquilo y sencillo. Sin embargo, a partir de Hortigüela se encuentra con la zona de confluencia de las sierras de Mamblas y Gayubar, lo que le obliga a trazar un difícil desfiladero de varios kilómetros a base de meandros tallados en la dura caliza.
vista general del monasterio desde la ermita de San Pelayo. Nótese el paisaje circundante y el gran volumen del edificio.
Es precisamente en este tramo,
adornado de las omnipresentes sabinas, en donde aún se encuentran las
contundentes y evocadoras ruinas de San Pedro de Arlanza. Este conocido
emplazamiento es para muchos poco más que un voluminoso conjunto de deformes
muros. Para otros, sin embargo refleja como pocos lugares el simbolismo de la
más antigua Castilla.
foto a menor distancia. El enorme pinsapo que crece en uno de
los claustros ya forma parte de la personalidad de este lugar (hablamos del
mismo en otro artículo)
Sorprende encontrarse con el
hecho de que no exista ninguna publicación moderna (al menos que yo sepa) que
aborde de manera integral la historia y el patrimonio de San Pedro de Arlanza,
situación que no se repite con otros lugares de mucho menor valor. Es por ello
que la semblanza que os voy a ofrecer a continuación no va a ser ni todo lo
completa ni todo lo rigurosa que desearía (tanto más cuando en el devenir de
este lugar se mezclaron frecuentemente la historia y la leyenda).
Espigón de San Pelayo. Apréciese la cueva en la parte inferior y la
ermita en lo alto.
Empezando precisamente por el
mito, cuenta la leyenda que el luego sería el conde más afamado de Castilla,
Fernán González, se encontraba un día cazando por estas tierras tan cercanas al
feudo familiar del castillo de Lara. En pos de un jabalí se perdió en la
espesura y fue a dar con una cueva en donde encontró a un eremita que le
profetizó que obtendría numerosas victorias contra los musulmanes y pasaría a
ser la cabeza de un poderoso dominio.
Ermita de San Pelayo o de San Pedro el Viejo
Cumplida la profecía, el ya conde
mandó erigir un pequeño monasterio en la parte más alta de la peña en donde se
ubicaba la cueva. Los restos de este monasterio están constituidos por la
actual ermita de San Pelayo (nombre del eremita) o San Pedro el Viejo, aunque
lo cierto es que documentalmente los primeros registros del monasterio se
remontan al año 912, antes del nacimiento del afamado conde (sería pues su
padre, el conde Gonzalo Núñez, el verdadero fundador). En todo caso parece
claro que Fernán González jugó un importante papel en el despegue de este
centro monacal, mandando incluso ser enterrado en su iglesia.
vista de la iglesia desde su interior. Apréciese su tamaño a
través de las enormes columnas y la existencia de tres naves de gran altura.
Los sucesores de Fernán González
fueron acumulando cada vez más poder y, convertidos ya en reyes, siguieron
enriqueciendo al monasterio con bienes y posesiones. En tiempos de Fernando I,
hacia 1080, se comienza la edificación de una gran iglesia y monasterio
románicos, ya la parte más baja del valle, al lado del río. Se pueden rastrear
los restos de esta época, con bastante dificultad, en la parte más baja de los
muros de la iglesia y en la sala capitular. También es románica, aunque algo
posterior, la gran torre románica que aún se conserva en su integridad. Esta
peculiar torre parece que en origen tuvo un papel defensivo, estando las
campanas ubicadas en una espadaña ya desaparecida.
torre románica
Ábside principal. Se nota claramente el paso de los muros
románicos a las bóvedas góticas
A partir del siglo XV el
monasterio empieza a experimentar grandes reformas y ampliaciones. Las bóvedas
del templo son sustituidas por otras de estilo gótico tardío (en la obra parece
que intervinieron los Colonia) y el resto del monasterio es renovado
completamente. Parece que destacaba por su belleza una linterna construida a
base de vidrieras que permitían la iluminación del templo.
Dos imágenes del claustro viejo
Los nuevos claustros herrerianos,
mucho más sobrios desde el punto de vistas artístico, se remontan al siglo XVII.
En el mismo había dos pinturas representando las batallas altomedievales de Hacinas
y de Cascajares. También se encontraban los sepulcros de los caballeros muertos
en la primera de las batallas. Hoy una lápida recuerda a los Velasco.
Claustro nuevo o de los legos. El pinsapo lo ocupa todo.
(CONTINUARÁ EN EL PRÓXIMO ARTÍCULO)
3 comentarios:
Una maravilla de la que no tenía idea.
salut
Hay mas miga en la segunda parte (se publica mañana)
Genial artículo, con ganas de ver la segunda parte.
Publicar un comentario