Duro y largo recorrido en torno a uno de los valles más bonitos de la provincia. Verdes praderas, macizos bosques, grandes paredones calizos, cascadas en época propicia; y hasta dos loberas son algunos de los elementos que hacen de esta ruta una de las más agrestes que se pueden plantear en la provincia.
Dificultad: Alta. Distancia, desniveles y tramos complicados hacen que esta ruta no sea apta para todos los senderistas.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Difícil. Aunque en la mayor parte del recorrido las señales son evidentes hay algunos tramos clave para los que es casi imprescindible.
Belleza: Muy Alta
Tiempo y distancia: 8 horas y media (30 kilómetros)
Situación
Puntos de Interés
Praderías. Bosques caducifolios. Peñas calizas que rodean al valle. Loberas de San Miguel y Gurdieta. Vistas desde las zonas elevadas. Cascada de San Miguel (en época de deshielo) Portillo de Egaña. Cascada de Peñaladros.
Descripción de la Ruta
Aunque nos separan escasos metros de la cascada de Peñaladros, decidimos dejar su visita para el final de la larga jornada. Comenzamos a caminar remontando el tramo realizado con el coche hasta el cartel de entrada a la localidad, buscando la señalización de acceso a una casa rural en el lado izquierdo. El camino bordea una finca en la que se encuentra una torre de origen medieval.
Llegados a la casa rural, giramos a la derecha e inmediatamente de nuevo hacia la derecha tomando un camino que asciende hasta un depósito de agua. Lo bordeamos y seguimos el camino que sigue una especie de arista de frente a la impresionante mole rocosa de la Peña del Aro. Siguiendo esta orientación subimos con facilidad por el bosque rechazando todas las derivaciones.
Tras un buen tramo superamos una portilla y justo al otro lado encontramos tres caminos. Tomamos el de frente, que parece más borroso. Al poco el camino se separa de la arista hacia la derecha. Lo seguimos hasta que tuerce hacia la izquierda y al poco baja a una zona de praderas en el lado derecho. En lugar de bajar seguimos ascendiendo recto, entre helechos y pinos dispersos, hasta alcanzar de nuevo la dirección de la arista frente a la peña.
Afortunadamente los senderos del ganado hacen que el piso sea muy practicable; así que la única dificultad proviene de la fuerte pendiente. Con frecuentes descansos vamos cubriendo la distancia que nos separa del camino que asciende a lo alto de la meseta; procedente del pueblo alavés de Añes. Si hemos mantenido la dirección lo lograremos justo en el punto en el que una portilla permite salvar el cerramiento ganadero.
Estamos en el límite entre Álava y Burgos. Por debajo de nosotros observamos el precioso valle cerrado por las sierras Salvada (por donde avanzamos) y de la Carbonilla (enfrente). Dentro de unas horas recorreremos esta última. El camino cementado tiene una fuerte pendiente, suaviza posteriormente y vuelve a endurecerse en el tramo final. Alcanzamos así, tras cuatro kilómetros y 600 metros de desnivel, el portillo del Aro, ya plenamente en territorio del País Vasco.
Tras el oportuno descanso avanzamos un poco por el camino frontal; pero pronto nos desviamos tomando como referencia el vallado de la parte derecha, pero sin acercarnos al mismo. Sin señales claras llegamos a un bonito hayedo de fondo irregular (bordeamos incluso una marcada torca) y vamos subiendo con ligera tendencia hacia nuestra derecha. Tras el ascenso salimos a una zona muy despejada y de fácil avance. No muy lejos localizamos el vértice geodésico del pico Moscadero (1132 metros), hacia el que nos dirigimos.
Llegados al mismo, y a poca distancia, vemos un camino que viene de izquierda a derecha, y lo seguimos en esa segunda dirección. Empezamos así un tramo de avance fácil en suave descenso. A la izquierda observamos el alargado perfil del valle de Losa, con sus cultivos en proceso de maduración. Siguiendo el camino en todo momento observamos cómo llega a una zona en la que vuelven a aparecer los árboles y gira bruscamente hacia la izquierda. Al poco acaba desapareciendo en una zona de abrevaderos.
Si nos fijamos bien estamos en el nacimiento de una especie de hondonada. Empezamos a bajar por el centro de la misma (quizás un tanto hacia la izquierda) buscando los mejores pasos entre el hayedo. Por momentos parece intuirse la existencia de senderos. Tras unos centenares de metros acabamos alcanzando el borde del cortado, en las cercanías de la cueva de San Miguel el Viejo y la cascada que nace desde la misma (sólo en épocas lluviosas) y que quedan debajo de nosotros.
Bordeamos el vallado que se encuentra en el borde del cortado hasta alcanzar una puerta que nos permite superarlo. En este tránsito hemos vuelto a entrar en la provincia de Burgos. Al otro lado del portón observamos restos de construcciones. Ya junto a las mismas vemos que se trata de los restos de la lobera de San Miguel, en la que observamos su foso y sus paredes convergentes. Desde aquí continúa un fácil camino que nos permite seguir descendiendo. En algunos puntos se acerca lo suficiente al cortado como para observar la caída de la espectacular cascada de San Miguel y nuevas perspectivas del valle de Angulo. Podéis consultar el artículo específico en el que muestro esta cascada en todo su esplendor.
Vamos perdiendo altitud mientras observamos algunos puestos de caza de paloma hasta que finalmente alcanzamos la antigua carretera del portillo de Angulo. Caminamos por la misma unos metros hacia la izquierda (ahora es usada como parking) hasta alcanzar la carretera moderna. Justo enfrente nace la pista que nos permitirá ascender hacia la sierra de la Carbonilla.
Tras un tramo de ascenso llevadero por zona más bien despejada el camino principal gira hacia la izquierda. En el lado derecho nacen dos caminos. Tomamos el que nos permite seguir casi recto. Ascendemos algo más girando hacia la izquierda pero pronto nos encontramos con otro camino en el que giramos hacia la derecha siguiéndolo en su ascenso.
Cada vez a mayor altitud nos unimos a otro camino que viene por nuestra izquierda pero sin cambiar de dirección. Lamentablemente el nuevo camino acaba girando hacia la izquierda, hacia el bosque, y desaparece. Intentamos seguir sus restos haciendo un zig-zag y recuperando la dirección. Siempre atentos a los señales de tránsito entre el monte bajo y el arbolado, seguimos ganando altura poco a poco sin escorarnos demasiado hacia la derecha pero siempre con vistas hacia esa zona.
Afortunadamente son sólo unos 700 metros en esta tesitura; que terminan cuando encontramos un camino más o menos claro que transita transversalmente. Lo tomamos hacia la izquierda y comprobamos que, aunque por los lados está algo amenazado por la vegetación, el piso es bastante practicable. De esta manera nos vamos alejando de la línea de cortados durante algo más de un kilómetro. Cuando el paisaje empieza a clarear encontramos una portilla en el lado derecho. La cruzamos y tomamos un camino mucho más claro que continua prácticamente en la misma dirección.
Pasados unos centenares de metros encontramos una nueva derivación, también en el lado derecho. Seguimos la misma mientras comprobamos como en el paisaje se ve la parte más occidental del valle de Losa, cerrado al norte por los montes de la Peña. Poco a poco el camino va girando hacia la derecha ganando algo de altura.
Tras buen tramo nos sorprende ver una construcción moderna en medio de la nada. El camino la bordea y entra en una zona algo más boscosa. Finalmente dejamos de ascender y empezamos una bajadita que se introduce en el precioso hayedo del monte Gurdieta. El descenso termina junto a una marcada revuelta. Antes de continuar decidimos desviarnos por la derecha en este punto por unas poco marcadas rodadas. Enseguida localizamos los restos de la lobera de Gurdieta. Un poco más adelante detectamos, en el mismo borde del cortado rocoso, los restos de unas antiguas instalaciones desde las que durante un tiempo se bajó mediante cableado el carbón vegetal al fondo del valle.
De vuelta al camino continuamos el rápido avance por el precioso bosque de Gurdieta. El camino zigzaguea entre el arbolado con tendencia fundamentalmente ascendente. Tras más de dos kilómetros llega a una zona más abierta, gira un poco hacia la derecha y tiende a desaparecer. Hacia la izquierda buscamos el sendero que, de nuevo en el hayedo, busca una escalera practicable para superar un vallado ganadero.
Al otro lado entramos en el marcado lapiaz que nos indica que estamos llegando a la cima del monte Gurdieta. Buscamos el sendero que sale del hayedo y supera una corta trepada rocosa. Ahora cubierto de hierba, el lapiaz sigue siendo incómodo aunque ya estamos muy cerca de la cima, que finalmente alcanzamos. Desde este punto se tienen buenas vistas hacia los montes del País Vasco y hacia el resto de la sierra de la Carbonilla, que finaliza en Castro Grande y su característico Pico del Ahorcado.
Descendemos hasta el portillo y superamos un paso en el vallado. Al otro lado nace un aparentemente borroso sendero que rápidamente se hace más evidente para convertirse en un espectacular camino montañero que se sumerge en el bosque. Afrontamos empinados zig-zags con cuidado de no resbalar. Por momentos se ven restos de antiguo empedrado. Tras un primer tramo de descenso en el hayedo el sendero va a media ladera durante unas decenas de metros.
Una vez en la pista hemos de caminar por el maltratado asfalto unos dos kilómetros y medio prácticamente llanos. El avance es rápido aunque ya nos empiezan a pesar los kilómetros. Poco a poco vamos dejando a nuestra derecha la sierra de la Carbonilla y de frente vuelve a aparecer ante nosotros la Peña del Aro, hacia la que nos vamos aproximando lentamente.
Comentarios
Una de las rutas más duras que recuerdo haber realizado por Burgos, sin duda en buena medida por el fuerte calor que hizo a partir de mediodía. El hecho rondar la treintena de kilómetros y los 1500 metros de desnivel acumulado; y que sólo se crucen dos minúsculos núcleos de población, estando el resto del trazado apartado de zonas habitadas, también contribuye a cierta sensación de desasosiego. Es una pena que no haya un sendero que permita atravesar de forma más directa la zona del Paredes, lo que simplificaría varios kilómetros la ruta.
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Vídeo con imágenes del recorrido
Para llegar al valle de Angulo desde Burgos existen varias opciones. Una vez en la zona de “el Cañón”, en las cercanías de Quinconces de Yuso, continuamos por la carretera del puerto de Angulo. Superado el mismo y el túnel correspondiente, aparece a la derecha el cruce que conduce a Encima-Angulo y Cozuela. Al final de este último pueblo, pasados unos 8 km y hacia la izquierda, encontramos la señal de bajada hacia la cascada de Peñaladros. Aparcamos el coche a mitad de descenso, en una explanada a la entrada de unos apartamentos rurales.
Puntos de Interés
Praderías. Bosques caducifolios. Peñas calizas que rodean al valle. Loberas de San Miguel y Gurdieta. Vistas desde las zonas elevadas. Cascada de San Miguel (en época de deshielo) Portillo de Egaña. Cascada de Peñaladros.
Descripción de la Ruta
Aunque nos separan escasos metros de la cascada de Peñaladros, decidimos dejar su visita para el final de la larga jornada. Comenzamos a caminar remontando el tramo realizado con el coche hasta el cartel de entrada a la localidad, buscando la señalización de acceso a una casa rural en el lado izquierdo. El camino bordea una finca en la que se encuentra una torre de origen medieval.
Llegados a la casa rural, giramos a la derecha e inmediatamente de nuevo hacia la derecha tomando un camino que asciende hasta un depósito de agua. Lo bordeamos y seguimos el camino que sigue una especie de arista de frente a la impresionante mole rocosa de la Peña del Aro. Siguiendo esta orientación subimos con facilidad por el bosque rechazando todas las derivaciones.
Tras un buen tramo superamos una portilla y justo al otro lado encontramos tres caminos. Tomamos el de frente, que parece más borroso. Al poco el camino se separa de la arista hacia la derecha. Lo seguimos hasta que tuerce hacia la izquierda y al poco baja a una zona de praderas en el lado derecho. En lugar de bajar seguimos ascendiendo recto, entre helechos y pinos dispersos, hasta alcanzar de nuevo la dirección de la arista frente a la peña.
Afortunadamente los senderos del ganado hacen que el piso sea muy practicable; así que la única dificultad proviene de la fuerte pendiente. Con frecuentes descansos vamos cubriendo la distancia que nos separa del camino que asciende a lo alto de la meseta; procedente del pueblo alavés de Añes. Si hemos mantenido la dirección lo lograremos justo en el punto en el que una portilla permite salvar el cerramiento ganadero.
Estamos en el límite entre Álava y Burgos. Por debajo de nosotros observamos el precioso valle cerrado por las sierras Salvada (por donde avanzamos) y de la Carbonilla (enfrente). Dentro de unas horas recorreremos esta última. El camino cementado tiene una fuerte pendiente, suaviza posteriormente y vuelve a endurecerse en el tramo final. Alcanzamos así, tras cuatro kilómetros y 600 metros de desnivel, el portillo del Aro, ya plenamente en territorio del País Vasco.
Tras el oportuno descanso avanzamos un poco por el camino frontal; pero pronto nos desviamos tomando como referencia el vallado de la parte derecha, pero sin acercarnos al mismo. Sin señales claras llegamos a un bonito hayedo de fondo irregular (bordeamos incluso una marcada torca) y vamos subiendo con ligera tendencia hacia nuestra derecha. Tras el ascenso salimos a una zona muy despejada y de fácil avance. No muy lejos localizamos el vértice geodésico del pico Moscadero (1132 metros), hacia el que nos dirigimos.
Llegados al mismo, y a poca distancia, vemos un camino que viene de izquierda a derecha, y lo seguimos en esa segunda dirección. Empezamos así un tramo de avance fácil en suave descenso. A la izquierda observamos el alargado perfil del valle de Losa, con sus cultivos en proceso de maduración. Siguiendo el camino en todo momento observamos cómo llega a una zona en la que vuelven a aparecer los árboles y gira bruscamente hacia la izquierda. Al poco acaba desapareciendo en una zona de abrevaderos.
Si nos fijamos bien estamos en el nacimiento de una especie de hondonada. Empezamos a bajar por el centro de la misma (quizás un tanto hacia la izquierda) buscando los mejores pasos entre el hayedo. Por momentos parece intuirse la existencia de senderos. Tras unos centenares de metros acabamos alcanzando el borde del cortado, en las cercanías de la cueva de San Miguel el Viejo y la cascada que nace desde la misma (sólo en épocas lluviosas) y que quedan debajo de nosotros.
Bordeamos el vallado que se encuentra en el borde del cortado hasta alcanzar una puerta que nos permite superarlo. En este tránsito hemos vuelto a entrar en la provincia de Burgos. Al otro lado del portón observamos restos de construcciones. Ya junto a las mismas vemos que se trata de los restos de la lobera de San Miguel, en la que observamos su foso y sus paredes convergentes. Desde aquí continúa un fácil camino que nos permite seguir descendiendo. En algunos puntos se acerca lo suficiente al cortado como para observar la caída de la espectacular cascada de San Miguel y nuevas perspectivas del valle de Angulo. Podéis consultar el artículo específico en el que muestro esta cascada en todo su esplendor.
Vamos perdiendo altitud mientras observamos algunos puestos de caza de paloma hasta que finalmente alcanzamos la antigua carretera del portillo de Angulo. Caminamos por la misma unos metros hacia la izquierda (ahora es usada como parking) hasta alcanzar la carretera moderna. Justo enfrente nace la pista que nos permitirá ascender hacia la sierra de la Carbonilla.
Tras un tramo de ascenso llevadero por zona más bien despejada el camino principal gira hacia la izquierda. En el lado derecho nacen dos caminos. Tomamos el que nos permite seguir casi recto. Ascendemos algo más girando hacia la izquierda pero pronto nos encontramos con otro camino en el que giramos hacia la derecha siguiéndolo en su ascenso.
Cada vez a mayor altitud nos unimos a otro camino que viene por nuestra izquierda pero sin cambiar de dirección. Lamentablemente el nuevo camino acaba girando hacia la izquierda, hacia el bosque, y desaparece. Intentamos seguir sus restos haciendo un zig-zag y recuperando la dirección. Siempre atentos a los señales de tránsito entre el monte bajo y el arbolado, seguimos ganando altura poco a poco sin escorarnos demasiado hacia la derecha pero siempre con vistas hacia esa zona.
Afortunadamente son sólo unos 700 metros en esta tesitura; que terminan cuando encontramos un camino más o menos claro que transita transversalmente. Lo tomamos hacia la izquierda y comprobamos que, aunque por los lados está algo amenazado por la vegetación, el piso es bastante practicable. De esta manera nos vamos alejando de la línea de cortados durante algo más de un kilómetro. Cuando el paisaje empieza a clarear encontramos una portilla en el lado derecho. La cruzamos y tomamos un camino mucho más claro que continua prácticamente en la misma dirección.
Pasados unos centenares de metros encontramos una nueva derivación, también en el lado derecho. Seguimos la misma mientras comprobamos como en el paisaje se ve la parte más occidental del valle de Losa, cerrado al norte por los montes de la Peña. Poco a poco el camino va girando hacia la derecha ganando algo de altura.
Tras buen tramo nos sorprende ver una construcción moderna en medio de la nada. El camino la bordea y entra en una zona algo más boscosa. Finalmente dejamos de ascender y empezamos una bajadita que se introduce en el precioso hayedo del monte Gurdieta. El descenso termina junto a una marcada revuelta. Antes de continuar decidimos desviarnos por la derecha en este punto por unas poco marcadas rodadas. Enseguida localizamos los restos de la lobera de Gurdieta. Un poco más adelante detectamos, en el mismo borde del cortado rocoso, los restos de unas antiguas instalaciones desde las que durante un tiempo se bajó mediante cableado el carbón vegetal al fondo del valle.
De vuelta al camino continuamos el rápido avance por el precioso bosque de Gurdieta. El camino zigzaguea entre el arbolado con tendencia fundamentalmente ascendente. Tras más de dos kilómetros llega a una zona más abierta, gira un poco hacia la derecha y tiende a desaparecer. Hacia la izquierda buscamos el sendero que, de nuevo en el hayedo, busca una escalera practicable para superar un vallado ganadero.
Al otro lado entramos en el marcado lapiaz que nos indica que estamos llegando a la cima del monte Gurdieta. Buscamos el sendero que sale del hayedo y supera una corta trepada rocosa. Ahora cubierto de hierba, el lapiaz sigue siendo incómodo aunque ya estamos muy cerca de la cima, que finalmente alcanzamos. Desde este punto se tienen buenas vistas hacia los montes del País Vasco y hacia el resto de la sierra de la Carbonilla, que finaliza en Castro Grande y su característico Pico del Ahorcado.
Para continuar debemos seguir peleando con el lapiaz durante un buen tramo. Lo menos malo, aunque obliga a tener más precaución, es ir justo por el borde rocoso. Nos lleva bastante tiempo el avance y las fuerzas van menguando. Finalmente observamos frente a nosotros un marcado descenso. A nuestros pies se encuentra el llamado portillo de Egaña, que separa nuestra ubicación del macizo de Castro Grande.
Descendemos hasta el portillo y superamos un paso en el vallado. Al otro lado nace un aparentemente borroso sendero que rápidamente se hace más evidente para convertirse en un espectacular camino montañero que se sumerge en el bosque. Afrontamos empinados zig-zags con cuidado de no resbalar. Por momentos se ven restos de antiguo empedrado. Tras un primer tramo de descenso en el hayedo el sendero va a media ladera durante unas decenas de metros.
Al poco volvemos a descender de forma brusca y rápida. La bajada sin embargo se hace larguísima. Finalmente vamos viendo signos de que estamos finalizando. Curiosamente el sendero es algo menos claro en las cercanías del pueblo de Santa Olaja. Localizamos un depósito y una fuente en la que calmar la sed. Inmediatamente encontramos el citado pueblo pero, en lugar de entrar en el mismo, giramos a la derecha desembocando en la carretera y siguiéndola hacia la derecha.
Una vez en la pista hemos de caminar por el maltratado asfalto unos dos kilómetros y medio prácticamente llanos. El avance es rápido aunque ya nos empiezan a pesar los kilómetros. Poco a poco vamos dejando a nuestra derecha la sierra de la Carbonilla y de frente vuelve a aparecer ante nosotros la Peña del Aro, hacia la que nos vamos aproximando lentamente.
Terminado este tramo llegamos a la BU-550. La cruzamos y caminamos por la misma unos cuantos metros en dirección al puerto de Angulo. Enseguida aparece un camino en el lado izquierdo. Cruzamos un portón ganadero tras la cual nacen varios caminos. Continuamos por el que está más a la derecha. Tras unos 500 metros de llaneo llegamos a una bifurcación, en el punto en el que pasa sobre nosotros una línea telefónica. Aquí nos decidimos por el camino de la izquierda.
Tras unos metros algo borrosos el camino entra en una zona boscosa y empieza descender claramente. Según la época el piso puede estar algo embarrado en algunos tramos; por lo demás el avance es sencillo. El arbolado no es especialmente interesante, quejigos y pinar fundamentalmente. Evitamos cualquier desvío hasta llegar a un punto en el que pasa sobre nosotros una línea de alta tensión. A continuación encontramos una portilla que hemos de superar.
Un poco más adelante ya aparece a cierta distancia una nave ganadera del pueblo de Cozuela. Seguimos hasta otro punto en el que camino gira un poquito hacia la izquierda, buscando el vallejo del arroyo de la Incea. Tras un tramo más llano volvemos a descender y pronto llegamos a un nuevo portón. Al otro lado del mismo enlazamos con un camino cementado que es el que conduce al barrio de La Abadía. Estamos en el entorno de la preciosa cascada de Peñaladros, que podemos ver desde la parte superior, desde su borde y desde la parte inferior (un artículo específico lo encuentras aquí).
Tras disfrutar del entorno a nuestro gusto, ya sólo queda remontar por el cemento unas decenas de metros hasta el lugar en donde dejamos nuestro vehículo.
Comentarios
Una de las rutas más duras que recuerdo haber realizado por Burgos, sin duda en buena medida por el fuerte calor que hizo a partir de mediodía. El hecho rondar la treintena de kilómetros y los 1500 metros de desnivel acumulado; y que sólo se crucen dos minúsculos núcleos de población, estando el resto del trazado apartado de zonas habitadas, también contribuye a cierta sensación de desasosiego. Es una pena que no haya un sendero que permita atravesar de forma más directa la zona del Paredes, lo que simplificaría varios kilómetros la ruta.
Es muy difícil encontrar simultáneamente los hayedos con hoja y la cascada de San Miguel con agua. Tal vez el mejor momento para realizarla es mediada la primavera, con los días largos y el campo verde. Pese a recorrer buenos tramos de hayedo, estos no dan mucho juego en otoño, al perder buena parte de su hoja antes de adquirir todas las tonalidades posibles.
Se puede plantear un acceso directo a Gurdieta desde Santa Olaja y el Portillo de Egaña, mediante una ruta semicircular de menos de 10 km. Se puede combinar con el acceso al cercano Castro Grande y Picón del Fraile. En la descripción se ha obviado intencionadamente entrar en profundidad en la descripción de las loberas de San Miguel y Gurdieta, que serán objeto de un artículo próximo.
Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)
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Vídeo con imágenes del recorrido
Hola Montacedo,para llegar a Las Fuentes y Cozuela despues de pasar el tunel de Angulo,el cruce es a la derecha.Un saludo.
ResponderEliminarHola. Gracias por el apunte. Con tanta descripción no res raro que se me cuelen de vez en cuando fallos de este tipo.
ResponderEliminarLa subida es de aupa,pero lo compensa las vistas desde la peña de aro.Elvalle de Angulo es una maravilla.Al lado de la cascada de peñaladros hay unas bonitas casas de turismo rural.Un saludo.
ResponderEliminarGracias por dejar unas palabras. Hace mucho que hice la ruta, pero recuerdo la rampa.
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