Páginas

lunes, 8 de marzo de 2010

Una Tierra de Leyenda (I): Introducción

Hoy inicio una serie de posts sobre una temática sobre la que llevo dando vueltas un tiempo, y ello aún asumiendo que puedo meter la pata y recibir palos por todos los lados, pero creo que aún así merece la pena arrojar luz sobre este tema.
Empezaré con una reflexión sobre muchos de los textos escritos por historiadores que he leído en los últimos tiempos. Una tendencia, que desde el punto de vista académico parece lógica, hace que sólo se asuma como cierto aquello que está supuestamente corroborado por textos auténticos. Así, los razonamientos se basan en documentos contrastados aunque, por otro lado, el hecho de que el documento sea auténtico, no significa que el que lo escribiese no pudiese falsear la realidad en propio beneficio.

Cuando existen dudas sobre la autenticidad de un documento o incluso se sabe que parte es falso, se rechaza de pleno todo el contenido, aún cuando existan fundamentos para creer que parte del contenido pueda ser cierto. Por ejemplo, son muy comunes documentos del siglo XII o XIII, y referidos a los siglos anteriores, elaborados en los monasterios con clara vocación de crear antiguos derechos sobre propiedades, pero parte de la información podría, según los casos, seguir siendo igualmente válida. No digamos ya las leyendas o mitos populares, que simplemente se ignoran sin tratar de demostrar si puede haber algo de cierto en ellas.

Quedan así los libros formados muchas veces por una narración de hechos aislados, rodeados por muchas lagunas sobre las que no se ofrece ni siguiera una hipótesis. Esto, claro está, en función de lo que el autor quiera demostrar (y si ya hay motivaciones políticas o localistas, para que vamos a contar. La historia siempre la escribieron los triunfadores).

En definitiva, yo estoy convencido de que muchas de las cosas de las que damos por ciertas sobre el pasado son equivocadas, y que si pudiésemos viajar al mismo o verlo por una mirilla nos llevaríamos muchas sorpresas. Un lema se sugiere: “Ni todo lo que no se ha podido demostrar que es cierto es falso, ni todo lo que no se ha podido demostrar que es falso es cierto”.

Pero, ¿a que tierra de Leyenda me refiero?. Pues la verdad es que en primera instancia si uno piensa en una zona de alta concentración de leyendas histtóricas en Burgos, es fácil ubicarse en el polígono formado por Salas, Peñalara, Covarrubias y Santo Domingo de Silos, añadiéndole Lerma.
Pero no, no me voy a fijar en esta comarca (tiempo habrá para hacerlo) sino en otra tal vez menos conocida y en donde los vestigios son más difusos (y tal vez precisamente por ello). Me refiero al entorno del desfiladero de la Horadada, Y, atención, sin considerar los dos pesos pesados que representan Oña y Frías.

Y ya sin más desde mañana (si Dios quiere) os ofrezco una serie de entradas en la que se mezcla evidencia con teoría más o menos descabellada, ninguna original en realidad, cuyo objeto (como casi todo en este Blog) es conducir a la reflexión y a la valorización de nuestro patrimonio.

3 comentarios:

  1. Hola Montacedo:

    Como diría Mota:" es que es annnssia..", pues eso es lo que me sucede con la zona oscura en cuestión. Presumo muy interesante viniento de tí. Pero ya sabes que la historia no es una ciencia exacta y en esos siglos está muy borrosa y sesgadas dependiendo de "ánimo" y las escasas fuentes, muy puntuales del historiador que las confeccione. Pero eso pasa también hoy en día...
    Todas esas incógnicas la hacen mucho más interesante.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Hola Zález.

    A ver si no te defraudo. De todas maneras creo que muchas cosas ya os sonarán a los que sabáis un poco del tema. Lo único paciencia y no me descubráis la sorpresa antes de contarla (jeje).

    Saludos igualmente

    ResponderEliminar
  3. Hola Montacedo, pues como le pasa a mi paisano, ¡annnnsia viva! por saber algo del entorno que me rodea. A ver si no me despisto para estar al tanto.

    Un abrazo
    el lio de Abi

    ResponderEliminar

Deja aquí tu comentario