En el periplo descrito ayer me dejé a propósito un edificio que dificilmente pasará desapercibido al visitante, y que se encuentra prácticamente enfrente de La Casa Grande.
La construcción cumple actualmente funciones de sede del Centro de Interpretación Arte y Natura ; Un centro multidisciplinar en que además de material expositivo relacionado con el valle se organizan actividades varias para niños y jóvenes.
Pero no es esta la razón principal por la que he individualizado este lugar: Resulta que este edificio fue edificado en origen por la acaudala familia Huidobro (que también poseyó como dijimos la Casa Grande) para servir como colegio de niñas huérfanas desde el lejano 1883. Aún se pueden apreciar en sus estancias los rastros de tal uso (compatible con el que se le da actualmente) así como de decoración de estilo andaluz.
Pero quizá lo mas curioso de la historia de este edificio venga del periodo posterior a su uso docente. Durante bastante tiempo permaneció aún en propiedad de la familia Huidobro que, atención, es la misma que desde la desamortización posee el maravilloso templo de San Pedro de Tejada.
Pues bien, si hacemos caso a lo que se cuenta en el recomendable texto "San Pedro de Tejada y su retablo", el edificio sirvió durante un tiempo de almacén para guardar (mas bien deberíamos decir amontonar) algunos de los tesoros que iban saliendo del templo.
Por ejemplo, poca gente sabe que San Pedro de Tejada pudo presumir de tener su propio lignum crucis. La reliquia fue llevada al colegio en depósito con ocasión de una reforma en la iglesia de Puente Arenas, pero nunca más se ha sabido de ella.
También estuvieron depositadas (por decirlo de alguna manera) durante un tiempo, y tras un ajetreado periplo que incluyó una restauración en Madrid, las tablas del retablo de la iglesia, hoy a salvo en el Museo del Retablo de nuestra capital.
Un ejemplo más curioso lo constituyen los capiteles de trazos mozárabes que aparecieron en el entorno de la iglesia hacia 1920 y que incluso pudieron ser vistos por el autor del libro (los reproduzco a continuación).
Con claras conexiones con los observados en San Miguel de Lillo o Santa Cristina de Lena; uno de ellos representa a los tres jóvenes hebreos: Ananías, Azarías y Misael rehusando adorar la estatua de Nabucodonosor y luego se representa el acto de atizar el horno en el que luego serán sacrificados. En otros capiteles podemos ver a Adan y Eva a punto de coger el fruto prohibido, un león devorando a un hombre y una estrella de cinco puntas. Nada se sabe de todos ellos.
Como anécdota final, la campanilla que remata la fachada del edificio también proviene de San Pedro de Tejada, y se seguía usando al menos hasta hace poco para llamar al rezo del Ángelus.
Tal vez le debamos a la familia Huidobro el hecho de que aún se mantenga en pie la iglesia de San Pedro de Tejada, pero no sé si ello compensa la humillación de ver como se tratan a estos tesoros y la que se experimenta hoy en día cada vez que se quiere visitar el templo.
El año pasado visité San Pedro de Tejada, además de entre otros lugares cercanos Quintana de Valdivieso. Muy interesante lo que nos cuentas de los tesoros... lo desconocía en su mayoría.
ResponderEliminar¡Tuvimos la misma sensación que comentas en tu última frase!