Dedicamos unas líneas a esta Fiesta, declarada de interés Turístico Regional. Se celebra el último fin de semana de enero y está organizada por el Centro de Iniciativas Turísticas de Santo Domingo de Silos y sus Aldeas.
Hay en Silos una leyenda que dio origen a una pintoresca tradición: la celebración de la Fiesta de los Jefes. Cuenta la historia que el pueblo de Silos estaba acorralado por los moros y para impedir su ataque simularon un gran incendio. Colocaron ramas de brezo por todas las esquinas del pueblo a las que prendieron fuego, cargaron a los niños y mujeres con cencerro y les soltaron por el pueblo para que fueran corriendo y gritando como si estuvieran fuera de sí; además liberaron el ganado y los tambores no dejaron de sonar en toda la noche. Los moros, ante tan dantesco espectáculo, no se atrevieron a entrar. Desde entonces, el pueblo festeja este día y repiten un simulacro de la hazaña.
Fuego, caos, hombres vestidos de animales, ruido, carreras de gallos, ecos de un pasado moruno, devoción católica, acoso de nobles y resistencia de un pueblo comandado por un enérgico abad, presencia de la comunidad de los muertos, protagonistas vestidos con ropas militares decimonónicas, señas inequívocas de la francesada y las guerras carlistas, Jefes que recuerdan una particularísima organización político-administrativa silense...». Son palabras que usa Domingo Represa en la introducción de su libro ‘La Fiesta de los Jefes de Silos’ para resumir esta compleja y centenaria celebración que fue recuperada hace unos años. Hoy día se celebra el sábado y el tercer domingo después de la Epifanía (6 de enero). Constituye un elaborado ritual de compleja teatralización. Una fiesta de enorme interés etnográfico e histórico.
Fuego, caos, hombres vestidos de animales, ruido, carreras de gallos, ecos de un pasado moruno, devoción católica, acoso de nobles y resistencia de un pueblo comandado por un enérgico abad, presencia de la comunidad de los muertos, protagonistas vestidos con ropas militares decimonónicas, señas inequívocas de la francesada y las guerras carlistas, Jefes que recuerdan una particularísima organización político-administrativa silense...». Son palabras que usa Domingo Represa en la introducción de su libro ‘La Fiesta de los Jefes de Silos’ para resumir esta compleja y centenaria celebración que fue recuperada hace unos años. Hoy día se celebra el sábado y el tercer domingo después de la Epifanía (6 de enero). Constituye un elaborado ritual de compleja teatralización. Una fiesta de enorme interés etnográfico e histórico.
Un año más siguiendo la Tradición de la Fiesta de los Jefes, se ha vuelto a celebrar el sorteo de los Jefes el día de la Epifanía del Señor: El Abanderado, El Cuchillón y el Capitán.
El sábado comienzan los actos; la comitiva se dirige al domicilio de cada jefe, dónde se ondea la bandera y se invita a los presentes con moscatel y dulces. A continuación se acude al monasterio, dónde el abad recibe a los jefes y acompañantes y de nuevo se ondea la bandera. Seguidamente se acude a la plaza mayor, y se ofrece el pregón por parte de un personaje afamado. Por la tarde, acto muy vistoso, son las crestas, dónde intrépidos jinetes intentan coger la cresta del gallo, que con destreza intenta poner a prueba un caballero manejando la soga que cuelga los trofeos. Más adelante Silos arde en llamas. Numerosas hogueras se encienden por distintos rincones de la villa y las recorren invocando los nombres de Jesús y María. Los acompañan los más jóvenes cargados de cencerros imitando el incendio y estampida de animales, con el propósito de evitar el intento de asedio del enemigo. Valiente estrategia, pues el invasor se retira creyendo que la villa está ardiendo en llamas.
El Domingo está dedicado a las Benditas Animas. Por la mañana se celebra una misa dedicada a todos los silenses difuntos. Emotivo es el rosario que por la tarde se reza. El luto de los Jefes, las letanías acompañadas por el grave resonar del tambor, la austeridad de la procesión y el recogimiento general de la ceremonia conforman la antesala de lo que será el último de los rituales de la fiesta. Como al principiar Los Jefes, la plaza es escenario de la postrera representación de la fiesta. Una a una, las mujeres de los Jefes, vestidas de luto y hermosamente tocadas, tomarán la bandera e iniciarán un gracioso desfile, concluyendo el mismo con las mil veces repetida aclamación de los nombres de Jesús y María.
Información extraída de la web del patronato de turismo de Burgos y otras fuentes.
El sábado comienzan los actos; la comitiva se dirige al domicilio de cada jefe, dónde se ondea la bandera y se invita a los presentes con moscatel y dulces. A continuación se acude al monasterio, dónde el abad recibe a los jefes y acompañantes y de nuevo se ondea la bandera. Seguidamente se acude a la plaza mayor, y se ofrece el pregón por parte de un personaje afamado. Por la tarde, acto muy vistoso, son las crestas, dónde intrépidos jinetes intentan coger la cresta del gallo, que con destreza intenta poner a prueba un caballero manejando la soga que cuelga los trofeos. Más adelante Silos arde en llamas. Numerosas hogueras se encienden por distintos rincones de la villa y las recorren invocando los nombres de Jesús y María. Los acompañan los más jóvenes cargados de cencerros imitando el incendio y estampida de animales, con el propósito de evitar el intento de asedio del enemigo. Valiente estrategia, pues el invasor se retira creyendo que la villa está ardiendo en llamas.
El Domingo está dedicado a las Benditas Animas. Por la mañana se celebra una misa dedicada a todos los silenses difuntos. Emotivo es el rosario que por la tarde se reza. El luto de los Jefes, las letanías acompañadas por el grave resonar del tambor, la austeridad de la procesión y el recogimiento general de la ceremonia conforman la antesala de lo que será el último de los rituales de la fiesta. Como al principiar Los Jefes, la plaza es escenario de la postrera representación de la fiesta. Una a una, las mujeres de los Jefes, vestidas de luto y hermosamente tocadas, tomarán la bandera e iniciarán un gracioso desfile, concluyendo el mismo con las mil veces repetida aclamación de los nombres de Jesús y María.
Información extraída de la web del patronato de turismo de Burgos y otras fuentes.
Un artículo sobre la evolución de la fiesta.
Es una lástima que no citen la obra que más veces utilizan en su escrito. Es una muy mala costumbre española utilizar lo ajeno sin preocuparse de su autor. Un saludo.
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