(VIENE DE LA PRIMERA PARTE DE LA DESCRIPCIÓN)
Tras el merecido descanso es hora de emprender el descenso. Entre las varias posibilidades nosotros tomaremos un sendero que nace retrocediendo unos metros desde la cumbre. Sin mucha dificultad encontraremos la vereda que desciende hacia la derecha por la empinada pendiente, de modo que pasa bajo la vertical de la cima y continúa hacia el este. Con cuidado de no caer en este tramo descendemos paulatinamente en busca de una nueva arista. Alcanzaremos la misma tras asomarnos por un momento hacia el barranco del río Morales.
Girando paulatinamente hacia la izquierda volvemos al circo de San Millán y empezamos a descender por una pesada pedrera que nos obliga a no perder la atención ni un momento. Siguiendo los hitos montañeros vamos perdiendo altura con rapidez buscando el centro del circo.
Por momentos atravesamos espacios en los que las rocas aparecen cubiertas por una capa herbácea, pero en general el tramo complicado es bastante largo, mientras que paulatinamente junto a nosotros van naciendo los diversos manantiales que forman el río Urbión.
Durante la última sección de este complicado tramo dejamos el arroyo a la derecha, el cual forma ya alguna cascada. No será, en todo caso, hasta la cota 1600 cuando alcancemos las primeras hayas, que habremos estado observando bajo nosotros durante todo el descenso.
El hayedo va tomando paulatinamente fuerza mientras nos aproximamos al río, que cruzamos pasando de piedra en piedra, junto a una secuencia de pequeños saltos. Desde este punto nos vemos inversos de nuevo en el bosque y nuestro avance se hace más cómodo ya que en general el sendero es bastante liso y ancho, salvo en puntos encharcados y en las zonas en donde hay que vadear el río.
Es momento de solazarnos con los múltiples y preciosos rincones que nos depara el hayedo y el río al que se le van sumando más y más arroyos. Vamos así perdiendo altitud paulatinamente sin mayores novedades que las comentadas. En tramos algo más complejos tendremos la opción más monótona de alejarnos del río o más compleja e interesante de seguir junto al mismo aunque nos veamos obligados a hacer equilibrios entre piedra y piedra. Aquí va un pequeño muestrario de lo que nos espera.
En la cota 1225 encontramos una señalización de la senda Enrique del Rivero, que no es sino un cortísimo ramal que nos acerca al punto desde el que el periodista tomó la más famosa imagen de este hayedo.
Desde aquí aún nos queda un tramo de gran interés, el cual podemos dar por concluido cuando lleguemos a un rustico puente sin barandilla fabricado con troncos y tierra. Muy poco después llegamos al punto donde tomamos el sendero de las cascadas y desde aquí por un camino muy cómodo alcanzamos el área recreativa y nuestro vehículo.
Comentarios
Debido a su longitud, su desnivel (partimos de unos 1050 metros) y los tramos en los que el sendero obliga a esforzarnos la ruta puede considerarse como dura, aunque no complicada. En todo caso un mínimo de preparación y experiencia previa es necesario.
Nos encontraremos, especialmente en otoño, con bastantes personas que tan sólo remontan el río un par de kilómetros. Si lo que nos interesa es la senda de las cascadas podemos descender por el camino alternativo que hemos señalado en la descripción. Esta opción implica recorrer tan sólo unos diez kilómetros y la dificultad y desnivel son muy inferiores.
Entre las peculiaridades de este valle está el hecho de que guarda muy bien la humedad. En épocas lluviosas o de deshielo es muy complicado, por no decir imposible, con lo que lo más recomendable es buscar el verano y muy especialmente el otoño, cuando los hayedos estén en su plenitud cromática. En todo caso es prácticamente obligatorio utilizar calzado impermeable y con niebla o tiempo inestable se debe intentar evitar salvo que seamos conocedores de la zona.
Track de la ruta:
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