"Castilla, tierra de Castillos". Eso lo hemos oído en nuestra infancia hasta la saciedad. Estamos tan acostumbrados a ver nuestras torres medievales que ya casi ni las prestamos atención. También porque la mayoría no presentan un aspecto demasiado llamativo, sufren una lenta decadencia hasta que finalmente acaban desapareciendo (o las hacen desaparecer). Sí, es verdad que muchas están declaradas BIC (Bien de Interés Cultural) pero, ¿alguien sabe si esto ha sido alguna vez óbice para detener desmanes o impelir acciones de conservación?. Pues eso.
Queriendo hacerle un hueco a este patrimonio en este blog he empezado por seleccionar alguna publicación a nivel de catálogo para identificar una lista lo más extensa posible de lugares (desde luego sin la mínima esperanza de visitarlos todos). En este sentido, lo mejor es combinar fuentes pero parece que la publicación más completa es el libro "Arquitectura fortificada de la Provincia de Burgos", del prolífico historiador Inocencio Cadiñanos Bardeci.
En busca de la rigurosidad de y meticulosidad, el libro no sólo identifica todos los restos y vestigios de construcciones militares de nuestra provincia, sino que la adscripción de cada edificio le da pie a hacer un extenso análisis de cada dinastía propietaria. Esto hace la publicación un tanto complicada de seguir para los profanos (como el que les escribe); característica lamentablemente muy habitual en publicaciones de este tipo de autores.
Otra pequeña pega que se le puede achacar al libro es que se ha quedado un tanto obsoleto, aunque sólo hayan pasado 20 años desde su publicación. Esto no sólo se debe a que el estado de muchos edificios haya cambiado o empeorado, sino también a otros casos más esperanzadores, como el castillo de Tedeja, que el autor lista en el apartado de castillos reflejados en la literatura y que ha sido localizado y estudiado con posterioridad.
Tiempo habrá para dedicarle algunas letras a algunos de estos vestigios. Hasta aquí baste decir que de la lectura del libro se constata, como por otra parte ya sabíamos, que la gran mayoría de construcciones que han llegado hasta la actualidad son torres señoriales de los siglos XV y XVI, destinadas más a imponer respeto y señalar la preeminencia del señor del lugar, que a objetivos puramente defensivos.
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