La ruta de hoy es una de los
posibles trayectos de aproximación al espacio del valle de las Caderechas,
realizado aprovechando el periodo de los cerezos en flor.
Dificultad: Baja
Orientación (sin GPS
con track o cartografía): fácil
Belleza: Normal
Tiempo y distancia: 3
horas (12 kilómetros )
Situación y acceso
Para llegar hasta Rucandio desde
Burgos tenemos varias opciones. Una de ellas consiste en salir en dirección
norte por la N-627
y la C-629
hasta el páramo de Villalta. Pasado este último pueblo y antes de llegar a
Pesadas tomamos el cruce que hacia la derecha nos conduce a “Los Escóbados”.
Pasados ambos pueblos entramos en la bonita hoz al final de la cual se
encuentra Hozabejas, una de las puertas del valle de Caderechas. Antes de
entrar en las casas de este pueblo tomamos la carretera que hacia la izquierda
nos lleva en unos 3 o 4
kilómetros a Rucandio. Aparcamos en la entrada de la
localidad, por la zona de los contenedores.
Puntos de interés
Arquitectura popular. Cerezos y
otros frutales. Pinares. Vistas sobre el valle. Ermita de Santa Marina.
Descripción de la ruta
Rucandio responde a una tipología
similar a la de otros pueblos de las Caderechas. Las casas son altas y
apelotonadas, con un poso de arquitectura popular interesante que se ve
empañado en cierta medida por la mezcolanza de estilos y por una conservación
mejorable debido a los efectos de la despoblación y al peso de la funcionalidad
en detrimento de la estética. En el radio de unos docenas de metros en torno al
pueblo, en ocasiones algo más, se encuentran las plantaciones de frutales e
inmediatamente después las laderas cubiertas de pinos que son los verdaderos
dominadores del paisaje.
Tomamos la calle que asciende
hacia la izquierda en dirección a la iglesia. Pronto nos encontramos con los
primeros cerezos que forman bellas estampas con las laderas y peñas que surgen
a poco que el paisaje se abre. Bordeamos el templo por su izquierda dejando a
un lado una bodega que recuerda el chacolí que por aquí también se producía.
De esta manera salimos del pueblo
entre frutales. Vamos en ligero ascenso en sentido oeste, aspectos ambos que
serán la nota definitoria de la primera parte del recorrido. En algunos
momentos el camino parece difuminarse pero acaba dejándonos junto a una pista
que tomamos sin cambiar de dirección.
De forma bastante repentina el
pinar se hace dueño y señor. Andamos entre el mismo en suave ascenso. Al poco
se nos incorpora otra pista por nuestra derecha. Desde aquí la pendiente se
hace más acusada, pero en todo caso llevadera. Poco a poco vamos intuyendo el
final del ascenso y la llegada al páramo. En esta zona empezamos a tener la
perspectiva global de la caldera que será por donde discurre la ruta de hoy.
Esta parte más occidental del valle
de Caderechas es una gran hondonada totalmente defendida por los lados oeste y
norte. Es en la ladera que se encuentra bajo este lado (y por tanto orientada
al sur) en donde se encuentran algunos de los pueblos con mayor proliferación
de frutales: Huéspeda, Madrid y Herrera. En el fondo del valle vemos algunas
hileras de chopos y alisos, signo de las pequeñas corrientes de agua, y casi
todo lo demás está ocupado por el pinar, salvo en las partes más altas donde
quejigos y encinas le quitan algo de protagonismo. Hacia el sur y el oeste
vemos el quebrado paisaje del resto del valle, y al fondo intuimos la mesa de
Oña y la llanura burebana.
Una vez en la parte alta tomamos
un camino algo difuminado en sentido norte, paralelo al valle. Unos cientos de
metros después el camino se divide para ofrecer varias opciones que se desvían
hacia ambos laterales. Nosotros no tomaremos ninguna de ellas, sino que
continuaremos de frente buscando la senda que sigue la línea del pequeño
cortado. Así vamos girando poco a poco en torno al paisaje descrito, mientras a
nuestra izquierda se abre el paisaje mucho más áspero del páramo. Entre otros
lugares podemos detectar la ubicación de Pesadas, Villalta o Villaescusa. Al
fondo se intuyen las cumbres de la Cordillera Cantábrica.
Mientras vamos avanzando entre
piedras, arbustos espinosos y pequeñas carrascas veremos, con un poco de
atención una tierra de color blanco en las cercanías de Huéspeda, que es el
pueblo que queda bajo nosotros. Se trata de una antigua explotación de caolín,
elemento relativamente abundante en la zona y que en el pasado tuvo bastante
importancia para la fabricación de porcelanas.
Sin mayor novedad seguimos
avanzando hasta llegar a un punto en donde se desciende un poco hacia una zona
de cercados de piedra en donde descubrimos algunos puestos de caza del paso de
palomas. Desde aquí ascendemos un poco más y nos encontramos con un camino que
desciende de forma decidida hacia el valle. Será el que tomaremos para el
descenso, pero antes vamos a continuar unas docenas de metros más por la parte
alta hasta llegar a los restos de la ermita de Santa Marina.
Sorprende la ubicación al borde
del cortado de este humilde templo cuyos restos de origen románico han sido
consolidados gracias al encomiable esfuerzo de los escasos vecinos de Huéspeda.
También parece que se quieren recuperar los ecos de la antigua romería que se
hacía hasta este lugar. Creo haber leído en algún libro que una vez arruinada
lo traviesos mozos se entretenían tirando piedras desde lo alto.
Mientras reflexionamos sobre las
peculiaridades de la religiosidad ancestral disfrutamos de las maravillosas
vistas que se tienen desde este punto antes de retornar al camino citado. El
camino desciende de forma decidida y mediante una serie de zig-zags entre
pinos, robles y encinas nos deja muy pronto en el pueblo de Huéspeda.
Tras dejar atrás las casas
entramos de nuevo en la zona ocupada por los cerezos. Al llegar a un pequeño
parking se nos ofrecen dos opciones. La más fácil es continuar por la carreterita,
pero como alternativa podemos tomar un camino que asciende por la izquierda y
que trascurre paralelo a la pista. Estamos en la denominada ruta de los
cerezos, que en pureza continúa hasta Herrera, aunque nosotros sólo la
seguiremos hasta Madrid de las Caderechas.
Si seguimos la opción del camino
hemos de estar atentos a los cruces. Primero se ignoran dos opciones a la
izquierda mientras seguimos por el camino principal. Luego dejamos el mismo
cuando desciende un poco hacia un par de construcciones. Instantes después, en
un cruce en forma de Y, optamos por la opción derecha y finalmente, cuando ya
vemos la iglesia de Madrid, descendemos por un senderito hasta las casas del
pueblo. Todo este trayecto lo hacemos entre los cerezos, que nos dejan bonitas estampas
en combinación con el paisaje circundante.
Descendemos por las calles de
Madrid de las Caderechas, bastante más humildes que las de su hermano mayor,
hasta llegar a la carretera que da servicio el pueblo. Tomamos la misma tan
sólo unos metros pues pronto, a la altura de la primera curva hacia la
izquierda, dejamos la misma por un camino que desciende por el lado derecho.
El nuevo camino, que puede estar
algo embarrado según la época del año, nos deja a la vera del arroyo de la Puentecilla. Al
otro lado enlazamos hacia la izquierda con la pista que hacia la derecha nos
conducirá de nuevo hacia Rucandio. Con esta maniobra hemos ahorrado caminar más
de un kilómetro adicional por carretera, aunque si no lo vemos claro podemos
seguir la misma.
Una vez sobre el asfalto,
ascendemos de forma suave por el pinar durante aproximadamente kilómetro y
medio. La aparición de nuevo de frutales es signo evidente de que estamos
llegando a Rucandio. Una vez alcanzado el pueblo no resta sino llegar hasta el
punto donde dejamos nuestro vehículo.
Comentarios
Existen otras variantes para el recorrido y
otras opciones diferentes. Desde la ermita de santa Marina se puede seguir
hasta el antiguo portillo de Condado, que comunicaba las Caderechas con el
valle de Valdivielso, y desde allí descender hasta Madrid. Para el regreso a Rucandio se
puede retroceder a Huéspeda y tomar una pista que pasa junto a la mina de caolín y
recorre el pinar.
Otra variante es el recorrido
Huéspeda-Madrid-Herrera, en ambos sentidos, en principio muy sencillo siguiendo
las carreteras, que es el suele hacer la gente exclusivamente interesada en los cerezos y sin demasiadas ganas de andar. En todo caso esta última opción también se puede hacer de forma circular transformado la ruta en
otra más montañera subiendo al monte Tablones (1248 metros). Podéis conocer más en profundidad esta opción en este otro artículo.
El momento más adecuado para contemplar los cerezos en flor es a principio de Abril, aunque con fuertes oscilaciones dependiendo del tiempo de las semanas anteriores (por ejemplo esta ruta la hice el 20 de Abril, y la noche siguiente "metió" una fuerte helada). Lo mejor es mantenerse al tanto a través del Facebook de los productores del valle.
Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quieras
Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)
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Vídeo con imágenes del recorrido (integra acceso a un vídeo panorámico)
Hola Montacedo:
ResponderEliminarMuy completa y con multitud de detalles esta ruta que nos propones, que por otra parte nos tienes acostumbrados a tu buen hacer.
Como ahora chacharreo bastante por el Facebook, he visto esta entrada compartida por https://www.facebook.com/caderechas
Aupa, y un abrazo,
Hola Zález. Gracias por el apunte. Aprovecho para pedirte si me puede mandar al email una imagen ortofoto de las tuyas con la ubicación más exacta posible del castillo de Petralata. Es bastante posible que haga en las próximas semanas la ruta del proyecto TRINO: Soto de Bureba- Pan Perdido - Navas y aunque no me acerque al castillo, sí que quisiera saber por donde pilla.
ResponderEliminarGracias de antemano y un saludo
Buscando información sobre las Caderechas he caído en tu blog. Solo un apunte: en las Caderechas hay más de un tipo de árboles frutales pero por lo que se está haciendo popular es por la posibilidad de ver la floración de los cerezos, no por la de los almendros (que seguramente, también habrá)
ResponderEliminarEfectivamente es un error a la hora de escribir. A ver si lo cambio.
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