Os presento hoy el ejemplo de un pueblo que estuvo deshabitado durante un tiempo, pero en el que ahora actualmente palpita una esperanzadora vida.
Por suerte en el caso de Turzo tenemos una excelente fuente documental de primera mano, no sólo aquella referida a documentos jurídicos, censos o grandes personajes, sino una crónica del día a día, la que nos narra Eduardo Tarrero en su libro "Turzo: un lugar de la España resginada".
A lo largo de sus páginas podemos conocer el modo de vida, siempre asociado a un trabajo extenuante, que tuvieron sus habitantes a lo largo de los siglos. Os remito a su lectura en detalle, aquí sólo resaltaré algunos hechos que me parecen especialmente interesantes y a mostraros algunas fotos de su bien conservado caserío.
Posiblemente la casa comunal.
La sorprendente portada de la Iglesia de San Martín de Tours, de estilo tardorománico.
Y algunas calles y casas.
El libro nos descubre el hecho de que antiguamente los terrenos que rodean al pueblo no sólo estuvieron salpicados de enebros (ya nos referíamos a ellos hace unos días), sino también de robles y hayas. Las crónicas de finales del siglo XVI hablan de una gigantesca y casi legendaria Haya de las cuatro piernas. Y también de olmos, en 1752 había contabilizados en Turzo 639 pies adultos, el último de los cuales fue la querida Olma de la Iglesia.
Nos cuenta Tarrero que en 1875, sólo la poda de la olma rindió 30 reales. Murió a finales de los 80, y cayó hace tan sólo un par de años, pronto será solo un recuerdo. En todo caso, como él mismo cuenta:
“dicen que un árbol aguanta 300 años: cien para crecer, cien para vivir lozano y cien para morir. En realidad ¿Qué día muere un árbol?¿que día muere un amor? Tal vez no mueran nunca. Alrededor que aquella olma he podido ver a veces, no sé si sólo imaginar, los fantasmas en espíritu risueño de mozas y mozos jugando al corro, depositando bajo el frescor de sus ramas manojos de ilusiones. Y de afanes. También el de algunos pájaros añorando aquellos sus nidos que construyeron durante tantas primaveras entre sus ramas. Aún se aprecia, si se observa detenidamente, el molde al vacío que produjo en el aire su antigua exhuberancia. ¡La olma de la iglesia!.”
Al referirnos a Turzo no podemos olvidar el hecho que ocurrió tal día como hoy, 16 de Junio, de 1938. Los habitantes de Turzo celebraban su habitual romería a la ermita de la Virgen de Ebro, con un sentimiento especial pues se quería implorar por la finalización de la desoladora guerra civil. Para ello debían de bajar hasta Quintanilla Escalada y desde allí recorrer los cinco kilómetros que les separaban de la ermita.
Los mas osados ganaban tiempo tomando una balsa con la que atravesaban el canal subterráneo que lleva el agua a la Central Hidroeléctrica del Porvenir (ver esta entrada), fue precisamente aquí donde perecieron ahogados 9 jóvenes, el cura y el alcalde de Quintanilla que intentó socorrerlos.
(continuará)
Preciosa entrada. Precisamente, tengo pensado visitar Turzo en breve. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias
ResponderEliminarMuy bonito pequeño
ResponderEliminarGracias
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