El marcado perfil del desfiladero
de la Horadada y la gran brecha central de la Sierra de la Tesla nos dan acceso
al interesantísimo valle de Valdivielso, un enclave que combina a la par
valores patrimoniales y paisajísticos.
Dificultad: Media. La ascensión de la jornada y la propia etapa pueden
hacerse algo largas.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil hasta Hoz. A
partir de aquí hay muchos cruces entre caminos de concentración.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 5 horas (22 kilómetros). Si decidimos acceder a las
cuevas de los Moros calcularemos media hora y un kilómetro largo adicionales.
Elementos de interés
Puente del ferrocarril
Santander-Mediterráneo. Desfiladero de la Horadada. Vistas de la sierra de la
Tesla. Cascada de Tartalés de los Montes. Arquitectura nobiliaria y popular de
todos los pueblos que se atraviesan. Paisajes del valle de Valdivielso. Cuevas
de los Moros (fuera del sendero principal). Iglesia románica de San Pedro de
Tejada.
Descripción de la etapa
Dejamos la anterior etapa en un
área recreativa a la vera del rio Ebro. Empezamos a caminar por el asfalto
cruzando el citado rio y llegando a la vera de la N-629, que seguimos hacia
nuestra izquierda. Con esta maniobra volvemos a compartir el trazado del
sendero GR-99, circunstancia que se prolongará durante unos cuantos kilómetros.
Los siguientes minutos hemos de
caminar con la precaución derivada de la cercanía del paso de vehículos. Tras
dejar atrás el malogrado e irreconocible yacimiento
altomedieval de Nuestra Señora de los Reyes Godos, y ya en pleno
desfiladero de la Horadada pasamos bajo un robusto
puente de hierro construido en 1929 para dar paso al ferrocarril
Santander-Mediterráneo sobre el Ebro y que se conserva en estado
sorprendentemente bueno. No mucho después vemos al lado derecho de la carretera
un marcado camino que asciende por la ladera.
Tomando este camino pronto
llegamos a la altura del Canal deTrespaderne, otra gran obra ingenieril del siglo pasado. En este
punto el sendero afronta algunos zig-zags de fuerte subida que pronto se
suaviza. Entre los relieves del desfiladero encontraremos, a nuestras espaldas,
los restos recién recuperados del castilloaltomedieval de Tedeja.
Estamos transitando por el viejo
camino entre Trespaderne y Tartalés de Cilla. Pronto llegamos a una bifurcación
en la que nos decidimos por el camino de la izquierda. Las grandes vistas del
desfiladero son estropeadas en parte por las líneas de alta tensión. El camino
gira un poco hacia la derecha y ya da paso al valle de perfil montañoso donde
se ubica la pequeña aldea de Tartalés de
Cilla. Mientras llegamos al cercano pueblo, vamos tomando como referencia
el camino que asciende al otro lado del
mismo y que será por donde continúe la ruta.
Esta pintoresca aldea presume
de su atractiva ubicación y restos de arquitectura popular. Destacan los restos
románicos de su iglesia y un lavadero con fuente recién restaurado. Abandonamos
Tartalés por la ancha pista que conduce hacia el otro Tartalés, y que discurre
por una brecha que divide en dos la sierra de la Tesla. Esta pista ha
representado el acceso alternativo a Tartalés de los Montes cuando el precario
acceso a este último pueblo quedaba inservible, cosa que ha ocurrido con cierta
frecuencia.
Pero antes de afrontar el camino,
metros después de dejar atrás la última casa, tenemos el sendero que asciende
hacia la derecha (son tan solo unos minutos) hasta el eremitorio de San Pedro, lugar de visita más que
recomendable. Volvemos al camino y empezamos el largo ascenso que hay que tomarse
con tranquilidad (son unos tres kilómetros desde el pueblo y casi 300 de
desnivel).
El largo ascenso nos permite
analizar el paisaje de ambos cordales de la Sierra. Mientras que la solana, a
la derecha, aparece ocupada por pinos, a nuestra izquierda los hayedos se hacen
protagonistas, lamiendo los picachos en los que culmina la sierra. En el último
tramo el recorrido es algo más sombreado pero no deja de hacerse largo y por
ello duro.
Una pequeña caseta nos señala que
estamos llegando al collado del alto del
Cardal, lo que efectivamente hacemos poco después. Está ocupado por una
amplia pradera que nos permite contemplar el valle situado al otro lado.
Ignoramos el camino que se abre a la derecha y seguimos por el de la izquierda
con la tranquilidad de haber superado la parte más dura del recorrido.
El descenso se hace relajado,
siempre por un pinar no muy cerrado. Son más de cuatro kilómetros al final de
los cuales observamos la estrechísima garganta que da paso al arroyo de
Tartalés y al túnel de conexión con el resto del valle de Valdivielso.
Llegamos a Tartalés, que tiene un entorno y una arquitectura rural más
interesante que la de su homónimo. Merece la pena ascender hasta la iglesia
para contemplar una interesante ventana románica y dar un pequeño paseo por sus
escasas calles. También encontramos una fuente donde saciar nuestra sed.
Apenas unas decenas de metros
separan el pueblo del rústico túnel que le permite superar la garganta que le
separa del resto del mundo. Antes de cruzarlo podemos ascender por su parte
izquierda y asomarnos con cuidado a la caída de la cascada del arroyo de Tartalés. En realidad estamos sobre
los restos del inverosímil camino
que utilizaban los vecinos antes de horadar (por sus propios medios) el túnel.
Al otro lado del túnel podemos
contemplar desde una perspectiva más amplia la cascada y el túnel, aprovechando
un mirador habilitado a tal efecto. Descendemos por la inestable carretera (los
hundimientos y reparaciones son relativamente frecuentes). A punto de alcanzar
las primeras casas de Hoz de Valdivielso (antes de llegar a un lavadero con
fuente) buscaremos a mano izquierda un camino poco marcado. Pasamos junto a los
restos de la ermita románica de la Virgen de las Eras y superamos gracias a una pasarela el arroyo de Tartalés.
Pronto entramos en el caserío del
pueblo, pasando bajo a iglesia y llegando al
palacio de los Ruiz de Valdivielso. Llegamos a una nueva carretera que nos
permite salir del pueblo sin cambiar de dirección (con ello termina el tramo
coincidente con el GR 99). Pasados unos 100 metros surge un claro camino hacia
la derecha.
Tomado el mismo pronto llegamos a
la ermita de San Roque, también en proceso de ruina, junto a un cruce múltiple.
Seguimos el de más a la derecha, de modo que ya nos ponemos en dirección
Noroeste, la que seguiremos durante casi todo el resto de la etapa, en paralelo
a la sierra de la Tesla. Tras ignorar algunas opciones secundarias llegamos a
un cruce en donde deberemos girar consecutivamente a la derecha y a la
izquierda, para mantener la dirección.
Mientras tanto vemos ambas partes
de unos de los valles mejor configurados de la provincia, cerrado por la sierra
de la Tesla y el páramo. El entorno lo ocupan fundamentalmente los cereales,
adornados por aislados pero robustos robles y encinas.
En una bifurcación seguimos hacia
la derecha y ascendemos levemente por un tramo algo más boscoso. No tarda en
aparecer la arruinada iglesia de Valhermosa,
lo que junto a la aparición de huertas es indicio de que estamos llegando a dicho pueblo. Nos incorporamos a la carretera que recorre el norte del
valle coincidiendo con la travesía de la localidad, que bien merece un paseo más detenido.
Unos 100 metros adelante del
pueblo hemos de prestar atención para detectar el nacimiento de un sendero
escoltado por una hilera de robles. En unos minutos el sendero acaba junto a
una pista que seguimos sin cambiar de dirección. Tras superar una primera intersección
llegamos a otra en la surge de nuevo otro sendero entre el arbolado de la
derecha. Este segundo sendero, de gran
belleza, nos conduce sin pérdida hasta Arroyo
de Valdivielso, superando antes el cauce del que recibe el nombre.
Siguiendo la señalización
alcanzamos la calle principal de este interesante pueblo. Junto a una de
sus casas-palacio giramos hacia la
derecha y unos 100 metros después hacia la izquierda, junto a una fuente. De
esta manera termina el corto recorrido por el pueblo. Tras ignorar una variante
hacia la izquierda llegamos a una intersección donde tenemos dos opciones: de
frente continúa el sendero, pero a la derecha y a unos 300 metros tenemos el
interesante enclave rupestre de las “cuevasde los moros”. Nos decidimos por visitar al mismo de modo que pasamos junto
a una plantación de frutales (son relativamente abundantes en el entorno de los
pueblos). El camino se convierte en un sendero ocupado por la vegetación pero
fácil de seguir. De frente se encuentra la pequeña peña donde se encuentra el
yacimiento, en un paraje que a primera vista parece inaccesible.
Siguiendo el sendero llegamos a
un arroyo seco en el punto en que el mismo se abre paso entre dos peñas.
Superamos la estrechez y seguimos el sendero que remonta por la parte trasera
de la peña citada. Por este lado parece igualmente inaccesible, pero si andamos
unos minutos llegamos a un punto elevado en el que la peña se rebaja
permitiendo alcanzar su arista. Bajamos unos pasos por el otro lado y pronto
encontramos el sendero que hacia la derecha permite seguir la ladera de la peña
hasta el yacimiento. Además de su originalidad y su valor histórico, el enclave
es un mirador de excepción sobre todo el valle.
Para continuar retrocedemos hasta
el paso entre las dos peñas y a partir de aquí seguimos el sendero que continúa
por el otro lado del arroyo seco. Pronto la vereda se convierte en un camino
que desemboca en un cruce en el cual seguimos recto. Si no hubiéramos realizado
la visita al yacimiento hubiéramos venido por el camino de la izquierda y nos
hubiéramos ahorrado una media hora.
Enseguida llegamos a otro
interesante pueblo, Quecedo,
capital del municipio. Nos incorporamos a la calle principal en su descenso,
pero tan sólo 100 metros adelante salimos de la misma por un sendero poco
evidente que surge por la derecha y, al instante, por otro más a la derecha que
pasa junto una rústica fuente. Con ello desembocamos en un camino más ancho que
tomamos hacia el sur. Mientras observamos el quebrado paisaje de Los Cárcavos, encontramos un
camino que nace a la derecha. Tomando el mismo volvemos a recuperar la
dirección oeste.
Durante los siguientes kilómetros
ignoramos los desvíos que nos harían cambiar de dirección hasta que el camino,
después de un ascenso algo más marcado, gira hacia el sur al encuentro de la
carretera en las proximidades del río Ebro. Andamos por la misma unos 100
metros hasta buscar un sendero que nace en el lado derecho, lugar desde el que
ya se ve la iglesia románica de San Pedro
de Tejada. Un próximo giro nos permite ponernos en dirección al templo, si
bien antes de llegar al mismo deberemos seguir un tramo bastante lleno de
hierba.
Llegamos a la poco estimulante
valla que cierra el acceso a este templo. Por poco agradable que resulte el
hecho de que esta maravilla artística sea de propiedad privada, es inexcusable su visita. En todo caso el recorrido continúa por la pista cementada que
sin mayores novedades nos sitúa en Puentearenas.
La etapa termina junto al puente que da nombre al pueblo, aunque este pueblo
tampoco carece de valores patrimoniales.
Comentarios acerca de esta etapa
Esta etapa fue realizada a lo largo de tres
momentos diferente, dos en 2013 y uno en 2011. El recorrido está en general
bien señalizado, aunque existen numerosos cruces en caminos anchos y abiertos.
Para intentar evitar despistes habrá que estar muy atentos a la señalización
(marcas de pintura), muchas veces ubicada unos metros después de haber superado
las intersecciones.
Casi todos los pueblos merecen una visita más
detenida. Ver los enlaces indicados en el artículo.
Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información).
Vídeo con imágenes del recorrido
Tartales de los Montes es nuestro shangri la de las Merindades, el valle donde se encuentra el pueblo accediendo como dices desde Tartales de Cilla es como un pequeño refugio apartado. Salir del mismo por la carretera, el tunel y la cascada a Valdivielso es transpasar un mundo secreto.
ResponderEliminar