Pocos de los eventos mostrados en este blog superan el calificativo de “humilde”, y el de hoy es aún más humilde, si cabe. Se trata de la romería de Santa Marina, en la localidad caderechana de Huéspeda, que tiene lugar anualmente el tercer sábado de julio; en el caso de este año el 21 de julio.
De la ermita de Santa Marina, además de su poco habitual advocación, destaca especialmente su ubicación, en una atalaya a más de 1000 metros de altitud colgada entre el páramo y el valle, del que constituye uno de sus miradores más especiales.
Tanto la ermita como la romería estuvieron a punto de perderse. La primera, con restos románicos, estaba completamente abandonada hasta hace poco. Cuenta Antonio Zavala en su libro “El pastor de páramo”, que el protagonista del libro, natural de Huéspeda, se entretenía en su niñez con su pandilla haciendo rodar las piedras del templo por la empinada ladera.
Hace unos años los vecinos, agrupados en torno a la asociación Amigos de Huéspeda, recuperaron la romería. Ya no se sube a pie la imagen desde el pueblo (son casi 200 metros de desnivel desde el pueblo), sino en todo terreno, medio que usan la mayor parte de los asistentes, pero el acto no deja de tener algo de especial. En un lugar así es fácil.
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