Roa, localidad que se se encuentra casi en el límite entre el pueblo grande y la pequeña ciudad, es una privilegiada atalaya sobre la ribera del Duero; comarca de la cual es prácticamente su centro geográfico. Destacan las vistas desde el llamado Espolón.
Al norte la pendiente del cerro no es tan acusada, y tal vez por ello encontramos aquí los restos mejor conservados de la muralla medieval, que están siendo consolidados.
Al lado de este lienzo de muralla se encuentra la puerta de San Juan, y al lado de la puerta la sede del Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero, cuya reforma ha sido recientemente culminada. Este edificio fue fundado originalmente como Hospital de san Juan Bautista, en 1565, como obra piadosa de los señores de la villa y conserva sendas portadas románica y gótica de la antigua iglesia. A partir de 1855 dejo de tener tal uso, llegando a emplearse incluso como cuartel de la Guardia Civil. Es sede del Consejo Regulador desde 1991.
Muy cerca se encuentran las instalaciones del reciente (actualizamos en 2015) parque arqueológico de Roa. Aprovechando que la localidad fue un importante hito de la cultura vaccea, se ha puesto en marcha una iniciativa bastante interactiva para colegios y visitas concertadas. Más información en la página web de Sierractiva (los mismo que están poniendo en marcha el proyecto "Paleolítico Vivo").
Avanzando entre las callejuelas llegamos a la Plaza Mayor y a la ex-colegiata de Santa María. Este edificio fue construído en estilo gótico tardío. Al interior destacan sus grandes volúmenes si bien el patrimonio mueble es bastante escaso tras la agitada historia de la villa en el siglo XIX: Guerra de la Independencia, desamortización, guerras carlistas, incendios... Lo más detacable un pequeño conjunto escultórico atrubuido a Gil de Siloé.
En la oficina de Turismo, que se encuentra en la misma plaza, podremos concertar una visita a la iglesia y también a ua pequeña aula arqueológica que recoge el devenir de la localidad hasta la edad media. En todo caso es mejor fijar la cita previamente por teléfono.
En una calle lateral encontramos este monumento erigido en 1993 y dedicado a Juan Martín "El Empecinado", natural de la cercana localidad de Castrillo de Duero. El Empecinado colaboró con el Cura Merino en la espectacular toma de esta villa en 1813 ante los franceses.
Terminada la guerra de la independencia, "El empecinado" se alió en el bando carlista pese a los intentos de Fernando VII de atraerle hacia los suyos. Estaría encarcelado en Roa durante dos años hasta ser finalmente ahorcado en este lugar en agosto de 1825.
En las afueras de la localidad se levanta la cruz de San Pelayo. Cuenta la leyenda que en este lugar se encontró Fernán González con el ermitaño San Pelayo, quien le vaticinó una gran victoria frente a las huestes agarenas. La cruz actual es en todo caso del siglo XVI y se levantó al parecer gracias a la aportación de una adinerada vecina.
Para los amantes del buen yantar, Roa es cita inexcusable con el vino y el cordero.
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