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jueves, 1 de julio de 2010

Escalada (y II)

Enfrente del templo parroquial, que describíamos en el anterior post, encontramos el Palacio renacentista de los Gallo. Aquí se trasladaron desde la cercana torre, desaparecida hace muy poco.

 
Inocencio Cadiñanos, en su libro "arquitectura fortificada de la provincia de Burgos", nos describe una truculenta historia medieval relacionada con esta familia, y que paso a citar muy brevemente.
Al parecer, durante la baja Edad Media el poderoso señor de Castañeda, controlador de un potente señorío en tierras cántabras, ultrajó a una mujer perteneciente a esta familia. Los 3 hijos en venganza mataron al hijo del conde en plena iglesia y se refugiaron en su torre hasta que tres días después pudieron huir. Cuenta la tradición que, fruto de esta huida, se facilitó la expansión de las fundaciones de la familia por las comarcas cercanas. En represalia, el Conde de Castañeda quemó la primitiva torre familiar, pero la estirpe lograría con el tiempo recuperar su solar.

Sea como sea, lo cierto es que durante los siglos XVI y XVII el lugar adquirió cierta fama en cuanto a su riqueza ganadera y hortícola, fruto de la cual se produjo un periodo de prosperidad que aún podemos ver en sus edificaciones.

 

La sabiduría popular intenta reflejar la riqueza del lugar manteniendo una tradición según la cual durante una temporada un olmo dio peras, contradiciendo el famoso refrán.
Existen otras leyendas, como aquella según la cual los sesos de un sacerdote fueron enterrados en un cáliz hecho de oro y que, pasados los siglos, apareció un cráneo agujereado en los sepulcros de la iglesia, lo que parecería corroborar la historia.
Lo que sí es contrastable son las propiedades ferruginosas de una fuente que nace al lado de la antigua torre de los Gallo (solar hoy convertido en colegio). No hace falta ni probar el agua, su coloración lo hace evidente.



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