Tan sólo unos kilómetros más adelante
de San Pedro y Fuente Azul, el Arlanza alcanza una de las principales localidades turísticas de la provincia: Covarrubias. Ello
se debe fundamentalmente a que en la mayoría de los ámbitos urbanos de
Covarrubias se alternan las casas de origen medieval, con visibles entramados y
soportales de madera de sabina, con serie de construcciones civiles y
religiosas embellecidas por una atractiva piedra dorada.
Típicas casas de Covarrubias. Otras fotos de calles de Covarrubias
jalonan estos artículos
Existen indicios más o menos
claros de un poblamiento de época romana, al calor de una calzada que cruzaba
por este punto el río. En todo caso la tradición habla de que la localidad fue
fundada por el rey visigodo Chindasvinto hacia el siglo VII. De
esta época podría datar también un antiquísimo monasterio de San Cosme y San
Damián.
La crónica mozárabe cifra su
destrucción a manos de los árabes hacia 737. No mucho después comenzaría un
proceso repoblador en el que como en otros lugares tuvo un importante papel el
fenómeno eremítico. Son las cuevas labradas en las rocas rojizas las que
parecen estar en el origen del topónimo local.
Placa recordando a
los fundadores de la villa
En todo caso, el momento
fundamental de la historia de Covarrubias transcurre en las últimas décadas del
siglo X. El conde García Fernández, hijo de Fernán González y asentado en el
cercano castillo de Lara, idea un gran proyecto en torno a la localidad. En 972
acuerda un pacto conocido como el “intercambio de Covarrubias” por el cual la
villa, perteneciente al Monasterio de Valeránica, pasa a manos del conde a
cambio de otras tres localidades más cercanas a dicho monasterio.
El conde planea la restauración
del monasterio de San Cosme y San Damián y a partir del mismo funda en 978 el infantado de Covarrubias, en un acto al
que acude toda la jerarquía civil y eclesiástica de la zona. El infantado
consistió en un importante centro de poder de carácter mixto civil y religioso
al frente del cual el rey puso a una de sus hijas que sería a la vez la abadesa
del monasterio y regidora de las propiedades atribuidas al señorío monástico.
El documento original fue
realizado por Florencio, el famoso copista de San Pedro de Valeránica. En la
dotación inicial se incluyen nada menos que 34 parroquias, así como 500 vacas,
1600 ovejas, 100 yeguas e incluso un grupo de moras y moros como esclavos.
Además el conde fundador fue el que se encargó de amurallar la localidad y es
más que probable que fuese el verdadero promotor del llamado torreón de Fernán González, unos de los
elementos más característicos del Covarrubias actual. Por cierto, que este poco
recordado conde es el que más y con mejores resultados combatió con el poderoso
Almanzor, aunque es bastante probable que incluso Covarrubias fuese destruida
por el árabe.
Torreón de doña Urraca. Obsérvese también el bello crucero del siglo
XVI.
Deteniéndonos un poco más en el
torreón, diremos que también recibe el nombre de doña Urraca, porque según la
tradición allí murió emparedada una condesa de tal nombre. El torreón, de 22
metros, constituye la imagen más característica de Covarrubias.
Su base rectangular tiene 19 por
14 metros de lado y está formada por grandes piedras sin labrar que proceden,
en buena parte, de una fortificación anterior. Al ganar altura la torre se va
estrechando hasta adquirir el característico perfil troncopiramidal de las
construcciones defensivas mozárabes. En el siglo XIV se modificó su remate con
el añadido de dos cuerpos de matacanes. Cuatrocientos años más tarde también se
sustituyó el adarve almenado.
En realidad el torreón forma
parte de una finca privada protegida de una muralla en el que se encuentra el
antiguo abacial y un cuidado jardín. La propiedad fue adquirida durante la
desamortización por una familia de indianos cuyos herederos aún poseen la torre.
Según parece en ocasiones se ofrece la posibilidad de realizar visitas guiadas.
La primera abadesa del infantado
fue también una doña Urraca, hija de García Fernández, consagrada a la edad de
siete u ocho años. Urraca gobernaría el infantado durante 60 años, y sería
sucedida por otra Urraca, hija de Fernando, el primer rey de Castilla y de
León. Esta segunda es la Urraca que tuvo un papel protagonista en la famosa
escena del cerco de Zamora, punto inicial de la epopeya del Cid Campeador.
Precisamente el rey Alfonso VI,
el de la jura de San Gadea, fue el que amplió las posesiones del infantado. Una
sobrina-nieta de Alfonso, Sancha, fue la III Señora. Esta Sancha es la que da
nombre a uno de los edificios más famosos de la villa, aunque evidentemente su
construcción es muy posterior. Respecto a esta casa la tradición popular afirma
que existían pasadizos que la comunicaban con la cercana torre.
Casa de doña Sancha
Muerta doña Sancha, el rey
Alfonso VIII, que no tenía hijas, cedió el señorío de Covarrubias a la catedral
de Toledo. Fernando III el Santo restauraría el infantado, traspasando el poder
de las abadesas a los abades. Alfonso X nombraría abad a su hermano Felipe.
Este fue un zascandil que no
llegó a profesar, pero pasaría a la historia de Covarrubias por casar en 1258
con la princesa Cristina de Noruega,
hecho que tanto está marcando la actualidad de Covarrubias en los últimos años.
Al parecer tan extraño enlace vino dado por los deseos complementarios de
Alfonso X de tener mayor influencia en Europa y del rey Haakon de Noruega de
compensar su negativa a participar en las cruzadas.
Sepulcro de la princesa Kristina, acompañado de las banderas de
Castilla, España y Noruega.
La historia de la llegada de esta
princesa a Castilla está bien documentada en las crónicas noruegas, que
describen el viaje con un halo de poema épico, ensalzando los regalos que trajo
la comitiva noruega y el recibimiento que recibió en todos los lugares por los
que pasó.
Lo que pasó a continuación entra
dentro de la especulación más o menos fundamentada. Las versiones más
románticas creen que la princesa murió joven por la pena de añoranza de su
tierra natal, a lo cual pudo contribuir el carácter voluble de su marido. Otros
expertos más prosaicos sugieren algún tipo de enfermedad como por ejemplo una
meningitis.
Hace unos 100 años se identificó
en un olvidado sepulcro que se haya en el claustro una inscripción que señala
que allí está enterrado un rey de Dinamarca, lo cual se afirma también en un
manuscrito hallado en el archivo parroquial. Teniendo en cuenta que Dinamarca y
Noruega estuvieron unidas muchos años, y que no había base para realizar esta
invención a sabiendas, es probable que el sepulcro acoja realmente los restos
de Cristina. Un estudio realizado en los años cincuenta, no del todo
científico, concluyó que los restos eran de una mujer. En todo caso estas
pruebas sirvieron para suscitar el interés de pueblo noruego, que seguía
sintiendo un apego a esta figura.
Reciente escultura de la princesa. Obsérvese también el lienzo de
muralla.
De hecho este interés se ha
extendido y consolidado hasta nuestros días. Tanto que se ha financiado la
construcción de una capilla dedicada al rey San Olav. El hecho es que Felipe
había prometido a Cristina la construcción de esta capilla, promesa que quedó
incumplida durante 850 años. La llamada capilla es un original edificio de
cierto tamaño, y al calor del mismo se ha promovido incluso la creación del
llamado camino de San Olav, que partiendo desde Burgos alcanza la villa
rachela.
(Continuará en el próximo artículo)
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EliminarMuchas gracias por tan bonito reportaje sobre nuestro pueblo. Saludos desde Covarrubias
ResponderEliminarGracias a ti por dejar comentario
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