Ha querido el devenir de este
blog que la última zona que ha quedado sin revisar más o menos exhaustivamente
haya sido nuestro valle más singular: el Valle de Mena. No sé si ha sido
descuido o pereza, aunque ya os comento que soy de los que me gusta dejar lo
mejor para el final. En todo caso, en los más recientes artículos y en los
venideros trataremos de solventar esta carencia.
El valle de Mena forma una verde cuenca
muy bien definida de más de 250 kilómetros cuadrados, delimitada por las líneas
montañosas de los Montes de Ordunte y los Montes de la Peña, creando con ello
el que probablemente sea el paisaje más bello de nuestra provincia.
En realidad se trata de gran
diapiro de forma elipsoidal, que se puede apreciar desde varias de las cimas
que lo delimitan. De hecho, una tercera cadena de montes más humilde (la
cúspide son los 719 metros de Peña Lastra) recorre el valle prácticamente por
su centro, señalando la parte nuclear del diapiro y separando a su vez la
cuenca principal del Cadagua de la de su tributario el Ordunte.
En el fondo del valle se
localizan una serie de pueblos que se ubican principalmente en las proximidades
del rio Cadagua, a una altitud media inferior a los 400 metros. Esta
circunstancia, así como el hecho de estar protegido tanto de los calores y
fríos de la meseta como de los peores temporales norteños, proporciona al valle
de Mena un clima muy suave, con una temperatura media anual superior a la
mayoría de las comarcas circundantes.
Lo anterior, unido al hecho de
que dentro del valle haya una variada orografía, nos conduce a un entorno con
gran variedad de ecosistemas botánicos, con un rango de especie que en pocos
kilómetros pasa de la encina al haya, pasando en el camino por alcornoques,
madroños, loros, castaños, robles, acebos y tejos.
Y es que Mena es un lugar
especial, y lo es desde antiguo. Fijémonos en que el famoso documento
fundacional del Monasterio de Taranco, aquel fechado en el año 800 y en el que
se menciona por primera vez la palabra “Castilla” se citan lugares situados en
esa demarcación como algo ajeno. Se dice que están situados “en territorio de
Castilla” porque para el copista el monasterio de Taranco (Mena) no está en
Castilla. De hecho, en cierto sentido para los Meneses su valle no es ni vasco
ni castellano, es Mena. Por cierto, quiero recalcar la amabilidad con que fui recibido en los lugares más dispares; incluso cuando un propietario me vio buscando un pueblo deshabitado integrado en su finca, no sólo no me dio el alto, sino que me recomendó el mejor camino para llegar.
Durante los próximos artículos
mencionaremos algunos lugares de interés de este valle (otros han aparecido en
el blog en el pasado). Pero no quiero dejar de reseñar la multitud de rincones
deliciosos, con preciosas vistas, cuidados prados, pueblos encantadores, casas de
sabor popular o indiano, que nos podemos encontrar en muchos emplazamientos de
este valle tan especial.
En verdad que es un valle precioso, con muchos rincones llenos de encanto, esperare para que nos los enseñes ,menudo trabajo te queda. Un saludo.
ResponderEliminarHola Amador. Lo que aparecerá será en general lo esperado, aunque alguna sorpresilla sí que hay.
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