Aunque sin acercarse ni remotamente al valor del monasterio, al visitante le merecerá la pena darse una vuelta por el pequeño pero coqueto entramado de calles del pueblo de Santo Domingo de Silos; un lugar que desde siempre ha tenido una vinculación con el monasterio, y así sigue sucediendo hoy en día.
En 1135 la villa de Silos recibe su fuero propio otorgado por Alfonso VII, puesta bajo la jurisdicción civil y eclesiástica del abad. A partir de este momento empieza esta singular relación de simbiosis y competencia que hemos visto en otros lugares equivalentes como Oña. Silos en general vivirá una prosperidad mayor que otros pueblos de la comarca, pero a costa de renunciar a buena parte de su independencia.
A partir del siglo XII, con la llegada de peregrinos al sepulcro de Santo, aumenta la población. Algunos autores dicen que llegó a tener 12000 habitantes, cifra que a mí al menos me parece un poco sobrecargada.
Dentro del callejero de Santo Domingo destaca el edificio de La Casa Grande. Fue construida en 1750 por Domingo Setién, un hidalgo procedente de La Montaña, escribano de oficio, que hizo la casa con los beneficios de la miel. Tiene tres plantas y una fachada bien sillada, con portalón de doble pilastra, balcón central y dos grandes ventanales. Y un lema “la vida que siempre muere, que se pierda ¿Qué se pierde?”. La Casa Grande fue posteriormente farmacia muy notable en Silos y comarca. Actualmente es un hotel.
Otra casa solariega fue el solar de la familia Majo Pérez y data de 1624. El fundador luchó en las guerras de Granada y en el siglo XVI vino a vivir a Silos. Sus descendientes fueron tres condesas y por eso se llama al edificio como “casa de las tres condesas”. Hoy acoge el Museo de los Sonidos del mundo, albergando instrumentos musicales de los cinco continentes. Más información en esta web.
Un tercer edificio interesante de Silos es la iglesia de San Pedro, que se encuentra justo enfrente de la iglesia monacal, como en desigual competencia. De hecho las crónicas reflejan los problemas que hubo para levantarla por la oposición de los abades a que existiera en el pueblo una segunda iglesia fuera de su jurisdicción.
Un tercer edificio interesante de Silos es la iglesia de San Pedro, que se encuentra justo enfrente de la iglesia monacal, como en desigual competencia. De hecho las crónicas reflejan los problemas que hubo para levantarla por la oposición de los abades a que existiera en el pueblo una segunda iglesia fuera de su jurisdicción.
En Silos podemos ver los restos de la antigua muralla, originaria del siglo XIII. El más destacado es el arco de San Juan, que se encuentra muy cerca de la entrada de visitas al monasterio. Este arco estuvo a punto de ser derribado en la primera mitad del siglo XX.
Junto al mismo se encuentra un lavadero que se alimenta de la llamativa Fuente Grande; un gran pozo cuadrangular formado con buena piedra de sillería y ocupado por un agua cristalina. Parte del cauce de esta fuente está derivado para los usos del monasterio. Se cuenta que esta fuente no se seca nunca, ni siquiera tras un uso intensivo en días de incendio.
Como ya hemos comentado en alguna ocasión, Silos presume de una antigua y original celebración denominada fiesta de los Jefes. Sería necesario dedicarle una entrada aparte, así que nos limitaremos a decir que se trata de una celebración de contenido y significado harto complejos, que tiene como base un asedio sufrido por Silos en tiempos remotos. El ingenio de un vecino imaginó una estratagema que hizo desistir del cerco enemigo fingiendo un incendio.
Otra festividad muy implantada en Silos es la que tiene lugar a principios de julio en honor de la Virgen del Mercado, y que al parecer se remonta al siglo XIV. Tiene como eje un baile de ocho niños que antiguamente se ejecutaba a la sombra de una gran olma cuyas ramas llegaban hasta el campanario de la iglesia del monasterio. Aquí puedes ver un pequeño reportaje que le dedicamos hace poco.
En 1792, concluida la nueva iglesia del monasterio, los monjes decidieron podar la olma porque estorbaba el paso de la luz por la ventana del ábside. pero la olma era considerada un árbol sagrado por los vecinos. A su pie, el día de la fiesta, descansaba la virgen del mercado en la procesión. Una turba de mujeres tocando las campanas a rebato las campanas consiguió reunir a los hombres para impedir que la olma fuese tocada. Un rayo partió y secó la olma en 1948.
Para saber más:
http://www.santodomingodesilos.es/
http://www.abadiadesilos.es/
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